Vestirnos, una cuestión social
Por Laura Zambrini. La ropa funciona como una segunda piel que nos recubre el cuerpo de significados culturales
La mayor parte de nuestras vidas solemos pasarlo vestidos. Por ello, la ropa funciona como una segunda piel que nos recubre el cuerpo de significados culturales. Sin embargo, pocas veces reflexionamos sobre este hábito que repetimos constantemente cada día.
En particular, desde una mirada sociológica, el vestir puede definirse como una práctica sociocultural, puesto que envolvemos nuestros cuerpos para interactuar con otros pares en un contexto social más amplio. Además, elegimos las prendas de vestir teniendo en cuenta las reglas y pautas impuestas por la sociedad según cada situación y espacio social. Es decir, mediante el proceso de socialización aprendemos ciertos códigos tácitos sobre cómo, para qué y cuándo vestirnos de tal o cuál forma. No es igual la ropa que usamos para estar casa, ir al gimnasio o asistir a una fiesta. No obstante, esas normas cambian con el tiempo así como cambian los parámetros estéticos.
Por estas razones, la indumentaria suele ser reflejo de la época histórica en la que vivimos, del grupo social al que pertenecemos y de los espacios por los que transitamos. En pocas palabras, las modas comunican rasgos y valores -no sólo de los individuos- sino de una sociedad estratificada y en constante transformación.
En las sociedades occidentales, desde el momento del nacimiento (y antes también), la indumentaria ayuda a transformar a los sujetos en seres sociales. Desde muy temprana edad, la sociedad recurre al uso de prendas de vestir (de diseños y colores específicos) como un modo de clasificación de los cuerpos de los recién nacidos para que adquieran sentido e identidad social. Por lo tanto, podemos afirmar que las prácticas del vestir preparan el cuerpo para transitar el mundo social.
Es decir, lo construye y lo moldea de acuerdo a los valores de la época en cuestión. Incluso, el cuerpo desnudo es sometido a convenciones sociales y sistemas de representaciones específicos que simbolizan las modas dominantes de cada momento histórico, de manera que el desnudo nunca está completamente desnudo, sino vestido por las convenciones contemporáneas del vestir (por ejemplo, tatuajes, piercing, etc.). Por lo tanto, es necesario estudiar los modos en que las estructuras sociales influyen sobre los cuerpos a la hora de vestirlos, es decir, las restricciones históricas y sociales (de clase, de género, de consumo, educativas, culturales, urbanas, entre otras) dado que el cuerpo vestido es producto del complejo y conflictivo contexto social.