La guerra interna del peronismo no afloja, y el epicentro ya no es sólo la provincia de Buenos Aires, sino más específicamente la Tercera Sección Electoral y el sur del conurbano. Lo que sucede en los municipios de Avellaneda, Lanús y Quilmes explica buena parte de la disputa que hoy tiene de un lado al cristinismo y del otro al incipiente armado de Axel Kicillof. Y los principales protagonistas de la contienda son los intendentes Jorge Ferraresi y Mayra Mendoza.

Los cruces picantes que hace unos meses tenían como foco la administración de los fondos del puerto de Dock Sud, se reeditaron esta semana en un nuevo capítulo de una novela que no tiene fin y cuyo único desenlace parece residir en las urnas del 2025. Ferraresi visitó territorio quilmeño en una especie de actividad de campaña en un distrito gobernado por un adversario político, de esas en las que se buscan mostrar falencias en la gestión y el malestar de los vecinos. Mayra Mendoza lo acusó con Kicillof, calificando su recorrida como un informe de LN+, y exponiendo al gobernador ya sea en su rol de conductor del intendente o en su incapacidad para conducirlo. CFK avaló el posicionamiento de Mendoza.

Así las cosas, cuando parecía que la temperatura de la interna bajaba tras el discurso de ayer de Kicillof, en el que no se refirió a la discusión con el cristinismo, y una recorrida de Mayra por una obra del OPISU en la que criticó el abandono del Gobierno nacional pero no apuntó a la PBA, Ferraresi dio la nota con una nueva escalada en la guerra interna. El intendente de Avellaneda mandó Ariel Burtoli, concejal de Quilmes que le responde, a romper el bloque de UP y armar un monobloque en el HCD quilmeño.

“Hemos tomado una decisión difícil en el transcurso de un año complicado. Estamos firmemente convencidos de que es un momento crucial para apoyar irrestrictamente a nuestro gobernador Axel Kicillof. Justamente cuando él es atacado por algunos sectores políticos que integran Unión por la Patria. Son tiempos donde parece prevalecer la lógica de sometimiento o traición, según lo manifestó el propio Axel”, argumentó el concejal, que a partir de hoy tendrá su monobloque llamado “Unión por la Patria-Peronismo Bonaerense”.

Instagram de arielburtoli

No es el primer movimiento de estas características por parte de Ferraresi. En diciembre, el jefe comunal de Avellaneda hizo la misma jugada en Lanús, donde recién asumía el camporista Julián Álvarez. Allí, Ferraresi ordenó a Belén Berrueco, de su agrupación “La Eva Perón”, romper el bloque de UP para conformar un monobloque con el mismo nombre del que hoy creó Burtoli. En el universo del peornismo bonaerense circula la versión de que ese fue uno de los puntos de inflexión entre CFK y Kicillof. La ex presidenta le habría reclamado al gobernador la actitud de su intendente aliado, obteniendo como respuesta que Ferraresi se movía sólo y por su cuenta.

“Ferraresi trabaja para la candidatura de Kicillof. El concejal que hoy rompe el bloque de UP lo hace diciendo que es para bancar a Kicillof. El gobernador no puede hacerse el desentendido”, reclaman cerca de Mayra Mendoza. En Quilmes piensan que los movimientos del intendente no pueden pensarse como desacoplados a la estrategia de construcción del axelismo y una eventual candidatura presidencial del gobernador. Allí se explica el tuit con el que Mayra interpeló directamente a Kicillof para reclamarle la visita de Ferraresi.

Burtoli es un dirigente sindical encuadrado dentro de la CGT, que asumió como concejal en 2019 y renovó su banca en 2023. Es la espada de Ferraresi en Quilmes, lo acompañó en sus anteriores incursiones en el municipio comandado por Mendoza y el fin de semana estuvo en las recorridas por Solano y Villa Luján. El concejal escribió en sus redes que “fue un año difícil tanto para mí como para mis compañeros. Muchos de ellos fueron perseguidos políticamente y varios tuieron que renunciar a su empleo municipal. Sufrí varios hechos de violencia”. Apuntando a La Cámpora, Burtoli expresó “hablan permanentemente de que el amor vence al odio, pero no lo practican. Atacan de todas las maneras posibles a toda persona que se atreva a apartarse un milímetro de sus órdenes”.

