El teatro como espejo
Por Sol Rodríguez Seoane. El circuito teatral está conformado actualmente por tres tipos de teatro el circuito oficial, el comercial y el independiente. Si el teatro es o no un reflejo de la sociedad es un largo debate
La dicotomía que gira en torno a si el teatro es o no un reflejo de la sociedad o mantiene autonomía, es una deliberación ya a esta altura, milenaria. Pero supongamos por un momento que sí, que refleja de algún modo nuestro entorno social. Entonces la pregunta sería la siguiente ¿Qué nos devuelve el espejo, al menos en lo que se refiere a la ciudad de Buenos Aires? Argentina y particularmente Buenos Aires es conocida por la cantidad de espectáculos disponibles en cartelera.
Extranjeros de todas partes del mundo y visitantes del interior del país al venir de visita recorren la calle Corrientes en búsqueda de algún espectáculo (entre los cuales por supuesto, está el mío). El circuito teatral está conformado actualmente por tres tipos de teatro el circuito oficial, el comercial y el independiente, cada uno de ellos de naturaleza muy diferente.
El teatro comercial, si bien ha bajado su consumo debido a la situación económica, aún sigue en boga en la calle Corrientes. Es el teatro "empresarial", el único que produce una ganancia a sus productores y artistas. La entrada es la más costosa de los tres circuitos, y la característica que los une es la exportación de textos teatrales excepto "Bajo Terapia" o algún que otro espectáculo que funcione de excepción, todas las obras son traídas del exterior.
En relación al teatro oficial, el San Martín lamentablemente ha permanecido cerrado demasiado tiempo, aunque en breve parece reabrir. Claro que los teatros Regio, Sarmiento y de la Rivera han seguido funcionando, últimamente con más fuerza que antes, gracias a algunos estrenos exitosos como los de Matías Feldman y Analía Fedra García. Sin embargo, el hecho de que el San Martín, el teatro más importante y céntrico de la ciudad, haya permanecido cerrado tanto tiempo, deja un sabor a decadencia que será difícil de quitar.
Y luego, está el teatro independiente, que es un fenómeno extraño en Argentina. Sobre todo en la ciudad de Buenos Aires, la cantidad y variedad de espectáculos que pueden apreciarse en la cartelera independiente son prácticamente inabarcables. Sería imposible que un espectador pueda ver todo lo que se presenta habitualmente en escena cada semana. El teatro independiente y el comercial en realidad no tendrían por qué diferenciarse ambos son producciones privadas. Pero mientras que el teatro comercial es rentable, y expone en escena personajes famosos de la farándula, el independiente expone un teatro más experimental, discreto e interpretado por desconocidos.
La mayoría de los artistas que producen este tipo de teatro deben trabajar de otra cosa para vivir. Lo que se recauda de las obras sirve para cubrir lo invertido en producción. El dinero recibido por los subsidios estatales sólo alcanza para parte de los gastos del elenco. Es el sector más numeroso, pero también el menos visitado. Para la gran mayoría de los productores independientes, las pymes del teatro off, 30 espectadores por función es un éxito. Claro que hay unas cuantas excepciones, pero digamos que porcentualmente la mayoría de los espectáculos no supera esa cifra.
Si de reflejo se trata, entonces la sociedad también estaría dividida en tres un sector social menor que gana muchísimo dinero, sobre todo trabajando con material extranjero, pagando derechos de autor que se licúan fuera del país; un sector oficial desmejorado y casi detenido, que debe ir a trabajar para no hacer nada (al igual que los pobres empleados del San Martín que son obligados a ir a cumplir horario, nada más espeluznante para una persona que no darle nada para hacer, sé que suena raro pero inténtenlo, así se logra en una empresa que la gente renuncie). Y un sector popular de mucha gente ingeniándosela para sobrevivir, intentando resistir en la multitud.
Considerando la analogía, no quisiera que el teatro fuera un reflejo social. Quisiera que las pequeñas pymes crezcan, que el sector oficial sea fuerte y activo y realice numerosas producciones haciendo crecer la producción nacional y que los grandes capitales privados argentinos inviertan en el país, ya sea en nuestra industria o en nuestros textos o en nuestro teatro.
Como sea, sigo siendo una optimista incurable, lanzo mi deseo para que aquellos que puedan lo atrapen.