107 días sin Facundo, 26 nuevos asesinatos de la Bonaerense
Desde que Facundo Castro está desaparecido, la Policía Bonaerense asesinó a otras 26 personas en hechos de violencia institucional. El conteo de casos fue realizado por Diagonales con información exclusiva de la Correpi. La historia de uno de ellos, Brandon Romero, contada por su madre, hiela los huesos
De un objeto diminuto, con destino de intrascendencia, emerge la verdad más terrible. Brota de un pequeño amuleto con forma de sandía y vaquita de san Antonio, arrojado intencionalmente al más oscuro de los olvidos, en el fondo de una bolsa de basura en una comisaría de un pueblito de la Provincia, y se remonta hacia miles de tragedias y dolores. Como una línea de fatalidad, conecta y une muchos pasados con un presente que nadie quisiera. Se arrastra entre los cuerpos fusilados de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán en la estación Avellaneda; torturada y obligada se arroja al riachuelo junto a Ezequiel Demonty; se entierra en una tumba NN abrazada a Luciano Arruga; se estrella contra un camión junto a los cinco de San Miguel del Monte; y vuelve hasta el pecho de la mamá de Facundo Castro, que se estruja de horror y certeza al reconocer el amuleto de su hijo en aquella comisaría por la que, según los relatos policiales, él nunca había pasado. La selección de ejemplos será siempre injusta e insuficiente. La verdad es una sola, y siempre la misma: la responsabilidad de la Policía Bonaerense.
Pasaron ya 107 días de la desaparición de Facundo Castro y toda la evidencia apunta a ese fantasma que nunca se va, que sobrevive a gobiernos de todos los signos y sigue atormentando permanentemente a los bonaerenses, siempre con mucha más crudeza y crueldad hacia los más desfavorecidos. Diagonales reconstruyó, a partir del invalorable trabajo de la CORREPI, los múltiples casos que en estos 107 días siguen mostrando la sistematicidad de este terror intolerable. Y la historia de Brandon, contada por su madre, que hiela los huesos.
POLICÍA BONAERENSE: LA FUERZA QUE MÁS MATA POR GATILLO FÁCIL DEL PAÍS
“El 20 de marzo la CORREPI dijo: el aislamiento es una medida correcta desde lo sanitario, pero va a traer un rebrote represivo, es un error poner en manos de las fuerzas de seguridad la función de garantizarlo. Y es lo que terminó sucediendo, porque se le dio una herramienta más a las fuerzas para generar detenciones arbitrarias”, dice María del Carmen Verdú en diálogo exclusivo con Diagonales. Verdú es una histórica referente de la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional, organización política que activa en el campo de los Derechos Humanos, al servicio de la clase trabajadora y el pueblo, con especificidad frente a las políticas represivas del estado, según su propia definición. Esta semana, la CORREPI emitió un informe donde detalla los distintos hechos represivos cometidos por el Estado desde la asunción de Alberto Fernández, resaltando los ocurridos desde la entrada en vigencia de la cuarentena. El informe tiene un capítulo exclusivo para la bonaerense, y no es casualidad.
De las 86 personas asesinadas por efectivos de las diferentes fuerzas de seguridad desde el 20 de marzo, 40 de ellas murieron en el la provincia de Buenos Aires. De esos 40 asesinatos, 27 fueron perpetrados por la bonarense. Y de esos 27 asesinatos, 26 ocurrieron desde la desaparición de Facundo Castro el 30 de abril. Esos 26 crímenes superan el número de asesinatos de cualquier otra fuerza represiva del país, incluso tomando como punto de partida el inicio del gobierno del Frente de Todos. O, dicho de otra manera, desde la desaparición de Facundo hasta la fecha, la bonaerense asesinó a más personas que cualquier otra fuerza estatal desde el 10 de diciembre pasado.
En el informe se establecen diferentes categorías para encuadrar esos crímenes de la bonaerense. Sólo una muerte en comisaría es anterior a la desaparición de Facundo. De allí en adelante, hubo 15 asesinatos por gatillo fácil, 1 muerte más en comisaría, 1 femicidio, 2 femicidios relacionados (familiares involucrados), 1 asesinato intra fuerza, 2 muertes como consecuencia de otros delitos policiales, 2 asesinatos con el uso del patrullero como arma, y 2 desapariciones forzadas (una de ellas la de Facundo). El resto de los casos en la provincia de Buenos Aires desde la vigencia del ASPO fueron cometidos 3 por el Servicio Penitenciario Bonaerense, 4 por la Policía Federal Argentina, y 6 por efectivos de la Policía de la Ciudad que se encontraban en territorio bonaerense (5 de ellos fueron mujeres).
