Axel Rosas
El Gobernador se puso al frente de un reclamo federal contra la motosierra de Milei. Muestra de unidad de todo el peronismo bonaerense detrás de la principal figura institucional del partido. Judicialización y política para enfrentar al Gobierno Nacional en su avanzada por la balcanización de Argentina.
La guerra declarada por Milei a las provincias parece no tener vías de resolución en el horizonte y escala en su intensidad. Al episodio Chubut del fin de semana, se le sumó este lunes la eliminación del Fondo de Financiamiento Fiscal para la provincia de Buenos Aires, creado en 2020 por Alberto Fernández luego quitar alrededor de un punto de coparticipación a la CABA para destinarlo a la PBA. La consecuencia inmediata fue subir a Axel Kicillof a la centralidad de un ring en el que Milei y Caputo habían puesto el viernes a un contrincante mucho menos afín a su relato del combate a la casta y el kirchnerismo. Ahora, el Gobierno Nacional deberá enfrentar en el plano de la política y de la justicia a un actor con un peso específico mayor y que, además, viene hace tiempo construyendo una unidad federal que puede transformarse en un problema para el unitarismo porteño.
Kicillof fue el primer mandatario provincial en solidarizarse con su par de Chubut en el chat que mantienen gobernadores de distintos signos políticos, generado por las embestidas de Milei y del cual el bonaerense es un impulsor protagónico. Junto a él, Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Maximiliano Pullaro (Santa Fe) y Martín Llaryora (Córdoba) encabezan los intercambios. Justamente el cordobés fue especialmente mencionado en la conferencia de prensa por Kicillof, cuando expresó que el Presidente “agrede a los gobernadores, particularmente al de Córdoba”.
Los gestos no son una fachada. Kicillof dimensiona la gravedad del ataque de Milei y Caputo a las provincias y la necesidad de encontrar puntos comunes entre los gobernadores para enfrentarlos y defender los derechos de las poblaciones del interior del país. Esta tarde en La Plata lo puso en palabras concretas: “parecieran estar buscando una suerte de disgregación, de disolución, donde cada uno de nosotros tome medidas unilaterales para dar respuesta a situaciones absolutamente injustas y absolutamente ilegales”.
La frase del gobernador apuntó contra lo que algunos análisis ya alertan como peligro bajo la fórmula de balcanización de la Argentina. Una especie de regionalización donde los intereses locales fragmenten un interés nacional, empujada por un Gobierno central que no cree en el Estado nacional y que abiertamente dice buscar destruirlo.
Ante ese panorama, el gobernador bonaerense escaló a nivel nacional lo que Ignacio Torres articuló en forma regional el viernes pasado. Si la Patagonia se unió bajo el sello de Las Provincias Unidas del Sur para apoyar el reclamo del chubutense y su planteo de suspender el suministro de hidrocarburos al resto del país, el anuncio más resonante de Kicillof este lunes no fue su casi obligada presentación judicial ante la Corte Suprema, sino la reunión de gobernadores que tendrá lugar este martes y de la que participarán mandatarios de todos los sectores políticos.
Lo que se insinuó con el conflicto patagónico y el respaldo unánime del resto de los 22 gobernadores y el jefe de gobierno de la CABA a Ignacio Torres, se proyecta ahora como una articulación de hecho entre todas las provincias del país para unificar acciones en pos de frenar los atropellos de la administración central. El anuncio del encuentro multipartidario por parte de Kicillof, asumiendo el protagonismo de esa batalla, lo posiciona como un referente indiscutible de la oposición que de allí pueda surgir.
Tras recordarle a Milei que gobernadores, legisladores e intendentes cuentan con la misma legitimidad del voto popular a la que él siempre refiere en defensa de sus reformas, Kicillof tiró un centro al interior del país al afirmar “no estamos discutiendo la legitimidad, estamos discutiendo el respeto al federalismo, el respeto a la soberanía, a que dejen vivir de manera pacífica y lo más ordenada posible, diría hoy lo menos desquiciada posible, a la gente”.
OBJETIVO DNU
Otro rasgo saliente del mensaje del gobernador fue su firmeza en el rechazo al DNU 70/23, columna vertebral del gobierno de Milei tras la caída de la ley ómnibus. Kicillof lo citó en más de una oportunidad, articulándolo en su espíritu, en su ilegalidad y en la prepotencia del Gobierno Nacional con el DNU que eliminó el Fondo de Financiamiento Fiscal.
El movimiento mostró habilidad política. Kicillof ubicó en una misma causa federal, en la que también entra el atropello a Chubut, la eliminación del fondo que recibía la PBA y el DNU en el que hoy se sustenta la gestión Milei-Caputo. Cuando expresó que en la reunión de gobernadores se buscaría dar “una respuesta mancomunada” entre los mandatarios provinciales, Kicillof agregó que “ni este decreto, ni el decreto de necesidad y urgencia (DNU70/23), absolutamente ilegal, pueden seguir en vigencia”.
