El gobierno de Cambiemos llenó de miedos a los trabajadores argentinos. En tres años multiplicó las incertidumbres, la precariedad y las amenazas. Ese es el peor efecto de estos tiempos: trabajadores que se sienten en permanente peligro en su condición de tal. El año que pasó fue muy malo, este no parece que vaya a mejorar y de cara a los años que vienen las únicas palabras que se escuchan son ajuste, flexibilización y costo laboral. Es difícil sentirse seguro ante este panorama.

El 2018 fue el peor año para el empleo desde el 2002. Se perdieron 194.000 puestos de trabajo registrados, la gran mayoría de calidad. Cerca de la mitad de esa pérdida fue en la industria. Una tendencia, la de la desindustrialización, que a esta altura hay que caracterizarla como un plan: aún en los mejores momentos de la economía macrista el empleo industrial no detuvo su caída.

En términos de pérdida de capacidad de compra, el año pasado también fue el peor desde el 2002. La caída rondó entre los 12 y los 20 puntos. Muy pocos trabajadores pudieron mantener sus ingresos a niveles anteriores. El salario mínimo se encuentra en pisos históricos, mientras las negociaciones salariales se convirtieron en defensivas. Cuando a comienzos del gobierno del macrismo, un ministro de economía presentó la disyuntiva de salario o empleo nos pareció una amenaza. Hoy podemos afirmar que era un plan.

El ataque del gobierno de Cambiemos al empleo no es sólo fruto de la crisis y el ajuste, es también ideológico, es conceptual. En estos años lo único que creció fue la precariedad; la mayoría de los puestos nuevos son monotributistas, cuentapropistas. Esto, lejos de aparecer como un problema, es visto como algo positivo por el oficialismo. Para el gobierno, la economía social es asistencialismo y no política de empleo.  El diagnóstico del gobierno no es novedoso, nos acompaña desde hace décadas: ataque a los supuestos costos laborales, inserción mundial por la vía baja (es decir, vía reducción de impuestos y salarios y aumento de ritmos de trabajo, y no con más inversión de capital y más capacitación) y pérdida de poder sindical. En tiempos de recesión, es una muy mala oferta para los trabajadores.

Este marco ideológico tiene su traducción en políticas públicas. No ha habido en estos años ninguna medida que conlleve más empleo, mejores salarios, menos impuestos, más seguridad y derechos, mejor formación profesional. En lo que se avanzó fue en algunos acuerdos de flexibilización sectoriales y la baja de cargas patronales, decisión que lo único que genera es desfinanciamiento en el sistema previsional. El sesgo es claro.

¿Qué mercado laboral va a dejar el gobierno de Mauricio Macri? ¿Con qué situación nos encontraremos en 2020? Básicamente nos encontraremos en peores condiciones que en 2015: más desempleo, más precarización, menos derechos. El desafío para la nueva administración será doble: recuperar y crear. Recuperar lo perdido, recuperar la confianza de los trabajadores en sí mismos y en el país. Pero también crear; será necesario construir herramientas novedosas para un plan de desarrollo, que administren eficientemente los nuevos desafíos del mundo del trabajo: la economía 4.0, las plataformas, el emprendedurismo bien entendido. En síntesis, crear de cara a un futuro lleno de modernidad pero también justo socialmente.

*Director del Centro de Estudios Metropolitanos (UMET, UNAJ, UNAHUR). Ex Secretario de empleo de la Nación. Twitter: @mbarroetavena