En octubre de 2009, el líder del Comité Nobel Thorbjørn Jagland anunció que por sus esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos , y también por tener la visión de un mundo sin armas nucleares , el Premio Nobel de la Paz era para el hawaiano Barack Obama.

Él mismo sostuvo, al recibirlo, que la humanidad necesita reconciliar dos hechos aparentemente irreconciliables que la guerra a veces es necesaria y que la guerra es, de cierta manera, una expresión de desatino humano .

Bueno, este desatino sirve para mostrar cabalmente los extremos de su legado.

En términos económicos es justo aclarar que el Presidente saliente debió enfrentar la mayor crisis financiera (con su consecuencia económica y social) desde la Gran Depresión de los años 30. En este marco, durante los 8 años de mandato, ha conseguido crear alrededor de 14 millones de empleos, reduciendo la tasa de desempleo de un 8% al 4,9%.

Como contrapartida, se ha disparado la deuda pública en Estados Unidos, alcanzando hoy un récord, con más de US$ 19,8 trillones de dólares. Veamos por qué son cara de la misma moneda.

Es importante marcar el rumbo de la decisión gubernamental de crear empleo, que claramente se liga a la economía de la guerra . El Departamento de Defensa de los Estados Unidos se ha constituido en el mayor empleador del planeta, con 3,2 millones de trabajadores. Lo siguen, de muy lejos, el ejército chino, Walmart y McDonald s. Está claro que la receta global para enfrentar al desempleo es más Estado y no dejar la regulación en manos del mercado. Así y todo, la desigualdad no ha dejado de crecer, concentrando en el 1% más alto cerca del 50% de la riqueza yankee.

Otro hito de la gestión que llegó a su fin este año fue el llamado Obamacare, el plan de salud aplicado desde 2012 (año en el que la Corte Suprema lo avala) y que amplía la cobertura a millones de estadounidenses de sectores desfavorecidos que no cumplían los requisitos para aspirar a seguros privados.

Un serio problema que no parece tener una salida a corto plazo es la crisis migratoria. Tema de campaña que se convirtió en central, puesto que sigue sin solución. Se calcula en más de 2,5 millones los inmigrantes ilegales deportados, más que cualquiera de los inquilinos anteriores de la Casa Blanca. Esto vino de la mano de una violencia callejera y xenófoba alarmante. Los controles sobre las armas que poseen los ciudadanos son totalmente estériles y los enfrentamientos con la policía hace que siempre pierdan la vida los mismos excluidos habituales. La grieta se agranda cada vez más.

No es exagerado sostener que Estados Unidos está dividido ideológicamente. Los republicanos dominan el Congreso y han bloqueado iniciativas del gobierno demócrata. Aquí tampoco Obama pudo construir consensos ni generar un diálogo genuino con la oposición. El contrapeso lógico pasó entonces por el fiel de la balanza de la Corte Suprema en temas como el aborto o el matrimonio igualitario.

Fronteras afuera, Obama ha dejado también una interesante apertura a Asia (no sin roces con Putin) y el deshielo definitivo con Cuba luego de 50 años de un bloqueo ridículo e ineficaz. Aún más polémico, el acuerdo firmado con Irán inquietó a propios y extraños, puesto que se levantan las sanciones internacionales a cambio de la renuncia iraní de construir una bomba atómica.

Así, el Premio Nobel de la Paz en 2009, tiene el triste récord de haber mantenido a su país durante sus dos mandatos, de manera ininterrumpida, en guerra. Esto incluye tanto al Bush malo como al peor; a Nixon y a Roosevelt; en suma, a todos, desde Lincoln hasta hoy. ¿Será esta la receta a aplicar en el mundo para frenar el desempleo?