Abel Pintos: “Es conmovedor volver a cantar en el Estadio Único”
El cantante presentará su show “La Familia Festeja Fuerte” el próximo 24 de noviembre en La Plata y en la previa pasó por la sección Íntimo de Diagonales, donde comentó los detalles del concierto. A su vez, recorrió diferentes aspectos de su vida vinculada a la música
Abel Pintos es uno de los artistas destacados de nuestro país que trascendió diferentes generaciones, logró construir un idioma directo con sus seguidores a través de su música y captar el cariño de todos con su voz. El cantante, tres veces ganador del premio Gardel de Oro, regresará al Estadio Único de la ciudad de La Plata el próximo sábado para presentar su show “La Familia Festeja” y en la antesala dialogó con el medio donde contó las particularidades del espectáculo y la importancia de regresar a cantar en la ciudad de las diagonales, localidad que admira por su mística cultural.
Además, el cantante recorrió su vida, tocando diferentes puntos: la infancia en Ingeniero White –ubicado en el partido de Bahía Blanca-, sus inicios en la música a la cual la denomina un idioma que encontró para expresar sus sentimientos, los trabajos que realizó antes de vivir de la música, y la importancia de diferentes figuras de su ámbito para su trayectoria que ya lleva más de dos décadas de éxitos.
También narró cómo surgen sus canciones, cargadas de sentimientos y pasajes de su cotidiano y la relevancia que tuvo en su vida haber grabado un disco fuera del país.
Ya más de dos décadas al lado de la música y cerrando un nuevo año. ¿Cómo estas hoy?
-Estos días un poco más tranquilo porque durante muchos meses estuve hablando en Argentina y en otros países de los que iba a hacer esta gira. Además, estuve trabajando constantemente con toda la gente que me acompaña. Todo este periodo no hizo más que generar ansiedad, porque contar es divertido, pero llega un punto en el que necesito comenzar a cantar y como ahora comencé, esas ansiedades no son más de las necesarias y eso me hace bien. Cuando estoy en los tiempos de gira me siento bien.
Durante la nota vamos a ir recorriendo tu vida. Háblame de tu infancia
-Fue una infancia feliz. Por motivos laborales mi familia se trasladó en distintas ciudades, nací en Bahía Blanca y al poco tiempo nos mudamos. A los 9 años regresamos y nos instalamos en el puerto que es en la zona de Ingeniero White, en esos años comencé a cantar y ahí viene esa cuestión de Abel, nacido en Bahía Blanca, pero el chico de White (risas) y yo me considero parte de los dos. Tuve una infancia rodeada de música, pero yo me fui encontrando con ella, ningún integrante de mi familia me impuso a la música. Mi hogar era muy musical, pero porque cada uno curtía su estilo, mi mamá escuchaba radios de fórmulas y yo escuchaba todo el día baladitas de moda; mi padre cuando volvía de trabajar escuchaba folclore y rara vez un tango y mis hermanos, que tienen ocho y once años más que yo, eran adolescente y navegaban mucho en el rock, el pop nacional y sobre todo la música extrajera. Yo estaba en el medio de toda esa ensalada.
"Tuve una infancia rodeada de música, pero yo me fui encontrando con ella. Ningún integrante de mi familia me impuso la música".
Era un seno familiar muy trabajador. Mis padres trabajaban todo el día y eso hacía que con mis hermanos tengamos un movimiento bastante independiente en casa. Mis hermanos, ante de terminar el secundario salieron a trabajar y eso hizo que yo asumiera responsabilidades grandes para un niño dentro del funcionamiento hogareño. Eso hizo que el sentido de la responsabilidad y del cuidado sobre mí mismo se despertara de forma muy temprana y luego funcionara de manera muy natural para el resto de mi vida.
Una carrera vinculada a la música, mamá escuchaba radio y tu papá folclore. ¿Qué se te viene a la memoria de esos momentos?
-Me acuerdo de escuchar mucho a un Ricardo Montaner muy jovencito y Roberto Carlos. Esas dos voces las recuerdo mucho en la radio. Mi padre sobretodo cantaba, no recuerdo escucharlo algo particular. Su caballito de batalla era “El Corralero”, una zamba que solía cantar Hernán Figueroa Reyes y la interpretaba con su guitarra.
¿En qué momento Abel Pintos se dedica de lleno a la música?
