Cambiemos Un gobierno que tiene sello de clase
Columna de opinión por Myriam Bregman
Llegando al cierre del 2016, las proyecciones políticas sobre el año que vendrá no pueden pensarse sin balancear el primer año del gobierno de Cambiemos. Se impone por ejemplo recordar la imagen de euforia inicial de la revolución de la alegría , que promovieron Mauricio Macri y su equipo de CEOs. Esa imagen es la que contrasta ahora con un gobierno que tiene varios frentes de tormenta que permanecen abiertos, aunque el primer gran propósito, el ajuste a los trabajadores y el pueblo pobre, se haya logrado.
Desde que asumió, la CEOcracia de Cambiemos se mostró como lo que es, con su sello de clase un gobierno para los empresarios y los ricos. Ya cuando asumió el gabinete macrista, con ironía poníamos en una foto de la Casa Rosada un cartelito que decía Cambio de firma. Atendida por sus propios dueños . No nos equivocamos.
A pesar de haber devaluado, de haber quitado las retenciones a las patronales agrarias y otros sectores concentrados, de endeudar brutalmente al país, de atacar el salario, pagar a los buitres, dejar en la calle a miles de trabajadores y sus familias, habilitar un nuevo blanqueo de capitales para los evasores de siempre, no consiguieron que la Argentina capitalista crezca. Hoy el país está en recesión y las perspectivas para los meses que vienen, no son alentadoras. Por eso dijimos que el retiro espiritual de los funcionarios macristas no fue más que una puesta en escena de la crisis que atraviesa el gobierno nacional. Preparan más ajuste y un nuevo ataque al salario y a las condiciones de trabajo, por eso la ley de ART, por eso el renovado ataque noventista a los convenios de trabajo.
Ahora casi todos están pensando en las elecciones de 2017, y el macrismo sabe que la economía en crisis, las complicaciones legislativas de fin de año y el creciente malestar social, lo ponen al borde una derrota. Muchos son los que quedaron pegados a este gobierno. Sergio Massa y su Frente Renovador ejerció prácticamente un cogobierno en la provincia de Buenos Aires, casi como en la represiva provincia de Jujuy, donde ejercen la vicegobernación.
Otros, los que llamaron a votarlos con el argumento de enfrentar a la derecha o por el proyecto nacional y popular , hoy son los voceros del ajuste y de la entrega. Allí están Urtubey, Bertone, Pichetto, por mencionar algunos nombres. El Senado y las gobernaciones son algunas de sus guaridas.
Este ataque sostenido contra los trabajadores tampoco puede explicarse sin la tregua que garantizó la conducción de la CGT durante todo el año. En el marco de un ajuste brutal, no llamaron siquiera a un paro dominguero. Decir que son garantes del ajuste es algo que le queda chico a estos dirigentes sindicales.
Pero en la realidad nacional del 2016 también se vio otra expresión política el acto multitudinario que realizó el 19 de noviembre el Frente de Izquierda, en la cancha de Atlanta, fue su expresión. Como demostramos allí, no solo fuimos consecuentes con las peleas dadas en el Congreso Nacional, sino también en los sindicatos, en los centros de estudiantes y en las calles, acompañando cada lucha dada por los trabajadores, las mujeres y la juventud. Ese fue y sigue siendo nuestro compromiso, y con esa fuerza nos preparamos para seguir enfrentando en el 2017 la política del gobierno. En eso estamos. Y para eso, nos proponemos ser miles.