“¡Trampa, trampa: Cristina no quiere polarizar!”
La fórmula Fernández - Fernández estropeó varios GPS
Cuando se despeja la bruma de la urgencia, y se mira con detenimiento y fríamente, una única lógica guía todos los comportamientos de los actores políticos desde el anuncio de la fórmula Fernández-Fernández. El corrimiento de CFK del centro de la escena, formalización de una conducta que adoptó desde su derrota de 2017, estropeó varios GPS. Sobre todo, los del oficialismo, cuya única estrategia es la grieta que la última definición de la senadora trituró.
Marcos Peña caracterizó el Plan Y ante Carlos Pagni como posible modo de "consolidar la decisión de una mayoría de no volver al kirchnerismo en la provincia". Se entiende: aunque hubiese balotaje, una derrota previa de María Eugenia Vidal ante Axel Kicillof cargaría el clima de un modo que al oficialismo le resultaría difícil sobrellevar hasta aquella instancia. Pero es llamativo que no se les ocurra otro método de resurrección que insistir en una discusión que quedó atrás. Un poco caro Jaime Durán Barba para no tener siquiera una opción adicional en mente.
Lo mismo debe decirse de los rumores que se tejieron sobre la salud del Fernández varón, jugando con la virtualidad del cuco que lo reemplazaría en una eventualidad desgraciada; y de la enésima exhumación del cadáver de Alberto Nisman, la frutilla del relato que consagró a Mauricio Macri en 2015. Como acertadamente se dijo en Twitter esta semana, con esta obcecación Peña contradice uno de sus sacramentos: la demanda electoral diseña su oferta, y no viceversa. El jefe de Gabinete, en cambio, pretende forzar el estiramiento de una polémica sobre el pasado que él mismo debe estar registrando agotada. Su reemplazo por el debate socioeconómico motiva el desgaste del Presidente contra el que rema como cerebro histórico de las campañas PRO.
Alternativa Federal y Consenso 19, por su parte, son también víctimas del Fernandazo. Simple: es más atractivo como peronismo centrista, por así llamarlo, participar del giro de Cristina, porque la suya es una posición desde el vamos más taquillera. También Roberto Lavagna pierde funcionalidad postulándose como equidistancia cuando uno de los puntos en juego se movió de su sitio inicial. Ya el justicialismo alternativo de 2008/2010 se había extinguido junto a Néstor Kirchner, su musa inspiradora. La mejor prueba de su obsolescencia es el rol secundario que les cabe en la trama de las colectoras: auxiliar el triunfo del no-peronismo reforzando un libreto ajeno. ¿Qué sacan de eso, más allá de legisladores que pueden obtener solos sin deberle nada a nadie?
En definitiva, la ex presidenta consiguió para el Frente Patriótico lo que se proponía: construir un nuevo escenario, que por derechos de autor allí conocen mejor que ninguno de sus adversarios; y, por lo mismo, llevar la delantera en las acciones. Como se dijo en esta columna el día posterior a la novedad, el contexto al calor del cual nació Cambiemos está muriendo irremediablemente. De todas maneras, Macri sigue siendo la hipótesis más probable de Olivos. Básicamente porque, aún desgastado, nadie allí tiene fuerza para desplazarlo. Sólo le quedaría actuar con el desprendimiento que su antagonista principal: inimaginable en un proyecto biográfico.
Y así y todo, ello supondría un lastre para quien llenara el hueco, porque debería arrancar explicando por qué un jefe de Estado desiste de la reelección pudiendo disputarla. Dicho sencillo: debería inaugurar su proselitismo explicando un fracaso. Memorias de Eduardo Angeloz, 1989.
Ésa es la única incógnita realmente trascendente que subsiste de acá al cierre de listas: si Cambiemos se recrea como novedad o queda encerrado en una dinámica que luce agotada.