Estamos atravesando un nuevo proceso de cambio cultural, social, político y económico en América latina.

Es esta denominada globalización a nivel mundial que afecta a todas las regiones del mundo de maneras diferentes, en algunas impacta de manera positiva; sobre todo, a aquellas donde hay una gran capacidad de creatividad en la sociedad y una gran capacidad de competitividad de su producción. Generando que puedan mantener una política económica de apertura, pero; por otro lado, afecta de manera negativa en ciertas regiones donde la mayoría de los países que la integran son relativamente jóvenes y están en una etapa de solidificación del perfil de sociedad y en un proceso de subdesarrollo a nivel económico, político y cultural.

En estas regiones es donde hacemos el enfoque, Latinoamérica al ser una región relativamente joven aun no logra organizarse regionalmente de manera eficaz y sistemática, ya que los países se encuentran constantemente resolviendo problemas locales que priorizan para la solidez de las naciones. Y para profundizar este problema se tienen que enfrentar con un fenómeno llamado globalización, que viene en parte aparejado con una concepción individualista en todo tipo de desarrollo, sumado esto a tendencias políticas de centro derecha y de fuerte impacto electoral en las naciones que componen esta región que llevan adelante políticas de corte netamente neoliberal.

Es el caso de Argentina en el cual hoy conduce sus destinos una fuerza política nacida en ciudad de Buenos Aires y que cada espacio de poder que consiguió de manera democrática siempre ha sido encabezado por personas vinculadas a los núcleos de poder económico pertenecientes a la burguesía nacional con una visión empresarial de la sociedad y hoy en día de la cosa pública.

Hoy nos encontramos en un panorama muy delicado a nivel económico, partiendo de que tenemos un sistema muy poco federal en el reparto de los recursos y unas provincias muy hundidas económicamente, donde en su mayoría hay muchas complicaciones para liquidar sueldos, esto genera que desde el sector publico haya una caída en la economía sumado a las medidas antipopulares que tomó el gobierno de sincerar las tarifas de los servicios públicos de manera abrupta, la inflación creciente, la paralización de la obra pública.

Por el lado del sector privado y teniendo en cuenta que el 80% del empleo privado proviene de las pymes nacionales, nos encontramos con una fuerte decisión del gobierno hacia la apertura económica, lo que genera que muchas pymes e industrias nacionales tengan que cerrar por la falta de nivel de competencia de sus productos; a su vez, sumado a los incrementos en los costos de producción, la presión impositiva que ejerce el estado y la caída de la actividad económica en general. Estábamos esperanzados de que la economía repunte en 2017 a causa del efecto rebote después de la caída de la actividad en 2016 pero se espera para lo que queda del año una inflación que ronda entre el 21% y el 25% y una pequeña caída en el PBI.

No existen posibilidades que el gobierno cambie el rumbo de su visión económica en estos dos años que le quedan en el ejecutivo nacional y se empeoraría aun más si se apuesta al sistema financiero como eje central de nuestra economía y sobran ejemplos de países que perdieron millones de puestos de empleo a causa de esto, pero sí creo y estoy convencido de que se asoma una nueva generación de dirigentes, la cual tiene la responsabilidad de realizar debates políticos de profundidad necesaria para revertir este vaivén económico que sufrimos a falta de políticas de estado y de un proyecto nacional que marque el rumbo del país.

Es por eso que debemos darnos el debate en profundidad sobre temas de fondo, como cual tiene que ser el sistema de distribución del capital en Argentina, cual es el perfil que tiene que tener nuestro PBI, nuestro sistema de recaudación, el rol del estado en los servicios públicos, el rol del estado en la sociedad, el rol de los partidos políticos en nuestro sistema democrático; en síntesis, la nueva camada política no va a tener la tarea de refundar el país, pero sí de darle un rumbo concreto, certero, a largo plazo y previsible para las futuras generaciones. El rumbo es el diálogo, la firme convicción en las políticas de Estado, la humanización de la política, dejar el egoísmo en pos de una construcción colectiva de sociedad, la integración regional en Latinoamérica hacia un mercado común y la formación de un proyecto nacional.