Estamos ante un rebrote de las violencias machistas. Esta afirmación  no es una conclusión apresurada de las militantes feministas,  se verifica en nuestra cotidianeidad  y en cómo sentimos  la crueldad en nuestros cuerpos y en nuestras vidas. También en los índices: en La Plata se quintuplicaron los femicidios en el último año, según la Procuración de la Provincia de Buenos Aires. Sí, aunque cueste creerlo, ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven, existen 5 veces más asesinatos a razón de género.

Sin dudas, esto ocurre entre otras cosas porque el Estado Nacional invierte solamente  $11 por mujer por año para luchar contra las violencias machistas, $11 pesos que con cada devaluación nos van dejando más desamparadas. También en nuestra Ciudad, no se implementa la Emergencia por Violencia de Género, aunque se declaró debido a la necesidad de contar con medidas urgentes. Paradójicamente, hace dos años esperamos que  el indiferente Intendente destine recursos para abordar estas situaciones.  La desresponsabilización de los gobiernos nacional, provincial y local sobre todas las problemáticas sociales- el trabajo, la producción, la pobreza, la seguridad- no nos exceptúa, y nos deja doblemente desigualadas. El modelo de Cambiemos genera un profundo divorcio entre el Estado y nosotres.

Ahora bien, el origen del incremento de la violencia de género está también en nuestra fortaleza: la masculinidad está interpelada. Si los femicidios son producto de las violencias machistas llevadas al extremo y los femicidas no son excepciones sociales, ni locos ni psicópatas, qué les pasa a los varones. La pregunta se extiende y los alcanza a todos.

Rebobinemos. Con la irrupción de Ni Una Menos en 2015, el movimiento feminista en la Argentina se masificó y vigorizó. Las mujeres y disidencias no nos callamos más. Pudimos poner luz a un sinfín de injusticias que padecemos cotidianamente en todos los ámbitos de la vida social, el trabajo, la calle, la casa y la cama. Empezamos a construir un límite a un mandato cultural que naturaliza un modo de regulación de las relaciones entre los varones y nosotras/es, que nos deja sujetas al sometimiento.

Dejamos de callar  los golpes, los abusos,  el deseo impuesto en clave masculina, las maternidades, cierto modelo de ser madres y ser hijas, el acoso callejero y laboral y la incondicionalidad, situaciones que situaban a los varones en una posición dominante. Ahora hay dos salidas posibles: la reafirmación de los atributos de la masculinidad hegemónica o la posibilidad de revisar esta posición para darle lugar a un nuevo tiempo que sepamos construir.

Que se reafirme el modo de pensar, sentir y actuar de los varones en clave patriarcal implica más muertes, más silenciamiento, más aislamiento y  más crueldad  porque cuando nos corremos de la posición de subordinación, les discutimos el poder a los varones. Eso es imperdonable para nosotras, pero además es profundamente incómodo para el patriarcado.  Las certezas absolutas -y absurdas- que fundaban el lugar masculino ya no existen como las conocimos. Lo que se da no se daba, y las incertezas esmerilan los privilegios. Después de 3 años de limites sostenidos, y de gran movilización social y afectiva es posible darle otro cauce a la masculinidades.

Hay un debate: ¿debemos educar a los machos o no? La verdad es que nos pasamos educando machos: hijos, parejas,  amigos, padres, hermanos, compañeros de trabajo. Las cis y las disidentes. Todas y todes.  En reflexiones profundas, charlas telefónicas,  en asesoramientos sobre como vincularse con nosotras, y fundamentalmente en los límites que ponemos. Hay en el feminismo un profundo conocimiento sobre los estereotipos de género que ligan el deseo a la violencia y sus bases  culturales, nunca biológicas. 

Los varones sintieron el límite y es tiempo de poder hablar de eso.   Por eso, empezamos a construir un espacio  “Conversatorio sobre Masculinidades.  Varones en tiempos de revolución feminista”, desde el Foro Feminista. La idea es reflexionar colectivamente y  poner en diálogo las violencias, los roles sociales y  mandatos que producen un profundo malestar a todas, todes y también a todos.  Para forjar juntos, juntas y juntes otro destino posible donde reinen el deseo, el amor y la igualdad.

*Psicóloga. Especialista en problemáticas de género. Militante peronista y feminista. Twitter: @plambertini