A mí también me echó Milei (IV): “Se hace difícil por momentos mantener la esperanza"
Diagonales continúa la serie de entrevistas que ilustran el drama de los despidos desde las historias personales de los trabajadores caídos por la motosierra de Milei. El caso de Gisela Molluso, y de sus compañeros y compañeras del plan ENIA, que redujo a la mitad los embarazos adolescentes y de las niñas de la población más vulnerable. Desmantelamiento de las políticas públicas de salud reproductiva, y derechos que quedan en el camino.
Es difícil reconocer lineamientos de Estado que trasciendan los distintos gobiernos de turno, con sus antagónicos posicionamientos ideológicos en muchos temas sensibles para la sociedad. Y es mucho más difícil exhibir buenos resultados que, en gran medida, son los que justifican que el Estado haya invertido dinero y recursos humanos, logrando una continuidad y un reconocimiento internacional.
El Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia (ENIA) tenía todo eso, pero el gobierno de Javier Milei lo tiró por la borda. Este programa reducía la desigualdad de clase social y de género, garantizando “los derechos de los y las adolescentes al acceso gratuito de métodos anticonceptivos, la educación sexual integral y asesorías en las escuelas, la consejería en salud sexual y reproductiva y actividades de promoción comunitarias”.
Ahora pende de un hilo por la decisión del Ministerio de Salud y de Capital Humano de quitarle apoyo financiero. Con la excusa de “rediseñar” el plan adecuando la responsabilidad en las provincias, el Estado nacional quitó financiamiento y solo se autoadjudica su rol de “rector” del rumbo de las estrategias a seguir. Pero en los hechos, decidió “finalizar 619 contrataciones a consultores por 1.150 millones de pesos”.
Los números de este programa, que se creó en 2017, durante el gobierno de Mauricio Macri y se profundizó durante la gestión de Alberto Fernández, son para destacar:
-En el rango etario de chicas entre 15 y 19 años, la tasa de fecundidad (que mide la cantidad de hijos nacidos vivos por año sobre el total de adolescentes) por cada mil habitantes pasó de ser en 2010 de 64,9 a 46,1, en 2021. Y en el caso de las niñas de entre 10 y 14 años bajó de 1,8 en 2010 a 0,8 en 2021.
- Analizando un lapso más corto, entre 2018 y 2021, se logró que esa tasa de fecundidad adolescente se redujera de 49 a 27 por ciento. Es decir, solo 27 por ciento de chicas de 10 a 19 años se convirtieron en madres, lo que equivale a una caída de casi el 50 por ciento en tres años.
- Por otra parte, el ENIA logró que en 2021 hayan sido madres 8,8 por ciento de las niñas de 10 a 14 años. Esto implicó una reducción del 43 por ciento de casos en esa franja. Cabe destacar que la mayor parte de las gestaciones en esta franja, se presume, provienen de situaciones de abuso o coerción sexual o violación, como sucede en las regiones NOA, NEA y el Litoral, lo que hace más complejo aun su prevención.
En total, son más de 700 profesionales de equipos interdisciplinarios que ven peligrar sus ingresos, si se tienen en cuenta a los y las trabajadoras de Nación en ESI en los programas de Salud Sexual y Salud Adolescente; y, a quienes se desempeñaban en centros de salud, espacios comunitarios y escuelas en Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Chaco, Formosa, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, Salta, Jujuy y la Provincia de Buenos Aires.
Gisela Molluso es una de ellas y todavía sigue asombrada por semejante definición del Gobierno nacional. Fue asesora pedagógica del programa en doce escuelas secundarias del sur y del oeste del conurbano bonaerense, en los municipios de Lanús, Quilmes, Almirante Brown y Morón. Además fue delegada, representando a sus compañeros y compañeras por el Programa en zona sur.
¿Qué tareas realizaban en el Plan ENIA?
-Nuestra misión era “garantizar la Educación Sexual Integral (ESI)” en los colegios públicos, trabajando con los equipos docentes de las instituciones, formando grupos que pudieran identificar situaciones de vulnerabilidad de derechos y acompañarlos con los pasos a seguir cuando se presentaban estos casos en los niños, niñas y adolescentes. En el 2016 se hizo una prueba piloto del plan, y en 2017 arrancó el plan, que funcionaba en doce provincias. En noviembre del año pasado logramos que se incluyeran todas las provincias. La pérdida de todo lo construido es enorme.
¿Cómo te enteraste de los despidos?
Era algo que ya veníamos palpitando desde hace tiempo, luego de las elecciones. Nunca pensamos que sería de tal nivel de gravedad. Ya me imaginaba incluso antes, tras saber cómo habían sido las PASO que podía darse algo así. En sus discursos repetían todo el tiempo que vaciarían el Estado, que iban contra las políticas de género. Creí que estaba preparada mentalmente, pero me parece que esto le pasa un poco a la mayoría que está en contra de estos proyectos políticos. Yo lloro casi todos los días por la impotencia de ver todo lo que se pierde.
