Es un hecho que en este 2020 los estrenos cine que se animaron al estreno en salas en EEUU y Europa, han fracasado y por el resultado de ello es la rápida mudanza a las grandes plataformas streaming.

Los autores, directores, productores, artistas y técnicos en general y también gran parte del público, sabe que no es lo mismo visualizar un filme proyectado en una sala en pantalla gigante que una emisión en un tv-led en el living de un hogar. La industria sabe que el esquema de negocio de tickets por venta de entradas en salas vs usuarios de plataformas son dos mundos muy distintos. Ahora bien ¿Qué otras alternativas a las salas convencionales surgieron esta pandemia?

En verdad las opciones fueron muy limitadas, países de Europa como Francia, Alemania, y algunos países nórdicos eligieron adaptar salas de grandes teatros sacando butacas para proyecciones con público reducido, pero el resultado no fue bueno. No solo la cantidad de espectadores afectó la recaudación, el miedo de la gente siguió estando presente. ¿Entonces qué otra alternativa surgió? Una que dio mejores resultados y que fue basándose en una estrategia de varias décadas pasadas: “el autocine”.

EEUU a la cabeza, y países de Latinoamérica, incluyendo Argentina, adaptaron predios, plazas y estacionamientos en autocines, que despertaron la nostalgia de muchos, y también ofrecieron una experiencia a jóvenes. Pero no fue fácil, los permisos de circulación, restricciones, e incluso problemas de logística tanto técnica como de servicios (sistemas de sonido y baños) fueron cuestiones que quedaron en duda en cuanto a la efectividad sanitaria.

Las dimensiones de algunos previos eran cerrados, y las pantallas elegidas también en muchos casos no fueron las adecuadas, ya que los clásicos autocines, tenían una particularidad, ser al aire libre y con pantallas extremadamente enormes, con una calidad de proyección diferencial, una tecnológica de alcance en imagen que los actuales autocines no pudieron empatar. Pantallas relativamente chicas, solo comparables con salas convencionales para público de butaca. Un desacierto que obviamente no se tuvo en cuenta por motivos de inversión y tecnología.

Las estrategias estuvieron y la reacción de la industria fue rápida, pero el público no acompañó las propuestas. En cambio las pochocleras hogareñas se activaron y las picadas en las mesas del living comenzaron hacer costumbre. Las familias apostaron a la seguridad del hogar y volvieron como en la década de oro de la vieja televisión, a colocarse frente a esa cajita lumínica, ahora con forma de ventana plana.

Fue así, como casi un 40% de las empresas dueñas de salas de cine en lo que va de este 2020 quebraron en Europa, mientras una segunda ola de la pandemia no parece dar respiro. Mientras tanto las plataformas otorgaron el contendido exclusivo, llegando a eventos extraordinarios y estrenos masivos en distintos países en forma simultánea. El público las eligió a ellas, y los Smart led de grandes pulgadas funcionaron como salas de cine en casas y departamentos.

Esta clara señal de cambio, hizo que la industria audiovisual tome nota del contexto, y decida retrasar estrenos y también cambiar las ventanas de exhibición de algunos de sus productos para volcarlos a las reinas del streaming. Hoy son muchas las producciones que están pensando la “doble ventana en simultaneo” para estrenar sus productos.

Una pandemia que golpea  a la industria en la década dorada de las series y el cine, y que a la vez genera una demanda sin precedentes en productos de entretenimiento audiovisuales. Una oportunidad única para seguir produciendo, estrenando y generando alianzas con las nuevas tecnologías y los nuevos hábitos de consumo. Las salas no morirán, pero en estos tiempos enfermaron y deberán luchar para seguir en pie tras la pandemia.

*Director Diseño Audiovisual UADE. Twitter: @ramisanhonorio