UN NUEVO ACUERDO CON EL FMI

Qué podría esperarse del Gobierno actual, reivindicador de la última dictadura y del menemismo, sino otra cosa que profundizar el esquema de endeudamiento externo que volvió a iniciar el presidente Mauricio Macri y que el Gobierno de Alberto Fernández no rechazó, sino que convalidó. Ese acuerdo hace que el manejo de nuestra economía esté sistemáticamente determinado por las “recetas del FMI”. Las mismas siempre presuponen apertura de la economía, privatizaciones, reforma previsional y reforma laboral. Todas las reformas redireccionan la riqueza generada por la Argentina (Si, la Argentina genera riquezas) a unas pocas manos, las del empresariado monopólico transnacional y las del capital financiero. Algo que parece ser técnico, y que volcaría a la Argentina al rumbo del “desarrollo” sólo son políticas para evitar que la Argentina nunca salga del pozo. Ojo, que no es solo para la Argentina, todos los países endeudados con el FMI no logran estar mejor, siempre están peor que cuando reciben el salvataje. El salvataje del Fondo es para salvar a los sectores que especulan en esas sociedades, salvan a los mismos sectores sociales que generaron las crisis en esos lugares.

PALO Y CIRCO

Mientras el Gobierno se dedica a reprimir a jubilados (uno de los sectores más castigados por la transferencia de ingresos hacia los sectores concentrados de la economía), sigue fortaleciendo el proceso de bicicleta financiera. Lo que el Estado ajusta, se dirige a enriquecer a los que participan de la bicicleta, ni siquiera va a pagar la deuda externa. En el medio de todo esto, el Presidente solo twittea y participa de entrevistas donde fortalecer reflexiones sobre su gestión ideológica, que fortalece la división en nuestra sociedad. Insulta abiertamente, descalifica, y presenta cada acción de gobierno, independientemente a quien perjudique, como una victoria frente a los otros. Un circo para pocos; solo convoca a los que se benefician con el gobierno de Milei. Pero al mismo tiempo, genera a partir de la falta de efectividad de las políticas aplicadas, un bloque que empezó en el 44 % que votó en segunda vuelta a Sergio Massa y que a esta altura  supera el 50%. Sectores que se empiezan a dar cuenta que el Presidente no es tan auténtico como parecía. No es tan distinto a “los políticos” que él venía a atacar, ni opina tan diferente a los empresaurios que venía a destruir. Como toda política orquestada para beneficiar a los sectores que siempre se benefician, solo busca quitar “los privilegios” a las grandes mayorías.

LA APATÍA - EL MALESTAR DEMOCRÁTICO

Muchos intelectuales y políticos hablan de malestar democrático, para contar aquello que se vive desde siempre con la democracia representativa: no lograr resolver los problemas de las mayorías. Año a año, los ciudadanos descreen cada día más de todas las instituciones de la democracia, y sienten frente a cada elección que los políticos y sus propuestas solo son promesas de campaña que no se cumplen. Este proceso sucede en todo el mundo. Pero en la Argentina es un proceso que tiene otras variables que profundizan ese malestar. En primer lugar, algo que remarcamos en el primer apartado, no podemos tomar decisiones libremente sobre cómo gestionar nuestra economía por la incidencia del Fondo Monetario. En segundo lugar, porque la dependencia de los commodities-materias primas (petróleo, productos del campo, minerales) hace que dependamos del “mercado mundial”, es decir las economías nacionales más desarrolladas. En tercer lugar, el modelo de valorización financiera que no acabó desde el 76 y que genera la economía bimonetaria. En cuarto lugar, el doble malestar democrático porque estos condicionamientos cada día empobrecen más a la economía. Quizás pueda agregarse en la lista más factores, la inflación que destruye los ingresos de los sectores populares, la inseguridad generalizada fruto de las condiciones de miseria generalizada. Todo fortalece el descontento social con la democracia, y ese descontento hace que aquellos que son elegidos bajo ese sistema cada día tengan menos acompañamientos para cambiar lo que hay que cambiar, para que con la democracia, al decir de Alfonsín: “se coma, se cure y se eduque”.

