Semanas intensas se viven en el seno de un peronismo bonaerense lanzado, ya sin tapujos, al proceso de discusión interna que deberá llevarlo a un reordenamiento en plena era Milei. Con mayor o menor intensidad, con distintas posturas, con diferencias entre la decisión de dar los debates propios ahora o pararse enteramente en la confrontación con el Gobierno nacional, todos los actores del peronismo provincial meten la cuchara en la sopa. Tras una ronda de consultas por los diferentes campamentos, Diagonales reconstruye los principales planteos y las diferencias que hacen hervir un caldo al que todavía parece quedarle mucho tiempo de cocción.

La secuencia iniciada con las picantes declaraciones de Andrés Larroque hace exactamente un mes tuvo un punto de inflexión este lunes con el comunicado del presidente del PJ bonaerense. Máximo Kirchner propuso elecciones internas para el 17 de noviembre y le tiró la pelota al peronismo nacional para unificar los comicios en el día de la militancia. Con mandato vigente hasta diciembre del 2025, la decisión del diputado nacional y líder de La Cámpora sacudió un avispero que, en semanas anteriores, movieron también la propia CFK con su “dejen de discutir pelotudeces”, o el armado kicillofista con sus gestos de autonomía como el llamado a un plenario militante abierto para este sábado, al que La Cámpora aún con confirma asistencia.

La guerra fría por el peronismo bonaerense

Kichner fue tajante este martes en una entrevista en el canal de streaming Gelatina y marcó la posición camporista. “No hay interna, se inventa y siempre hay un par de vivos que quieren sacar provechito” fue el título que eligió la comunicación de la organización para las casi dos horas y media de conversación entre Kirchner y Pedro Rosemblat. No sólo eso, sino que en el recorte difundido se resaltaron los pasajes en los que el diputado nacional marcó el apoyo de La Cámpora al Gobierno provincial a través de la gestión de ministros como Nicolás Kreplak, Florencia Saintout o Daniela Vilar, así como también con los votos en la Legislatura para iniciativas como el impuesto inmobiliario rural. “Todo lo que el gobernador pidió, salió” sentenció Máximo.

“La definición es esa, nosotros estamos en el Gobierno de la PBA, acompañamos el axelismo, trabajamos para que le vaya bien” complementan desde un sector de La Cámpora a Diagonales. Y van más a fondo: “Entendemos que, que le vaya bien a la gestión de Axel, es que le vaya bien al peronismo y a la gente. Trabajamos para eso, no hay una interna real”. En la organización consideran que el mensaje de Máximo fue claro y contundente, y que “ordena para abajo, como cuando habla Cristina, el problema son las operaciones y la interpretación de la interpretación de la interpretación”.

Las diferencias entre sectores del peronismo bonaerense no se niegan en la organización conducida por Kirchner, pero se atribuyen más a rencillas y posiciones personales que a la definición política de un sector. Consideran que CFK es la conducción de un conjunto, en el que entran Kicillof y Máximo, y en el que “no hay tres ñatos de WhatsApp por fuera de eso”.

La guerra fría por el peronismo bonaerense

Paradójicamente, en ese punto La Cámpora tiene un punto de coincidencia con otro peronismo bonaerense, hoy por hoy por fuera de todo ese circuito justamente por su pelea a todo o nada con Kirchner y los suyos. Fernando Gray, intendente de Esteban Echeverría, sostiene una disputa en la Corte Suprema para impugnar la elección que en 2021 llevó a Máximo a la presidencia del PJ provincial. El jefe comunal expresó a este medio en relación al nuevo llamado a las urnas que “por un lado están La Cámpora y sus aliados y por el otro lado estoy yo con otros compañeros, porque alguien tiene que interpretar al resto del peronismo”. Para Gray no hay diferencias entre La Cámpora y Kicillof, a quien “con cariño y respeto” consideró “una variante” de la organización liderada por Kirchner: “a los dos los alinea CFK en la cocina de su casa”.

El ex presidente del PJ bonaerense recuerda que fue desplazado por Kirchner en una elección que se adelantó un año, y hoy dice que le hace ruido “que un día Máximo se levante y te anuncie por Twitter que va a volver a adelantar las elecciones. Eso se consensúa, pero con ellos se hace lo que ellos quieren o no se hace nada, y eso no es así. Ellos no quieren discutir porque lo que está en discusión es el liderazgo de ellos”. Gray va a fondo y dispara: “Más allá de las irregularidades, el liderazgo de Máximo hace 4 años era indiscutible, los 70 intendentes del conurbano sacaron un comunicado apoyándolo. Hoy eso ya no está y hay que ver qué pasa en 6 meses”.

El intendente de Esteban Echeverría sostiene en ese sentido que “hoy Máximo a su manera da un paso al costado porque no está pudiendo interpretar a todo el peronismo. Si tuviera consenso absoluto no adelantaría internas y seguiría con su mandato hasta diciembre del 2025, indudablemente no puede sintetizar a todo el espacio”. Referente de un sector en el que orbitan dirigentes como Juan Zabaleta o Facundo Moyano, que en otro streaming reciente dijo que “La Cámpora hizo presidente a Milei”, Gray plantea que irá a fondo con su disputa judicial pero no descarta el proceso electoral interno. Sin embargo, alerta que el punto concreto será la conformación de la junta electoral, “que es la que define todo el proceso, es lo que discutió Alberto Rodríguez Saá y no lo dejaron competir, le bocharon la lista. Si me hacés una junta con Mayra, Wado, Tignianelli y bueno, chau, ahí no hay elección interna”, remata el intendente, que también propone la boleta única y la apertura de padrones.

