Intendentes albertistas que se acercan a CFK
Ante el rumbo incierto del Gobierno, jefes comunales que en su momento alentaron la construcción del albertismo hoy necesitan cuidar sus territorios. Y el refugio bonaerense tiene signo kirchnerista.
El Frente de Todos atraviesa días complejos y enfrenta un destino incierto. Si bien nadie pone en cuestión la unidad, refrendada el lunes pasado por la propia vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, lo cierto es que no terminan de saldarse puntos de acuerdo estructurales en cuanto al rumbo económico y, hoy por hoy, ninguno de sus actores parece muy convencido de la posibilidad de ganar las elecciones nacionales el año que viene. En ese contexto y por lógica, cada quien ajusta su estrategia para cuidar lo suyo y no quedar mal parado ante una eventual derrota en el 2023.
Con fuertes diferencias con el Ejecutivo y la política económica en manos del albertismo, sobre todo tras la derrota electoral del 2021 y el acuerdo con el FMI, el kirchnerismo se concentró en la construcción de su refugio bonaerense. En la provincia gobernada por Axel Kicillof las especulaciones electorales son más amigables y la gestión de gobierno representa lo que el kirchnerismo pretendería implementar a nivel nacional. Ideológica, política y electoralmente, desde allí podría gestarse una etapa de resistencia a un nuevo gobierno macrista que, desde la mirada kirchnerista, podría llegar en 2023 como consecuencia de la ineficiente gestión económica albertista.
Esa lectura no corresponde solo a la pata del FdT liderada por la Vicepresidenta, Máximo Kirchner y Axel Kicillof. Poco a poco, actores del frente que históricamente tuvieron roces con La Cámpora y hasta se animaron a alentar la construcción de un albertismo que contrapesara la balanza del FDT, hoy hacen los mismos cálculos y van dando señales de acercamiento con el kirchnerismo al que pretendieron correr del centro de la escena. En concreto, se trata de intendentes que dejaron sus territorios para asumir cargos nacionales hoy y piensan en el repliegue ante el complejo escenario que enfrenta el Gobierno nacional.
Uno de ellos es el actual Ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi. Históricamente ligado al kirchnerismo, Ferraresi llegó a la intendencia de Avellaneda con la elección del 2011 y desde 2016 es el vicepresidente del Instituto Patria, núcleo kirchnerista si los hay, desde donde la tropa de CFK resistió los años macristas. En noviembre del 2020 fue la cara de uno de los primeros reemplazos del gabinete de Alberto Fernández, al que se sumó ocupando el su cargo actual que en aquel entonces dejaba María Eugenia Bielsa.
En su momento aquel movimiento fue visto como la inclusión de una ficha cristinista en el gabinete albertista. Sin embargo, en el momento en que estalló la tensión entre las dos alas del FdT tras la derrota en las PASO del 2021, el jefe comunal de Avellaneda en uso de licencia se diferenció de la jugada del kirchnerismo que comenzó con la carta de CFK y siguió con las renuncias que sus Ministros pusieron a disposición del Presidente. “Todos los Ministros presentamos la renuncia, algunos de palabra, otros por escrito” dijo entonces Ferraresi marcando sus diferencias con el intento de vaciamiento del gabinete que impulsó CFK.
A partir de ese momento su encuadre con el kirchnerismo dejó de estar claro y su nombre pasó a estar en el grupo de los dirigentes que pretendían un Alberto Fernández más autónomo frente a la Vicepresidenta. Unos 8 meses después, y ante los magros resultados que dejaron las decisiones económicas encabezadas por el Presidente, Ferraresi comenzó a mostrar su descontento. “Algunos vamos a ir presos y, seguramente, otros volverán a dar clases en las universidades internacionales” dijo a fines del mes pasado haciendo referencia a una posible derrota electoral y nuevo gobierno del macrismo, y agregó que si bien Néstor fue quien abrió el camino, fue CFK la que dio “las verdaderas peleas, las peleas más fuertes, las más desiguales”. Unas semanas después, Ferraresi ofició de anfitrión en Avellaneda para que CFK se despachara en el que hasta ahora fue su más duro discurso contra la gestión del Ejecutivo nacional, con él sentado a su lado.