-En un hogar tan musical, me veía muy estimulado por la música y me divertía mucho. Cuando escuché el álbum “Mercedes Sosa en vivo en Argentina” en una disquería y fue la primera vez que elegí a un artista. Ella logró, que sintiera la música en mis emociones, trascendiera el divertimento y me conmoviera. La primera vez que lloré de emoción en mi vida fue por escuchar específicamente a Mercedes. Si bien yo estuve una infancia feliz, era un chico bastante introvertido y me costaba explicar ciertas emociones, no encontraba palabras y empecé a descubrir que había ciertas canciones que hablaban de lo que yo no podía hablar. Cuando quería explicar esa emoción, hacía sonar esas canciones.
"Mercedes Sosa logró que sintiera la música en mis emociones".
¿Encontraste una forma de liberarte en la música?
-Un idioma encontré. Probé con cantar esas canciones, en lugar de ir y poner play para escucharlas. Empecé a notar que era muy liberador para mí y me sentía muy bien inmediatamente. Desde ahí me di cuenta que yo quería cantar, lo primero que hice fue ir a un coro, porque tenía que tener una actividad extra del colegio y los deportes me divertían, pero no se me daban bien (risas). Me acuerdo que le pedí a mis padres que quería cantar, pero ellos no tenían los recursos para que vaya un profesor de canto a mi casa y mucho menos a un conservatorio. Encontramos un coro de niños que era gratuito y que ensayaban tres veces por semana. Esa fue mi primera actividad vocal.
¿Dónde se da el paso fronterizo en tu vida para comenzar a ser el músico que sos hoy?
-Después de dos años de cantar en el coro y de decidir que quería cantar, empiezo a buscar cómo podía hacer. Mientras buscaba la forma, hablé con la directora de mi colegio y le propuse que me permitiera en los actos patrios representar a mi curso, cantando. Me dio el sí, hicimos un contrato de palabra y me aseguró que iba a presentarme en cada acto. Yo me aseguré una serie de fecha anuales la Escuela N° 58 “Día del Camino” del barrio vialidad en Ingeniero White. La fecha más cercana fue el 17 de agosto en conmemoración de la muerte del General José San Martín. Ese día yo preparé un repertorio de cuatro canciones, le pedí a mi hermano que tenía su grupo de rock si me hacía la gamba porque yo no tenía músicos. Lo tomé con mucha responsabilidad, cuando estaba cantando me di cuenta que quería hacer eso toda mi vida.
Desde ese día la carrera comenzó a crecer, pero luego te tocó venir a la Buenos Aires, la gran ciudad. ¿Cómo fue la adaptación?
-Conmovedor, a todas las personas que venimos del interior nos afecta. Fue muy fuerte y revelador, pero por suerte mi relación con Capital Federal fue creciendo paulatinamente. La primera vez que vine fue de visita con una tía y la segunda para firmar contrato con la productora que me permitió grabar mi primer disco. En ese viaje conocí a León Gieco, el acepta ser el productor de ese disco y él mismo me propone cargar su estudio en una camioneta y mandar a su gente a Ingeniero White. Me acuerdo que él me dijo: “No te hago venir porque te va a abrumar estar 15 días en esta ciudad en un momento tan conmovedor como es grabar tu primer disco, hacelo en tu barrio y con tu gente cerca”. Esa fue una buena determinación de León, que también vino del interior.
Fui viniendo de a poco hasta los 17 años que decidí venirme a vivir. Hoy tengo una relación muy profunda con Capital Federal, pero tiene que ver con la relación y el crecimiento paulatino que tuvimos de alguna forma.
Los nombraste a León y a Mercedes, en muchas notas remarcas la importancia de Víctor Heredia que te aconsejó que comiences a leer para mejorar tu capacidad a la hora de escribir. ¿Qué otra figura consideras fundamental para tu carrera?
-Pedro Aznar y Gustavo Cerati. Pedro, porque la primera vez que lo escuché cantar a él yo entendí que iba a tener que trabajar mucho para tener la calidad de audio en mi voz como la que yo considero que él tiene. Él fue muy influyente en mi deseo de estudiar canto desde que empecé. Con Gustavo, en su momento yo escuchaba Soda Stereo pero solamente sus hits, pero me conecto de lleno con él cuando escuché por primera vez su carrera solista y en especial su segundo CD “Bocanada” que fue revelador. Su sensibilidad, su construcción poética, influyó mucho en mis búsquedas actorales más tarde.
Nombraste a Cerati y uno enseguida lo compara con vos por la obtención de muchos Gardel de Oro. ¿Cómo tomaste cada premio?