Si Kicillof logra articular reclamos de las distintas provincias con un planteo general en contra del decretazo de Milei, asestará un golpe político tan contundente como el que Gobierno recibió con la caída de la ley ómnibus. Muchos de los mandatarios que se manifestaron en respaldo a Ignacio Torres no fueron enfáticos en su rechazo al decreto emitido el 20 de diciembre pasado, con el cual se desreguló buena parte de la economía y generó el descalabro de la vida cotidiana de la población que hoy Kicillof destaca y denuncia. Habrá que ver hasta dónde llega la unidad de las provincias.
Sin embargo, la movida del mandatario bonaerense tiene otro coletazo en el plano judicial. El anuncio de la presentación ante la Corte Suprema y una posible articulación de reclamos provinciales de cara al máximo tribunal acelerarán los tiempos de los magistrados, que todavía esperan que los melones terminen de acomodarse arriba del carro. Ante todo tiempistas de la política, los miembros de la Corte se verán cada vez más forzados a salir de su cómodo letargo si las denuncias contra el Gobierno Nacional empiezan a apilarse en sus escritorios y en la agenda pública. Judicialización y articulación política en la caja de herramientas kicillofista para ponerse al frente de la resistencia.
UN NORTE PARA EL PERONISMO
A esto hay que sumarle otro componente nada desdeñable. Kicillof consiguió esta tarde una muestra de unidad y respaldo por parte del peronismo bonaerense, que no deja de ser un territorio de disputas y tensiones internas, pero que hoy mostró una jerarquización del acompañamiento a su principal referencia institucional en su batalla por los recursos de la provincia y por la centralidad política en el arco opositor.
Funcionarios del gobierno, intendentes, legisladores provinciales y nacionales, sindicalistas, autoridades del PJ, referentes de La Cámpora. Todos se juntaron en la gobernación bonaerense para ensanchar la espalda del gobernador, en su reclamo al Gobierno Nacional y en su posicionamiento frente al resto de los gobernadores con quienes buscará articular la resistencia.
La primera línea de asistentes a la conferencia ya pintaba el apoyo variopinto. Máximo Kirchner, presidente del PJ provincial y líder de La Cámpora, se sentó en entre sus compañeros de agrupación, el senador nacional Eduardo “Wado” de Pedro, y la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza. Dos laderos de Kicillof como Carlos Bianco y Andrés “el cuervo” Larroque, al lado de la jefa comunal de Moreno y vicepresidenta del partido a nivel provincial, Mariel Fernández, quien a su vez es dirigente del Movimiento Evita, que llevó su respaldo al gobernador también en la figura de su líder, Emilio Pérsico.
Un poco más a la derecha, Cristina Álvarez Rodríguez, actual Jefa de Asesores del gobernador, seguida de dos de los intendentes de mayor articulación con Kicillof, fundadores de La Mesa de Ensenada, como Jorge Ferraresi y Mario Secco. Al otro lado del salón también acompañaba otro de los jefes comunales cercano a Kicillof, Fernando Espinoza, junto a la ex titular del PAMI, la camporista Luana Volnovich.
Gabriel Katopodis, Sergio Berni, Florencia Saintout, Juliana Di Tullio fueron algunas de las personalidades destacadas del peronismo bonaerense que también dijeron presente. A su vez, el sindicalismo también acompañó con la presencia de Roberto Baradel, Sergio Palazzo y Pablo Moyano, entre otros.
Esta muestra de unidad y respaldo por parte del peronismo provincial se da en el marco de un encuentro reciente del Consejo partidario, que se desarrolló el sábado en Cañuelas bajo la presidencia de Máximo Kirchner y al cual Kicillof no fue invitado. Las explicaciones giraron en torno a que el gobernador no ocupa un cargo partidario, sumado al hecho que se resolvió convocarlo a nuevas reuniones, así como también a CFK y Sergio Massa. Lo que el fin de semana fue una foto de un peronismo un tanto atomizado y en búsqueda aún de su reconfiguración, hoy se pareció más a lo el partido deberá articular si pretende volver a constituirse en una alternativa.
JUAN MANUEL DE KICILLOF
Quizás obligado por un Gobierno Nacional que lo necesita como antagonista y quizás antes de lo que hubiera esperado, lo cierto es que Kicillof se encamina a ocupar la centralidad de una oposición federal al unitarismo porteñocéntrico de Milei y Caputo. Ese lugar es codiciado por otros gobernadores de peso con los que posiblemente se entable un juego de ajedrez entre apoyos y despegues.
Moviendo la política federal, apurando a la justicia a que dirima lo que sucede en el ring, articulando a un peronismo en recomposición. Así va quedando Kicillof en una posición que parecía natural tras el 45% de los votos con los que obtuvo su reelección, y que también se va reconfigurando al calor de una nueva irracionalidad política instaurada por el Gobierno Nacional en la cual los marcos de alianzas no pueden mirarse con lógicas pre Milei. Cuánto y cuán rápido asumirá el gobernador ese lugar de centralidad y liderazgo de la oposición al Gobierno Nacional es una de la principales preguntas ordenadoras del nuevo mapa político. Hoy parecen haberse acelerado los tiempos para conocer la respuesta.