Otro hombre fuerte bonaerense que hoy intenta un equilibrio entre su lugar institucional y el cuidar su territorio es Gabriel Katopodis. El Ministro de Obras Públicas fue el primero de los jefes comunales que saltó de su distrito al gabinete. De hecho, no llegó a asumir como Intendente tras haber sido reelecto en 2019 ya que el 6 de diciembre de ese año anunció que formaría parte del Ejecutivo encabezado por Alberto Fernández. Desde entonces, Katopodis siempre sonó como uno de los más fuertes impulsores del albertismo que el propio Presidente nunca se lanzó a construir.
Las razones brotaban de la relación tensa que el jefe comunal devenido en Ministro siempre tuvo en San Martín con La Cámpora, la agrupación de Máximo Kirchner que tomó como definición hace tiempo disputar con el PJ las intendencias de los distritos en los que lograran hace pie. Pero frente a un albertismo que nunca nació y ante el riesgo concreto de una derrota electoral a nivel nacional, Katopodis se pasó al bando de los que empezaron a volver a tender puentes con el kirchnerismo, pensando en un eventual retorno a la provincia.
El intendente en uso de licencia de San Martín fue el primero de los voceros del acercamiento. A mitad de mayo sorprendió con una declaración en la planteó que “no estamos para escuchar su opinión sino para que participe activamente de todas las decisiones con Alberto Fernández”. En ese momento se discutía el alejamiento de CFK de las decisiones de gobierno, y Katopodis fue taxativo con su opinión al respecto. A principios de junio volvió a afirmar que CFK, Alberto Fernández y los gobernadores estaban todos en una misma baldosa, y este martes dijo en una entrevista con Jorge Fontevecchia que “Cristina y Alberto tienen más reuniones privadas de las que se conocen”. Siempre intentando bajar la espuma de la tensión interna, Katopodis parece definitivamente alejado de ese infructuoso intento albertista del cual ya casi nadie parece hacerse cargo y, por contraste, arrima posiciones a los constructores del refugio bonaerense.
Juan Zabaleta también tuvo un derrotero similar al de sus colegas, aunque con una diferencia sustancial. Reelecto en 2019, asumió como Ministro de Desarrollo Social en agosto del año pasado ocupando el lugar que dejara Daniel Arroyo para ser candidato a Diputado. Zabaleta también venía de una historia de tensiones con La Cámpora en Hurlingham, y en su salto al gabinete, que fue casi al mismo tiempo que el estallido de las tensiones internas, apareció como otro de los pilares en los que Alberto Fernández se apoyaba para contrapesar a CFK.
Su apuesta, de hecho, fue más arriesgada que la de sus colegas, ya que su lugar en el municipio no quedó a cargo de alguien que le respondiera, más bien todo lo contrario. Damián Selci, quien quedó como Intendente de Hurlingham, responde a la pareja de Luana Volnovich y número dos del PAMI, Martín Rodríguez. En otras palabras, La Cámpora ocupó el espacio que Zabaleta liberó para aventurarse con Alberto Fernández en el gabinete nacional.
Hoy, la organización de Máximo Kirchner controla 9 de los 12 Concejales del FDT en el distrito sobre 20 totales. Con ese panorama, la vuelta de Zabaleta a Hurlingham no aparece tan sencilla en el horizonte como la de Katopodis o Ferraresi a sus distritos. Quizás por eso el titular de Desarrollo Social se reunió hace un mes en el Senado con CFK, probablemente en un intento de limar asperezas y negociar un eventual retorno si el Ejecutivo nacional sigue caminando hacia un fracaso electoral, como todos parecen estar leyendo.
Con este panorama suben las acciones de la provincia de Buenos Aires como refugio para todos los que puedan bajarse a tiempo del barco albertista que parece no dejar de hundirse. El Presidente no mostró el músculo político que le reclamaban sus aliados para construir un armado propio ni consiguió éxitos económicos que lo blindaran a las críticas del kirchnerismo. Con quien pretendían que fuera su líder quedándose a mitad de camino, los jefes comunales que tienen territorio y armado propio que defender comienzan a dar lógicos pasos de acercamiento a la jugada que hoy por hoy parece ser la más segura.