-Es un estímulo muy grande. De alguna forma uno recibe a diario el cariño, el afecto y el respeto del público de una forma bastante metafísica, el público me cuenta de sus emociones y es hermoso, pero no es tangible. Cuando estás en tu casa, solo, lo único que tenés es el recuerdo de una gran ovación, pero no lo podés agarrar y mirar. Los premios terminan resultando el reconocimiento tangible, no solo a mí, son a mi equipo de trabajo. Cada vez que paso y veo ese premio, veo que está representado todo el cariño, respeto y consideración, pero sobretodo porque ahí participan muchos de tus colegas y la gente de toda la industria a quienes también uno respeta mucho.
¿Sos muy obsesivo?
-Soy muy exigente. Obsesivo no, porque no suelo aferrarme a los resultados. Me pongo objetivos y trabajo al respecto. Pero si por órdenes naturales ese objetivo va variando o la forma de llegar va cambiando, no me incomoda. No puedo decir que soy obsesivo, porque no sufro si eso sucede, pero si soy exigente y si voy a exigir todas mis capacidades para alcanzar ese objetivo.
Hoy hablamos de ese momento que te dio el pie para hacer tu carrera. ¿Qué álbum consideras más importante para tu carrera?
-Seguramente sea Sueño Dorado, porque resulta ser un disco balance en mi carrera. Es del año 2012, yo tenía 28 años y ya estaba celebrando 15 años de carreras discográficas, era muy conmovedor. Repasar canciones de todas las épocas, grabarlas en vivo en un lugar tan místico como es la Ciudad Sagrada de Quilmes en Tucumán fue un marco perfecto para un disco místico para mi sensible, de mucho recorrido emocional. Además, que el disco termine adoptando el nombre de mi primera canción escrita doce años antes, que esa canción se convierta en la canción del año y que ese álbum, que fue el más vendido de mi carrera, me permita lograr el primer Gardel de Oro, fue muy fuerte para mí y lo considero bisagra.
“Escribo en diferentes etapas de mi vida”, reflejaste en una nota. ¿En qué momentos decidís ese momento y cómo nace una canción de Abel Pintos?
-Yo desde el inicio de mi carrera, no decidí empezar a escribir canciones, como Mercedes Sosa había hecho su carrera sin escribir nunca, yo consideraba que podía hacer la mía de la misma manera, entonces no tenía la ilusión de hacer mis propios temas. De un día para el otro, literalmente, me encontré escribiendo mi primera canción. Cuando eso sucedió, me cambió la forma de entender la música porque cuando vos interpretas a otros autores estás dentro de todo bastante limitado y tenés que sujetar a un respeto innato que vas a sentir por la obra y el autor. Al componer, no hay limites creativos y eso fue revelador para mí.
"Cuando me encontré escribiendo mi primera canción, me cambió la forma de entender la música".
La primera canción vino sin buscarla; en quince minutos estaba la letra, la música y la largué como si fuera una canción que existía y de repente lo único que hice fue cantarla. Con la segunda y la tercera canción pasó lo mismo y me encontré escribiendo quince canciones de esa misma manera. Por eso me propuse respetar esa dinámica, no me voy a sentar escribir canciones voy a dejar que ellas me aborden, como me abordaron estas canciones. Hasta el día de hoy sigue siendo de esa manera, suceden distintas cosas que me van estimulando emocionalmente día a día: experiencia, personas, momentos, lugares y lo que me conmueve se van procesando dentro mío y en un momento piden pista y en lugar de salir riendo o llorando, salen en canciones.
Dejando la música de lado. ¿Cómo es el día a día de Abel Pintos?
-Me gusta mucho leer, siempre tengo un libro conmigo en la mochila junto con el mate y los uso en cualquier lado. También entreno, práctico yoga, descanso mucho cuando no estoy haciendo algo de música y aprovecho a estar con las personas que después extraño mucho.
¿Es difícil ser Abel Pintos?
-No, en absoluto. A mí me asienta muy cómodo la vida que llevo y cómo la experimento día a día. Tiene sus contrastes como la vida de cualquier persona, momentos más cómodos y menos cómodos. Pero estoy muy de acuerdo con los que pasa día a día en mi vida (risas).
River es un templo del deporte y un gran escenario para infinitos artistas. ¿Qué fue para vos realizar un show ahí?