Si se extiende el período de análisis a la totalidad de la gestión de Sergio Berni, el número de hechos represivos asciende a 38: 24 casos de gatillo fácil, tres muertes en comisarías, un femicidio, dos femicidios relacionados, un asesinato intrafuerza, dos como consecuencia de otros delitos policiales, dos desapariciones forzadas, y tres con el uso del patrullero como arma. “Entre Berni y Ritondo me quedo con Ritondo, por lo menos no es milico. Berni es Bullrich con uniforme", sentencia Verdú. Y agrega “la convivencia de Berni con el Gobierno de la Provincia en el mejor de los casos es una contradicción”. Su opinión se modera al referirse a la Ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Fredric, pero no deja de señalar lo que falta: “Nos convocó en diciembre para conocer nuestro diagnóstico sobre las fuerzas de seguridad. Fue una reunión de trabajo, sin fotógrafos, en la que presentamos un informe para bajar la letalidad de las fuerzas. Algunas cosas se implementaron, pero seguimos reclamando al Gobierno mayor decisión política para encarar todas las reformas que son necesarias”.
LA ESCALOFRIANTE HISTORIA DE BRANDON ROMERO
El caso de Brandon reúne todos los elementos más terribles de este tipo de crímenes: la brutalidad policial, incluso cuando los efectivos no están en servicio y hasta se encuentran en infracción ellos mismos; el intento por enterrar la verdad bajo las más perversas mentiras, ensuciando el nombre de las víctimas; la cobertura corporativa policial para con los asesinos; la complicidad de la Justicia, que todo lo que busca es quebrar a las familias de las víctimas; las operaciones de medios de comunicación para instalar falsos relatos a partir de las versiones policiales, y centrándose en la estigmatización de las víctimas, generalmente, por pertenencia a una determinada clase social.
El policía asesino se llama Arcángel Bogado, ostenta el cargo de subteniente y trabaja en el área de traslado de detenidos. Es importante comenzar por su nombre, porque parte de la impunidad se trata de que mucho se conocen los nombres de las víctimas y poco los de sus asesinos. Alrededor de las 6 de la mañana del domingo 5 de julio pasado, Bogado volvía hacia la ciudad de Mar del Plata en una moto de baja cilindrada, por la ruta 226, en una zona semi rural con pocas viviendas. Él declara que volvía de prestar servicios. Romina Romero, la mamá de Brandon, dice que volvía de un cumpleaños en el que estaba violando la cuarentena. Estaba de civil, y de franco.
Lo cierto es pasando la rotonda de Sierra de los Padres, próxima al kilómetro 6, se cruzó con tres amigos de Brandon que iban en una moto, con los que casi choca. Ellos habían pasado a buscar a Brandon a las 4:30 por su casa para andar en moto. Fueron a dos casas distintas cerca del lugar de los hechos, y en una de ellas se les sumó Kevin Farías. Kevin y Brandon venían en otra moto girando en la rotonda detrás de sus amigos, y no vieron lo que sucedió. Lo que sí vieron, una vez que avanzaron por la ruta, fue una moto parada y una persona detenida en un sector oscuro del camino. Era Bogado, que había girado en contramano luego de cruzarse con la otra moto. “Se escondió a esperarlos, quería vengarse por el cruce con los otros chicos” le dijo a Diagonales Romina Romero. Lo que se sabe es que la moto en la que iban Brandon y Kevin se detuvo y Brandon se bajó, presuntamente a ver qué había ocurrido. Bogado le vació el cargador de su 9 mm reglamentaria.
En su declaración, el policía adujo que en el primer cruce, tres sujetos en una moto lo cruzaron para intentar robarle la suya. Entonces se detuvo, tiró las llaves de su moto, y sacó el arma. “Se me vino encima y le disparé”, le dijo al Fiscal de la causa. No pudo comprobarse la existencia en el lugar de ningún arma más que la del subteniente, quien además declaró que la víctima estaba desarmada. Lo que sucedió luego, según su relato, es que Brandon cayó herido y un auto lo pasó por arriba en medio de la ruta. Pero la evidencia lo complica.
La autopsia reveló que Brandon recibió siete disparos en su cuerpo. El informe de balística confirmó que todas las vainas de los proyectiles se encontraron alrededor del cuerpo de la víctima, excepto dos, que se hallaron a unos 38 metros de distancia, cerca de las dos motos detenidas. La explicación de Romina es contundente: “Ellos pararon la moto a ver qué había pasado, pero cuando les sacó el arma salieron a correr. Bogado sabía tirar. Le pegó los dos primeros tiros en las piernas, y cuando estaba tirado en el piso se acercó y lo remató. Le pegó tiros en las manos, porque mi hijo quiso cubrirse, un tiro en un pómulo y otro en la nariz, y lo remató de un tiro en la nuca”. De los siete disparos, al menos dos fueron a la cabeza, y un proyectil fue hallado dentro del cuerpo, lo que indica que el disparo fue efectuado a corta distancia y la bala no alcanzó la fuerza necesaria para perforar dos veces su cráneo.
“El policía dijo que se quedó en shock, llamó al 911 a las 6:30, el Fiscal dice que mi hijo murió a las 7, y el acta dice a las 8:40. Lo mató, y después le pasaron por encima con un auto para tapar los siete disparos” expresó la mamá de Brandon. El acta de defunción a la que accedió Diagonales estableció como causales de la muerte paro cardíaco – politraumatismos – estallido de cráneo y herida de arma de fuego en el cráneo.
