Si existe una fuerza política que ha sufrido cambios durante los últimos años en Argentina, esa es el radicalismo. Tras la discutida alianza con el PRO y la CC, que permitió la creación de Cambiemos, el centenario partido se quebró y quienes hoy forman parte del gobierno tienen el objetivo por delante de contener enojos internos y evitar más fugas.

En la provincia de Buenos Aires le quedan sólo tres días a Ricardo Alfonsín como presidente. El actual vicegobernador, Daniel Salvador será el conductor desde el domingo 23 de octubre, luego de que se consensuara una lista única. El principal objetivo del segundo de María Eugenia Vidal será contener a los referentes del espacio y fortalecer su participación en Cambiemos, luego de un año en que las críticas por las "decisiones incosultas"- luego de la incorporación de peronistas al espacio- y por la escasa cantidad de cargos con los que cuentan, se hicieran oír.

A pesar de que se realizaron grandes esfuerzos por intentar que haya listas únicas en los diferentes distritos, en una treintena de municipios los titulares de los comités se dirimirán en internas y en algunos la tensión es grande y las diferencias son incluso mayores. 

Es que sectores del alfonsinismo advierten que dentro de Cambiemos "hay gran mayoría PRO y una notable minoría del radicalismo", según las palabras de la ex precandidata a intendenta y presidenta de la UCR de Bragado, Celina Sburlatti.

Con cautela exponen sus diferencias y sin confrontar aseguran que apuestan a que las mismas vayan desapareciendo y "hagan madurar" al espacio. Es en los diferentes comités de los municipios donde Salvador deberá trabajar para contener enojos, ya que bien sabe Vidal que el apoyo radical es fundamental para mantener apoyo en el territorio.

Los diferentes criterios se resuelven puertas adentro, como cuentan sus dirigentes y a partir del domingo la UCR bonaerense tendrá nuevas autoridades por lo que el desafío que se viene es enorme.