La disputa entre Ferraresi y La Cámpora tiene otros telones de fondo. La primera parada de la verdadera discusión tendrá lugar en el armado de listas del año que viene. La Tercera Sección Electoral pondrá en juego 18 bancas para la Cámara de Diputados bonaerense, y será el epicentro de una discusión entre el armado de Kicillof y el de Máximo Kirchner por la consolidación en un territorio que es el corazón del voto peronista en la PBA.

Pero todos los caminos llevan al 2027, tanto en la discusión nacional como en la de la sucesión en la provincia. Allí, Mayra Mendoza asoma como la principal figura del cristinismo (por fuera de CFK) con pergaminos propios como para aspirar a disputar la gobernación. Dos veces intendenta de un municipio de los pesados como Quilmes, primera intendenta mujer del distrito, cientos de miles de votos y el condimento de haber dado vuelta la elección en 2021 son algunas de las medallas que la apuntalan como la carta de CFK para pelear por el sillón de Dardo Rocha.

X de Diagonales

Por su parte, Ferraresi es quizás el jugador del kicillofismo que se mueve con mayor ambición pensando en la sucesión bonaerense. Si bien es cierto que el intendente comparte una lista de posibles aspirantes en la que pueden anotarse a Gabriel Katopodis, Carlos Bianco y algún otro jefe comunal, lo cierto es que hoy por hoy Ferraresi se muestra a sí mismo como el principal impulsor del liderazgo y una eventual candidatura de Kicillof, y también como máximo lugarteniente en la disputa con La Cámpora, movimientos que difícilmente vengan sin una aspiración personal por pelear el lugar vacante que dejará el gobernador. El jefe comunal cuenta además con casi 15 años al frente de Avellaneda, con un impasse en el período en que fue ministro nacional, pero con el pergamino de nunca haber perdido la conducción política de otro de los principales municipios del conurbano, en el que siempre llevó al peronismo al triunfo.

La guerra que hoy parece no tener vuelta atrás dista mucho del clima que se vivía hace dos años entre los mismos actores. En Quilmes recuerdan una entrega de viviendas en el distrito de septiembre del 2022, cuando Ferraresi era ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat de la Nación, en la que las opinones eran totalmente opuestas a las de hoy. “Con un trabajo gigante de Mayra luego de un proceso de abandono, deterioro, de tener estos barrios abandonados. Estas cosas se hacen más con convicción que con recursos, pero es imposible hacerlo si la intendenta no se pone el trabajo al hombro como hace ella, en una urbanización que es casa por casa, lugar por lugar, familia por familia. Es una tarea larga, difícil, compleja, pero con la vocación que tiene ella vamos a llegar a buen puerto”, decía entonces Ferraresi.

Hoy ese buen puerto (que no es el de Dock Sud) parece quedar cada vez más lejos. Ferraresi expone déficits habitacionales de barrios de Quilmes en sus redes como si se tratara de un municipio gobernado por el PRO. “Decía eso hace unos años y ahora viene a tirar mierda”, dicen cerca de Mayra, que tilda a su par de Avellaneda de “movilero de LN+”. CFK y Kicillof como terminales de esa discusión que cada vez parece tener menos puntos de retorno. Las listas de diputados bonaerenses en 2025 y la sucesión de la gobernación en 2027 como telones de fondo. Piezas del rompecabezas de un peronismo fragmentado y enfrentado en una interna en la que no se ve solución en el horizonte. “Torcido y desordenado” calificó al peronismo CFK hace unos meses cuando se lanzó a la presidencia del PJ. Si algo cambió desde entonces, sólo fue la profundización de esa torsión y ese desorden, que nadie festeja como lo hace el Gobierno nacional.