Reelección cuestionada, pero ¿permitida? El panorama electoral en el país se presentó con disidencias desde el momento en que el actual Presidente, Juan Orlando Hernández, se lanzaba a la reelección presidencial a pesar de que la Constitución de Honduras prohíbe la misma. Aún así, la candidatura de Hernández fue posible gracias a un cuestionado fallo de la Sala Constitucional de la Corte Suprema.

Pasado ese mal trago, las elecciones en Honduras parecían desarrollarse de forma pacífica, hasta que éstas se vieron perturbadas por fallos en el conteo de votos. Tras estos cuestionables fallos en el sistema de transmisión de datos la semana pasada y un sospechoso vuelco de los resultados a favor de Juan Orlando Hernández , el candidato de la Alianza de la Oposición contra la Dictadura, Salvador Nasralla llamó a sus seguidores a manifestarse contra lo que considera un fraude electoral.

La cuestión comenzó a agravarse aún más en el momento en que las protestas se tornaron violentas y se produjeron enfrentamientos en los cuales hubo varios muertos y decenas de heridos, más de 500 detenidos y saqueos a comercios. Frente a esta situación, el Poder Ejecutivo hondureño decidió declarar un toque de queda. La medida, que fue decretada el viernes y por un periodo de 10 días, establecía que los hondureños no podían salir a las calles entre las 6 de la tarde y las 6 de la mañana, lo cual generó aún más malestar en la población hondureña.

Pasados unos días y, en medio de lo que ha sido una semana conflictiva, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) finalizó este lunes el escrutinio especial de actas de las disputadas elecciones presidenciales en Honduras. Si bien esta entidad aún no proclamó al ganador de lo que han sido consideradas unas elecciones fraudulentas, los datos muestran como ganador a Hernández con el 42,98% de los votos frente a Nasralla, quien obtuvo el 41,39%. Así lo afirmó el Presidente del TSE, quien dijo que “hemos concluido el conteo de actas”.

Esta noticia y sus repercusiones dejan en evidencia la existencia de un país dividido en dos sectores antagónicos: quienes creen en los resultados electorales y quienes, por otro lado, denuncian fraude. Así lo demuestran las publicaciones de ambos candidatos presidenciales en Twitter, ya que, mientras el Partido Nacional de Hernández aseguró que "la victoria total de la mano del pueblo hondureño es una realidad (...) #VictoriaTotal", el candidato de oposición Nasralla volvió a denunciar el fraude: "¡El pueblo unido jamás será vencido! ¡Honduras unida contra el fraude! ¿Por qué el TSE le huye a la democracia?".

En este punto es importante tener en cuenta el posicionamiento de la OEA, participante en las elecciones mediante el envío de una misión de observación electoral -accionar que realiza de forma rutinaria en los procesos electorales en la región-. Desde la organización se pidió por un “accionar responsable” a ambas fuerzas que disputan la presidencia y, además, se recomendó incluir observadores de varios sectores de la sociedad civil para llevar a cabo un “escrutinio especial”.

¿Golpe blando desde Washington? Así lo afirman desde distintos sectores, tal como es el caso del politólogo Atilio Boron, quien denomina a la situación como un “golpe blando preventivo” y, en consonancia, asegura que “Washington alentó el golpe contra “Mel” Zelaya  (en referencia al golpe de Estado en Honduras en 2009) y, en la actualidad, convalida la maniobra fraudulenta del presidente Hernández”. Esta hipótesis tiene sus puntos válidos teniendo en cuenta el valor estratégico geopolítico de Honduras y, además, la histórica influencia que Estados Unidos ha ejercido principalmente sobre esa región del continente.

Por el momento, todo apunta a que el gobierno de Hernández finalmente proclamará su victoria por sobre Salvador Nasralla, lo que –teniendo en cuenta la conflictiva coyuntura social del país- genera grandes interrogantes en torno al devenir futuro de un país donde se declararía ganador a un candidato al cual gran parte de la población  acusa de fraude.