¿CÓMO SALIR DE ESTE BUCLE?

Las industrias culturales en los últimos años, sobre todo después de la pandemia, vienen cargadas de futuros apocalípticos. Son los marxianos y/o zombis y/o catástrofes naturales y/o  nucleares los que terminan con la vida en la tierra o los que terminan con el hombre. Los mismos que generan un mundo inestable, contaminado y desigual, nos muestran el futuro que imaginan. No pueden imaginar otro futuro, porque ven lo que generan con sus acciones, son plenamente consciente de ello. El mundo puede ir para atrás, esquemas de desintegración estatal y vuelta a esquemas feudales y/o esclavistas, pero no se puede imaginar un mundo en el que haya más igualdad y cuidado del ambiente. En la Argentina desde el 76 venimos empeorando, (salvo por los gobiernos de Kirchner y Cristina Kirchner que fueron contracíclicos) no se pudo cambiar de fondo el modelo primarizante y financiero. La pobreza crece, junto con la indigencia, también aumenta el empleo precario, el Estado se hace cada vez menos eficiente para gestionar y controlar, entre algunas de las cuestiones a remarcar. Cada sector de la economía lo puede mostrar (metalurgia, marítima, transporte, textil, construcción) todas pueden dar cuenta de la falta de inversión para desarrollar el sector. La pregunta a hacerse es ¿Cómo no se cambia la fórmula si las cosas no paran de empeorar desde el 76?  La respuesta podría ser que se intentó, pero hubo reflujos. Es cierto que nunca se juzgó a los responsables económicos desde el 76 hasta esta parte. Si fuera así ni Cavallo, ni Sturzenegger, ni Caputo, podrían estar libres, ni ejercer funciones públicas. También es cierto que nunca se juzgó a los beneficiarios objetivos de estas políticas. Tampoco se desconoció la deuda externa, tanto la tomada por un gobierno dictatorial, como la tomada en democracia, sin un fin más que financiero. El bucle, o la vuelta al pasado, a recetas del pasado se debe también a que las condiciones materiales se repiten.

¿Y LA OPOSICIÓN?

El Gobierno mantiene aún imagen e intención de voto. Pese a que todos los indicadores marcan que las grandes mayorías de esta Argentina, están peor que hace un año (inseguridad, desempleo, pobreza, indigencia, hambre, falta de vivienda, etc.) el acompañamiento de parte de la población al gobierno es indiscutible. ¿Cómo explicar eso y cómo lograr que el malestar se transforme en acompañamiento de otra opción política y/o electoral? No es que en este artículo tendremos la respuesta, solo intuimos hipótesis de trabajo que tendríamos que comprobar. En primer lugar, algo que venimos marcando desde las primeras columnas en este medio: la representatividad que hay que trabajar, tanto en las organizaciones sindicales y sociales, hasta los cargos públicos y políticos. La representatividad no implica solo decir o plantear lo que dicen los representados, sino pensar y actuar para que se mejoren sus condiciones de vida. En segundo lugar, generar espacios de encuentro. En la sociedad del algoritmo, de los micro públicos, mediados por la pandemia, se necesita generar espacios de encuentro. Los sectores de la oposición, sobre todo Unión por la patria y el peronismo, no pueden pensar que el lugar de encuentro son las redes sociales algorítmicas. Los lugares de encuentro se dan en la presencialidad, con todo lo que ella cuesta, pero con todo lo que ella genera. En tercer lugar, abandonar las prácticas políticas deductivas. Esas que construyen una conclusión de lo que se debe hacer, que construyen una verdad objetiva, sin percibir lo que pasa en la realidad. El cuarto lugar es la contracara de esta última, el empirismo justificador, que pretende decir que las cosas son así, y no hay nada que podemos hacer al respecto salvo “adaptarnos” a ello. En el marco de estos cuatro ejes, se necesita pensar la programática necesaria para enfrentar al Gobierno de Javier Milei.