La guerra fría por el peronismo bonaerense

Los mismos reparos sostienen desde otro sector del peronismo bonaerense, cercano pero independiente a Kicillof y con históricos enfrentamientos con La Cámpora. “En principio se celebra la convocatoria electoral como todo lo que pueda ampliar la participación en el peronismo”, sostienen, aunque también alertan a “no caer en la trampa, hay que ver cómo están esos padrones después de un proceso de afiliación masiva como el del año pasado”. En ese núcleo interpretan que la jugada de Kirchner y su bajada de tono a las discusiones internas responden a que “tienen que salir a poner paños fríos porque el propio votante está re caliente”.

El gobernador bonaerense, por su parte, esquiva las tensiones que se generan cuando pilares de su gobierno como Larroque, o intendentes de su riñón como Ferraresi o Secco salen a tirarle a La Cámpora. Kicillof se concentra en la gestión y la oposición a Milei desde posicionamientos políticos y articulación con sectores. El lunes, el gobernador reunió a buena parte de los intendentes en La Plata, con excepción a los del PRO, en un acto en el que se firmó el desembolso de $35.549 millones para los 135 municipios, en el marco del Fondo de Fortalecimiento Fiscal Municipal. Semanas atrás se lo vio reunido con la CGT, o acompañando en la calle movilizaciones del movimiento obrero y la comunidad universitaria. Este miércoles viaja a Chubut para reunirse y firmar un convenio con su par del PRO, Ignacio Torres.

La guerra fría por el peronismo bonaerense

Alejado de la exposición en la interna, Kicillof tiene armadores que construyen un nuevo polo político en torno a su conducción. Junto a los mencionados Larroque, Ferraresi y Secco está Carlos Bianco, ministro de Gobierno y mano derecha del gobernador. Bianco lanzó un nuevo frente de organizaciones sociales y políticas hace un par de semanas llamado “Patria y Futuro”, y organiza para este sábado junto a otros dirigentes e intendentes el plenario “La Patria no de Vende”.

El evento será en Florencio Varela, municipio gobernado por otro jefe comunal aliado del gobernador, Andrés Watson. En los últimos días comenzó a circular una convocatoria abierta para que cualquiera que quiera pueda participar de alguna de las 10 comisiones de trabajo, que arrancarán a las 12 de ese día. El cierre estará a cargo de Kicillof, y la masividad y la transversalidad del acto será una imagen del músculo propio del gobernador, algo en lo que sus armadores trabajan para lograr un impacto contundente que lo empodere en las discusiones en curso.

La guerra fría por el peronismo bonaerense

Otro actor con peso propio dentro del peronismo provincial son los movimientos sociales. En ese universo hay movimientos contrapuestos o, más bien, destinados a no quedar mal parados en ninguna de las resoluciones posibles a las tensiones que hoy cruzan al movimiento. Por un lado, el Movimiento Evita y Barrios de Pie se incorporaron a la gestión provincial a partir del nombramiento de Gildo Onorato al frente del IPAC, y de Daniel Menéndez como titular de la subsecretaría de Economía Popular del Ministerio de Desarrollo de la Comunidad que conduce Larroque. Ambos estarán el sábado junto a Kicillof en Florencio Varela.

Pero el fin de semana pasado dejó una elocuente foto de Emilio Pérsico y la intendenta de Moreno, Mariel Fernández, junto a Máximo Kirchner en el cierre de un ciclo de formación política en el PJ del municipio. El líder de La Cámpora participó de la actividad a partir de su estrecha relación con la intendenta, pero la presencia del líder del Evita generó sorpresa en algunos sectores. Allí hay quienes leen ese movimiento como parte de la interna que su compañera, Patricia Cubría, mantiene en La Matanza con el jefe comunal Fernando Espinoza, hoy parte de la galaxia kicillofista. Sin sacar los pies de ningún plato, el Evita pone huevos en ambas canastas.

La guerra fría por el peronismo bonaerense

En una tensa calma que se percibe en la militancia y en las bases como una guerra fría, el peronismo bonaerense transita su proceso de reacomodo al nuevo mapa político y social de la Argentina de Milei. Con el llamado a elecciones internas, un punto en el calendario señala una vía de resolución posible a los debates sin saldos ni consensos. Habrá que ver si todos los sectores caminan hacia allí y cómo lo hacen, considerando que la acumulación de fuerzas en cada espacio determinará no sólo quién presida el partido por lo próximos años, sino en qué mano quede la lapicera que firmará las listas del 2025. Lo que puede ser percibido como discusiones de cúpulas o de palacio, termina teniendo implicancias concretas en la capacidad del peronismo para estar en la calle, representarla y construir una alternativa real al gobierno de Milei. El proceso recién comienza.