Según Reuters, el gobierno de Argentina estudia reestructurar unos 70.000 millones de dólares de su deuda. Sin embargo, la refinanciación no incluiría el préstamo de 44.000 millones del Fondo Monetario Internacional.

Si Argentina hace impago de la deuda (default), el resultado será un empeoramiento generalizado de la maltrecha economía. Ya explicamos en esta columna (Argentina ante el FMI, Impago o Negociación https://diagonales.com/contenido/argentina-ante-el-fmi-impago-o-negociacin/16904) los efecto negativos en toda la cadena económica de un impago, y cualquier ciudadano argentino lo entiende. Se ahoga la posibilidad de acceder a crédito de toda la economía ante la falta de confianza.

Se repite mucho por parte de algunos políticos que la prioridad es atender las necesidades de la economía argentina antes que pagar deudas. Es una contradicción. La economía argentina precisa de crédito e inversión extranjera para recuperarse. No pagar la deuda es ahogar la economía inmediatamente y en todos sus aspectos.

Lo primero que debemos entender es que Argentina no tendría ningún problema de pago de deuda si no tuviese un cepo, retenciones y fiscalidad que desincentivan la inversión y sofoca a los exportadores. Hasta países productores de petróleo que han visto el crudo caer a la mitad de precio han mantenido sus niveles de reserva y han sido capaces de repagar sus deudas y emitir nuevos bonos porque su política monetaria no es extractiva y confiscatoria como la de Argentina. Las reservas de moneda extranjera de Argentina se consumen intentando mantener un peso en el que casi ningún ciudadano argentino confía y, además, son anormalmente bajas para un país rico y con potencial como Argentina.

Argentina no tiene pocas reservas de dólares por casualidad o mala intención, la razón por la que el país tiene un nivel tan pobre de reservas comparado con otros países menos ricos es porque desincentiva la inversión internacional y la repatriación de capital con una política equivocada más cercana a la de Venezuela que la de un país moderno. El cepo cambiario, las enormes retenciones y la fiscalidad sobre divisas actúan como freno a toda actividad que traiga divisas al país, y al mismo tiempo la fiscalidad a empresas desincentiva la inversión a largo plazo y la atracción de capital.

Ante la situación actual, los inversores internacionales no van a aceptar una renegociación si no se ponen las medidas para atraer inversión y capital. El inversor se encuentra con una situación en la que la confianza en el gobierno no se va a dar sin acciones concretas y verificables, ya que sería la novena vez que el país hace impago.

El gobierno de Argentina debe proponer un paquete de reformas estructurales serias. Debe empezar por un plan claro y monitorizado de atracción de inversión y capital y apertura del cepo. Un plan para recuperar reservas que no venga a hundir la capacidad de atraerlas en el futuro. Es decir, aumentar el cepo y las retenciones no ayudan ni a ganar confianza ni a solucionar los problemas a medio plazo. Es imperativo que Argentina establezca zonas de comercio e inversión sujetas a la legalidad internacional.

Argentina deberá poner freno al exceso de gasto político y altísima cuña fiscal además de acabar con la locura de política monetaria destructiva para regenerar la confianza en el país. Nadie va a aceptar una reestructuración cuando el agujero fiscal y monetario se aumenta año tras año. Muy pocos inversores aceptarán un tratamiento diferente a acreedores de otros países o al FMI mientras se hace impago a bonistas que creyeron en el proyecto de largo plazo de Argentina.

Solo se puede negociar una extensión de plazos y una mejora de tipos con un programa serio de reestructuración que incluya condicionalidad a mejoras estructurales en el errado sistema fiscal y monetario argentino. Es decir, que ponga como pilares básicos atraer inversión, empleo, abrir la economía y eliminar los escollos al crecimiento.

Como explicamos hace un mes, estas medidas permitirían que el seguro de impago (Credit Default Swap) se redujese a menos de la mitad, que empezase a fluir el capital hacia Argentina en vez de huir, que la economía se orientase al crecimiento productivo, no al gasto político extractivo, y que Argentina alcanzase su potencial, que es enorme.

Argentina puede llegar a acuerdos, pero no esperar donaciones. La clave para una reestructuración de éxito es recuperar la confianza. Y la confianza solo se recupera con medidas estructurales, no con patadas hacia adelante que lleven al país a otro impago dentro de unos años.

*Doctor en economía, profesor de Economía Global y autor de bestsellers entre los que se cuentan La Gran Trampa, La Madre de Todas las Batallas y Viaje a la Libertad Económica, traducidos al inglés, chino y portugués. Twitter: @dlacalle