Párrafo aparte para todo lo que sucedió después. A las nueve y media de esa mañana, apenas una hora después de la hora oficial del deceso, portales locales ya titulaban “Un policía mató a un delincuente que quiso robarle la moto”. La versión oficial surgió de la propia policía, y algunos de los portales más importantes de Mar del Plata siguen sin escribirla en potencial, como sí lo hacen con la versión de la familia de la víctima. Por su parte, el Fiscal interviniente, Alejando Pelegrinelli, se apuró a declarar ese mismo día “El nivel de inmediatez, lo simultáneo casi entre los balazos y que es arrollado hará difícil, incluso pericialmente, establecer la causa exacta de la muerte”. Romina Romero viene expresando desde entonces que lo único que su supuesto defensor hace es poner obstáculos a la causa: “me atendió una sola vez, no hace nada. El primero que dijo que mi hijo era un negrito chorro fue él, él da esa versión a los medios. Quiero que salga de la causa, y que algún día me pida disculpas”.
Último detalle de la tragedia. El único testigo del crimen, Kevin Farías, que también recibió uno de los disparos de Bogado en la zona de una axila, fue detenido cinco días después del hecho por un supuesto asalto a mano armada, cometido el 12 de junio. Farías no tenía antecedentes penales. Además de esa acusación por la que lo detuvieron, el Fiscal Pelegrinelli lo imputó por “robo doblemente agravado, por su comisión en un lugar poblado y en banda, y por el empleo de arma de fuego en grado de tentativa”. La única prueba en su contra es el testimonio del propio Bogado. A raíz de esto, Kevin se negó a declarar y fue excarcelado una semana después, al no registrarse evidencia en su contra. La imputación del Fiscal Pelegrinelli lo inhabilita a declarar como testigo del caso, y en si quisiera hacerlo deberá ser bajo la figura de imputado.
Pelegrinelli no solicitó la detención de Bogado, a pesar de estar imputado de homicidio agravado por uso de arma de fuego. El efectivo de la bonaerense sigue en libertad, mientras la causa sigue en su enredo laberíntico. “Quiero que por lo menos quede detenido, que le saquen la chapa y lo juzguen como a una persona normal” expresa la mamá de Brandon, que recuerda a su hijo luchando por justicia: “Brandon quería cuidar a todo el mundo. Trabajaba desde los 17 años para ayudar a la familia. Estaba trabajando con su hermano de panadero y no paraba de trabajar, quería progresar. Estuvo como tres meses sin franco, entraba a las cuatro y media de la mañana y volvía a las cuatro de la tarde. Ahora vengo del cementerio, de dejarle fotos. De a poco vas aprendiendo, en la lucha me siento fuerte. Quiero justicia por mi hijo”.
(OTROS) CASOS QUE NO FUERON TAPA
César Obes tenía 17 años y vivía en Laferrere. El 9 de mayo el policía Matías Ibarra le disparó tres veces aduciendo que lo había querido asaltar. Cuando un vecino quiso asistirlo, Ibarra gritó “dejalo que se muera como una rata”. Alan Maidana tenía 19, y era de Berazategui. El 24 de mayo participó de una pelea callejera, en la que un piedrazo impactó en el auto del Cabo Primero Germán Bentos, quien frenó, hizo marcha atrás, sacó su arma y disparó cuatro veces. Uno de esos disparos terminó con la vida de Alan. Lucas Barrios sí fue tapa. El 30 de mayo había acordado por Facebook venderle una PlayStation al Oficial Osvaldo Rendichi. Se encontraron en el punto convenido de la Isla Maciel, y en el trayecto hacia la casa de Lucas, el policía, que estaba de civil pero con su 9 mm reglamentaria encima, le vació el cargador matándolo de 18 balazos. El asesino dijo que otro hombre apareció con un arma y lo quiso asaltar, aunque todos sus disparos terminaron en el cuerpo de Lucas. Ulises Rial (25) y Ezequiel Corbalán (31) iban en moto el primero de junio por San Nicolás, cuando la policía quiso detenerlos por un control de cuarentena. Asustados, huyeron hasta que el patrullero que los perseguía embistió la moto, matando en el acto a Ulises y dejando en agonía a Ezequiel, quien murió poco después. Fernando Leguizamón tenía 31 años, y el 20 de junio caminaba por su compañera por Quilmes. Los policías de la bonaerense Rodrigo Valdez y Natalia Zuleta, que supuestamente buscaban un ladrón, le dispararon varias veces y lo mataron en el acto. Lucas Verón cumplía 18 años el último 10 de julio, y no se imaginaba que también sería una triste tapa. Camino a un maxikiosco a comprar bebida en moto con un amigo, comenzaron a ser perseguidos por un patrullero en el que iban los oficiales Cintia Duarte y Ezequiel Benítez. Los efectivos les dispararon, matando a Lucas e hiriendo a su acompañante, y huyeron del lugar.
La lista es interminable, como la necesidad de que aparezca Facundo. Ya van 107 días y 26 asesinatos de la bonaerense desde que nos falta. Y todo se explica en las mismas tres palabras de siempre: la maldita policía.