-Fue muy simbólico, porque por un lado es tocar en un lugar que a mí no me conmovió por el alar de la de convocatoria de gente, me pegó por el lado de la emoción de constatar que cuento con un apoyo popular muy grande. Si vos cortas 25 mil entradas en River, que es un montón de gente, se ve vacío (risas) y realmente hay que tener mucho apoyo popular. Todo fue muy conmovedor, pero además llegando a los conciertos me dí cuenta que eran consagratorios para mí artísticamente de alguna manera, pero también para el vínculo y el tipo de relación que tenemos con el público. Porque digo esto, porque yo siempre consideré al público muy solidario, muy cuidadoso entre sí y para conmigo, muy familiar porque yo los siento de esa manera, pero lo de River consagró eso y te lo voy poner en una anécdota pequeña: agotamos la primera función y largamos la segunda función para el día siguiente. Llevábamos 20 mil entradas vendidas de la segunda función y desde el club nos informan que por la elecciones en la institución tenemos que mover la fecha y no se puede evitar, eso generó un trastorno muy grande para la logística, la producción y el público porque mucha gente viajaba. Entonces leo un día en Twitter, un hilo de conversación de una chica y un chico, donde ella dice que no podía asistir el lunes y él le dice veníte el sábado que yo vivo en Buenos Aires y puedo ir el lunes, te cambio la entrada. La chica le da las gracias, pero le dice que no le resulta justo porque él tenía quinta fila y ella platea San Martín, pero el pibe cierra la conversación diciéndole “venite porque lo importante es verlo cantar, no si estas más cerca o más lejos”. Ahí me di cuenta que el vínculo trascendió los artístico, que no es un vínculo que se da del público hacia mí o en viceversa, sino entre ellos está consagrado. Eso fue muy bonito. Fue muy lindo terminar los River sintiendo que el festejo era compartido.
¿Por qué crees que la gente se identifica con vos y te sigue a todos lados?
-Pienso que es porque nos conocemos mucho y compartimos música de forma ininterrumpida desde hace muchos años y a través de las distintas etapas de mí vida y del público, porque al hoy vienen a mis conciertos chicos que venían cuando eran niños con sus padres y sus abuelos y ahora en algunos casos traen a sus propios hijos. Recorrimos una parte de la vida juntos, nos vimos transformarnos, nos aceptamos en los cambios, nos respetamos e identificábamos, siempre supimos que la conexión estuvo. A su vez, yo me siento un artista admirado por el público que me acompaña y yo mismo los admiro mucho la forma de compartir la música con un cantante. Esto lo digo sin ningún gramo de cursilería, pero es así porque lo siento mucho.
Estuviste mucho tiempo en el exterior. ¿Qué dicen de la República Argentina?
-Siempre las personas con las cuales me relaciono en el exterior cada vez que hablan de Argentina, lo hacen con mucho respeto y medida, desde el punto de vista deportivo, cultural y social, donde se engloba lo político y lo económico; eso es conmovedor para mí. Todos entienden que Argentina es un país que tiene una historia muy compleja. Yo te diría que lo vivo de la misma manera, a las distintas realidades que nos tocan, políticas, sociales o económicas, no tengo nada que agregar, las vemos y vivimos todos. Cada uno las debe sentir y opinará desde el lugar que le toca y cómo lo afectó a cada uno. Yo respeto mucho al país en sí mismo, como territorio en el que vivimos y sobre todo respeto mucho el carácter del argentino. Siendo un país muy joven hemos vivido muchas cosas y muy fuertes, pero siempre fuimos un pueblo muy fuerte.
Sobre los argentinos: "Siempre fuimos un pueblo muy fuerte".
El día 24 de noviembre volvés a La Plata, al Estadio Único. ¿Cómo te imaginas?
-El Estadio Único es una boutique, es precioso y está buenísimo. Es un estadio que al estar tocando te olvidás que es un lugar donde se juega al fútbol y realmente parece un teatro gigante. La primera vez disfruté mucho del concierto que hicimos ahí, porque fue impactante para mí decir en el aquel momento voy a tocar en el Único y es conmovedor volver a cantar en el Único, porque fui muy feliz. Me pasa que cuando estoy viviendo un momento tan emocionante por mucho que uno se esfuerce por estar en el tiempo presente y disfrutar de eso, tenés por lo menos un segundo donde pensás: “volveré a vivir esto” y saber que lo voy a volver a vivir es muy conmovedor. Es muy cómodo trabajar ahí, la gente es muy amable y generosa desde el equipo administrativo hasta el de mantenimiento. Además, es muy lindo saber que uno va a tocar en un lugar tan grande, donde va a ir tanta gente y tener la certeza que el público va a estar cómodo, lo va a pasar bien, va a tener su lugar para todo. Es muy oportuno en muchos sentidos.
¿Y tocar en La Plata, una ciudad cuna de diferentes artistas?
-Además de todo lo que te mencioné ante, está encallado en la ciudad de La Plata, que es una ciudad que yo respeto de manera especial, porque estoy ligado por muchos motivos. Por ejemplo, mi hermano mayor, Ariel, fue el que se fue a estudiar en su momento a La Plata y él me contaba que salía a un bar a tomar algo y de repente empieza a caer gente, una banda y eran los Redonditos de Ricota. Esa mística que tiene la ciudad es increíble. Es una ciudad con mucha mística, que tiene una mezcla de lo sofisticado con lo bohemio y me encanta.
