Los genitales de Batman
La mayor pluralidad y diversidad de posicionamientos es lo que otorga riqueza a las conclusiones democráticas a las que se puedan arribar
No quiero tener que justificar por qué la investigación en todos los campos es imprescindible. No me gusta tener que dar fundamentos de la importancia de las ciencias sociales y humanas, ya muchos lo han hecho con sobrada maestría como, por ejemplo: Martha Nussbaum en Sin fines de lucro, por sólo mencionar la primera que viene a mente. Toda esta defensa muy pobre, por cierto, no tendría que tener lugar. No debería ser necesaria y, sin embargo, lo es.
¿Por qué las ciencias sociales y humanas, por qué el sexo de Batman (referencia a las investigaciones de Facundo Saxe)? El núcleo de la cuestión, a lo que se apunta, con esas nominaciones peyorativas hacia el trabajo de investigación de miles de personas es a la búsqueda de cuestionar la comprensión del funcionamiento de la sociedad desde lo social, cultural, político, psicológico y filosófico. Pero también es la redundante crítica sin sustento que se asienta en la “utilidad tangible” de las investigaciones, que no es que no la tienen, sino que no la quieren ver. En estos días se publicó el lugar que ocupan las ciencias sociales y humanas evaluadas al CONICET a nivel mundial, donde las artes y humanidades figuran cuartas en el mundo, primeras en América Latina y segundas en Iberoamérica.
Hay una caducada y arbitraria dicotomía que se busca a todo coste sostener entre ciencias “duras” y “blandas”, entre las que harían progresar y las que retrasarían, las que son una inversión y las que despilfarran el tiempo y son un gasto. Reflotar toda esa discusión es extenuante por lo repetitiva y sin sentido, pero son puntos “centrales” e ineludibles para ciertos gobiernos para ir configurando su visión política y la distribución de los presupuestos. El gobierno de Macri ya lo había intentado tímidamente. Claro que centrarse y rechazar el título provocativo que propone Saxe es mucho más cómodo que leerlo e indagar cuál es su propuesta. Por otro lado, condenar a todas las ciencias sociales y humanas por el título de una ponencia de un autor no tiene el menor sentido.
Los ataques al financiamiento de las artes también juegan un rol preponderante dentro de esa estrategia que es ir desmantelando cuestiones vinculadas a todo lo que se enfoque en temas más allá de lo material o de una supuesta materialidad, ya que, no entraré en eso, las criptomonedas o la inteligencia artificial, a las que apoyarían de buen grado, lejos están de esa materialidad que tanto les achacan no estar presente en las ciencias sociales, humanas y las artes.
Un pensamiento totalizador que busca eliminar a los otros, a su forma de pensar y ser. Que intenta que los dejen de criticar, formarse, estudiar en lo que consideran que no contribuye a su manera de concebir el mundo. Reflotan la estéril discusión entre ciencias duras y blandas, entre ciencias sociales y ciencias exactas, en una búsqueda desmedida por tornar todo en una tecnocracia dejando a un lado la ética, la política y lo social. El cuestionamiento ético-político es imprescindible para poder tener una mirada crítica sobre el avance de la técnica, no se los puede excluir, ya tenemos demasiados ejemplos históricos al respecto con nada alentadores resultados.
Estos movimientos nada naïf tienen la mira puesta en el socavamiento de la responsabilidad democrática. Arman argumentaciones sobre que estas acciones llevarían a una mayor libertad democrática, pero es lo contrario. Van eliminado los lugares de pensamiento crítico y las posibilidades de ejercicio de la participación democrática, al tiempo que realizan un socavamiento de posiciones contrarias a las que se mantienen desde el poder. Esa construcción de un pensamiento que se enarbole en la crítica, sin ser la crítica por la crítica misma, como posibilidad que ningún supuesto quede sin ser cuestionado es nuestra responsabilidad ciudadana que se la debe ejercer en democracia. Por ello son imprescindibles los espacios donde se cultive la diversidad de opiniones, aunque uno no participe en ellos, es decir, no solamente porque no participemos en la ciencias exactas quisiéramos que éstas se cierren. La mayor pluralidad y diversidad de posicionamientos es lo que otorga riqueza a las conclusiones democráticas a las que se puedan arribar.
Si un investigador estudia si un animal no-humano practica la monogamia, poliginia, poliandria o poliginandria es algo muy interesante, hasta cuántas veces copula en un corto lapso de tiempo, pero tratado con el mismo tono despreciativo que ciertas investigaciones -se hizo durante el gobierno de Macri también- reciben de este gobierno podríamos preguntarnos, cuál es la utilidad práctica de ese conocimiento. No estamos sosteniendo que no la tenga ni que no aporte a cierto conocimiento y mucho menos realizar una caza de investigaciones que nos podrían parecer inocuas bajo el tamiz del desprecio por lo que realiza el otro. Lejos estamos de ello, sino que planteamos a modo de ejemplo sobre la ridiculez que es atacar una investigación sin realmente conocerla y no pasar más allá del título. Asimismo, en especial en las ciencias humanas, más particularmente en la filosofía, querer sumergirse en una discusión sobre el valor práctico y la utilidad que aportaría es retrotraernos a una discusión desgastada y querer adaptarse a determinados formatos, como muchas veces lo hacemos en los proyectos, es hacer algo que no realizamos. Obviamente que tiene una injerencia, pero no en el sentido como la cuchara que sirve para albergar líquidos en la parte convexa de uno de sus extremos. Pero no entraremos en eso.
Atentar contra todo aquello que pueda brindar una forma-otra de ver el mundo que no sea la mera monotonía de lo técnico y económico, que no dejan de ser importantes, pero que ellos sean los que condicionen y determinen la vida no es aceptable. Es decir, que el corrimiento de las artes y las ciencias sociales y humanas conlleva a la clausura de lugares de cuestionamientos y aperturas a perspectivas que no se reduzcan al simple cálculo.
*Este texto es un extracto del capítulo “Perdón, no quiero escribir esto” que se incluye en el libro La orientación sexual de Batman. Por qué invisibilizar las Ciencias Sociales de la editorial La Hendija que se publicará en breve.