Bonaerenses por el mundo De tradición Maya, tortillas de maíz y frijoles
Por Maxi Franco de Quilmes
El 13 de junio de 2016 mi cabeza hizo un clic importante. La rutina en Buenos Aires desgastaba cada vez más y mis ganas de volar aumentaban. Tuve la suerte, personalment, de que la empresa en la que trabajaba decidió reducir personal en la cual caí.
Ahí nomás saqué mi pasaje a México, sin pretensiones, pero ansioso por conocer este país. Así fue como empezó la gran aventura que lleva ocho meses y me encuentra en Bacalar, Quintana Roo, México.
Cuando llegué lo que más me sorprendió fue la amabilidad de los mexicanos, "buenos días, buenas tardes, que le vaya bien", entre otros gestos realmente apreciables como su generosidad a la hora de recibir un desconocido en su casa por el solo hecho de viajar y conocer su país, ellos te dan todo lo que esté a su alcance desde comida, un lugar para dormir, un consejo, un abrazo, lo que puedan -que teniendo en cuenta las circunstancias, son acciones enormemente valorables-.
Recorrí varios estados de la república mexicana (Quintana Roo, Yucatán, Chiapas, Oaxaca, Puebla, Jalisco) en los que he trabajado y hecho voluntariados. Entre ellos participé en un voluntariado en una comunidad Maya de aproximadamente 500 habitantes en el corazón de la selva yucateca. Allí el trabajo consistía en remodelación urbana de las comunidades Yaxunah y Chimay en el municipio de Yaxcabá, desde pintar albarradas (es la división del terreno con la línea municipal, solo que en vez de ser una pared de material, es una pared formada por piedra caliza montadas unas sobre otras); hasta limpiar traspatios, eliminar posibles criaderos de mosquitos e insectos que alteran las cosechas de los vecinos, ya que cada familia tiene su huerta, sus animales y su propia manera de auto sustentarse.
Yaxunah cuenta con su comisaría/palacio municipal frente a la plaza central, donde también se encuentra el molino y una iglesia construida en el año 1812, en la que aún pueden observarse los restos de esta construcción colonial.
Todas las mañanas las mujeres se acercan al molino del pueblo el cual funciona administrado por los propios vecinos. De esta manera muelen el maíz previamente nixtamalizado, que es el limpiado del grano con agua y cal. Una vez molido, llevan a sus casas la masa lista para tortear sobre una chapa estilo grill calentado por leña, ya que es casi nulo el uso de garrafas a gas. También elaboran hamacas, sudaderas y otros productos en telares realmente grandes, totalmente artesanales ubicadas frente al molino y la comisaría.
Mientras tanto, los hombres pasan sus días en la Milpa (campo de plantaciones de maíz, frijol y chile, entre otras verduras) cuidando que los animales no se coman el producto que alimentará a las familias el próximo año. Por las noches, con un cielo repleto de estrellas, se escucha de fondo el "toc-toc-toc" del martillo de madera golpeando un objeto cortante con el que tallan artesanías en madera o piedra que serán vendidos en puntos turísticos como Chichén-Itzá, Mérida, Cancún, Tulum y Playa del Carmen, entre otros. Hombres, mujeres y niños, todos son artesanos.
El pueblo cuenta con un cenote llamado "Lol-Ha" (Flor de agua en Maya antiguo) y una zona arqueológica en la que algunos habitantes trabajan ahí realizando excavaciones en la selva para descubrir qué comunidad Maya vivió allí hace miles de años. Lamentablemente este tipo de labores los lleva a cabo una persona del extranjero con arqueólogos de su equipo, lo que no resulta muy grato para la comunidad ya que México cuenta con arqueólogos capacitados para hacer este tipo de trabajos pero, como siempre nos pasa a los latinoamericanos, la mano de obra europea parece ser de mejor calidad.
La vida en la comunidad es una experiencia única y que todos deberíamos hacer para poder encontrarnos realmente con quien somos, con el ser interior. Donde los niños juegan en la calle hasta que se hace de noche, de pequeños hablan el idioma y visten como sus ancestros. Sin celulares, sin internet, sin televisión, sin tecnología que contamine su cerebro, y con la poca ayuda que reciben del estado de Yucatán, ellos mantienen las costumbres y tradiciones Maya.