“La familia festeja fuerte”, es el nombre de la gira. ¿Por qué la gente tiene que ir a ver ese show?
-Los estadios permiten un concepto de espectáculo que no podés repetir en ningún que no sea en ese escenario. Tocar en un estadio te exige mucho a nivel artístico, logístico, productivo, musical y tu performance como vocalista, entonces cuando se dan concierto en un estadio el público sabe o puede enterarse de que va a ir a ver al artista con todas sus facetas al máximo. Te convertís en una versión especial del artista que sos, te transformas. Por eso son conciertos especiales que la gente no se puede perder. Con respecto al concierto, la gente tiene que saber que será un concierto largo, con una lista con muchos temas, más de 35 canciones. Ese es el concepto de este espectáculo, habló poco, canto mucho.
¿Cómo denominas estos años de carrera?
-Yo digo que tengo 23 años de carrera, pero los menciono de esa manera en el plano artístico, pero es mi vida más que mi trayectoria. La música y mi vida recorren el mismo camino es el mismo canal.
¿Qué hubiese sido la vida de Abel Pintos sin la música?
-No hubiese vivido yo sin música. Porque cuando yo le dije a mis padres a los once años que quería dedicarme a la música toda mi vida, ellos me dijeron que tenía que cumplir con mis responsabilidades y yo me acuerdo que les dije: “A mí no me importa si tengo que hacer otra actividad que me mantenga en mi vida, yo voy a seguir cantando”. Y así fue, trabajé de otras cosas y me daba igual porque yo no me pregunta si cantar me iba a dar un sustento de vida, yo sabía que quería hacer música toda mi vida, porque era mi forma de sentirme un ser humano en desarrollo. El paso del tiempo me permitió el privilegio de que ese idioma y ese desarrollo emocional se convirtiera en mi trabajo, mi carrera y en el sustento de vida. Pero fue un privilegio, no fue una condición única.
¿De qué trabajaste?
-En Bahía Blanca repartiendo diarios, en una carnicería, verdulería y repartiendo una revista de cosméticos. En Buenos Aires estuve de repositor en un supermercado y un día fui a cantar al subte, pero el ruido no me permitió disfrutar. Me acuerdo que ese día me fue muy bien, gané mucho dinero, pero no lo podía hacer si no estaba disfrutando, prefería hacer otra cosa que no disfrute para ganar dinero, pero no cantar.
Hoy muchos chicos usan temas tuyos como caballitos de batallas para su carrera musical. ¿Qué sentís?
-Cuando me lo cuentan, tengo como un microsegundo de no dimensionarlo. Después cuando me pongo hacer un paralelismo entre el Abel de 11 años cantando canciones de León Gieco en la escuela y hoy un niño cantando una canción mía en el mismo contexto que yo cantaba las canciones, ahí me doy cuenta y me emociona terriblemente.
Pero el momento que más me emociona es cuando veo videos de maestras, donde sus alumnos están izando la bandera y cantando Sueño Dorado, ahí directamente me exploto de emoción.
“Uno siempre vuelve donde amo la vida” canta Mercedes Sosa. ¿Dónde te gusta volver a vos?
-Aunque suene tal vez reiterativo, a la música. Para mí es el terreno donde sucedió todo de mí, entonces cuando necesito regresar a lugares, personas, momentos o regocijarme en la emoción, alegría o felicidad que me provocan, regresó estrictamente a través de la música. Busco en canciones, cantarlas o escucharlas. Voy directamente y funciona de esa manera.
A futuro, ¿Qué sueño dorado te queda?
-En definitiva, mi sueño es que la vida me dé la oportunidad de tener la energía, la salud y el amor necesario para seguir haciendo música, porque así soy feliz y considero que así puedo intentar lograr hacer feliz a alguien más. Poder estar en contacto con la música todo el tiempo que a mí me quede por vivir, componiendo o cantando. Me gustaría de vivir muchos años y ser muy longevo. Admiro a la gente que vive más de 100 años. Luego todo los demás son ambiciones o ilusiones artísticas.
Abel Pintos es…
-Es difícil describirme. Me gusta una parte de una canción de Fito Paez que dice “llevó la voz cantante”. Me gusta ser cantante porque me gusta fusionar un ser humano como algo que canta digamos. Como lo hace el mar, el río y la naturaleza. Así me gusta catalogarme.
Fotos: Oscar Sayos