¿Qué es lo que se pierde?
-Además de las fuentes laborales, se pierde una causa muy noble. Como trabajadora que estaba realmente comprometida con el objetivo del plan, creía que llevando adelante esta política pública se estaban garantizando derechos humanos básicos. Eso es lo que más me duele. Por otra parte, pienso en lo que va a costar volver a reconstruir nuevos lazos sociales, compañerismos, un pensamiento colectivo. Ni hablar que por haber perdido el trabajo, no paro de comerme los pocos ahorros que tenía (ríe con ironía y dolor).
Por los números que se ven, el ENIA era un plan que sí funcionaba en la Argentina…
-Es muy importante la presencia de este plan en concreto, como también lo fueron muchísimas otras políticas públicas que también fueron borradas. Por ejemplo la Ley de Salud Sexual y Reproductiva. Con estas políticas y normativas hemos sido un país pionero y ejemplar para la región y para el mundo, nos miran los países potencia, esos a los que muchos nos dicen que tenemos que parecernos. La ESI y la Ley de Identidad de Género son estudiadas en muchos otros países. Esperamos que el pedido de algunos diputados nacionales para que el Poder Ejecutivo rinda cuentas por el presupuesto destinado para este plan permita que se pueda desarrollar como debe ser.
Y en el mientras tanto, ¿cómo es afrontar cada día sabiendo lo complicado que asoma el panorama?
-Se hace difícil por momentos mantener la esperanza, porque, a mi parecer, este es un Gobierno que no se abre al dialogo ni a ningún tipo de negociación. Ellos anunciaron, por medio del vocero (Manuel) Adorni que si el programa ‘era tan bueno, que se hagan cargo directamente cada provincia de implementarlo’. Estos argumentos hablan de un desconocimiento total de cómo funciona el Estado nacional, al cual representan. Ellos desde Nación dicen que van a reducir el plan a oficinas que atiendan a esta descentralización. Pero por el momento no tenemos ninguna nueva comunicación. Solo que recién hace dos días se designó a la nueva directora nacional de Salud Sexual y Reproductiva. Sin estos nombramientos de más arriba no se puede trabajar. Pero quienes ocupan los cargos intermedios, con las personas que yo dialogaba permanentemente como referentes territoriales están igual que nosotros, también están despedidos.
¿Crees que el enojo de buena parte de la sociedad contra “lo público” y los gastos de “la casta” hacen que ustedes entren también en esa generalización?
-Buena parte de la sociedad piensa que somos unos “ñoquis”, ni siquiera saben lo que cobramos. Con lo que ganamos, solo me alcanza para cuatro compras en el supermercado (risas). Pero buena parte de lo nuestro es estar convencidos, de militar con convicción. Está claro que por lo económico, nadie podría dedicarse a esto. Para que te des una idea, he atendido un 31 de diciembre, un llamado por violaciones intrafamiliares.
Es necesario que haya trabajadores militantes. Sin ir más lejos, este Gobierno, con su ejército de twitteros, está lleno de militancia. Y lo peor es que no tienen ninguna formación. ¿Qué formación tiene la ministra (Sandra) Pettovello, que encima absorbió en su cartera al ministerio de Educación?
Yendo a los números finos del Plan ENIA, tampoco se advierte una erogación enorme de parte del Estado, y con las metas cumplidas el Estado ahorra en concepto de atender una gestación o los partos…
-Ni el Plan ENIA ni tampoco muchos de los otros programas absorbían mucho gasto por parte del Estado nacional. Nuestros sueldos eran miserables. Cobrábamos 250 mil pesos en el mes de marzo. Mis compañeros y yo teníamos miles de otros trabajos para poder llegar a fin de mes. Y además todo esto dentro de un régimen de monotributo, por lo que no tenemos ningún derecho.
Se nos considera como “trabajadores libres”, con una forma de trabajo bastante individual y no podíamos sindicalizarnos. Es un desgaste enorme. Todo esto formaba parte de un reclamo que les hacíamos a los gobiernos con los que sí se podía dialogar y había una cierta apertura. Tengo conocidos de Télam, del INADI, y estuvieron bajo contratos precarios por diez, quince años.
Todo más complejo aún con el recorte de la “motosierra”…
-Encima llegó un Gobierno que busca llevarse todo por delante y vienen por un proyecto nuevo de país. Y en algo tienen razón, la lucha que hay que dar es ideológica. Atacan al concepto de género, a la comunidad científica, a las universidades, a la educación pública. Más ideológico que eso, no hay.
¿Cómo ves el futuro cercano de estos niños, niñas y adolescentes sin el ENIA?
-Concretamente, peligra para estos jóvenes el acceso a la salud sexual integral y reproductiva, el acceso a los métodos anticonceptivos, el acompañamiento en casos de transición de género, el conocimiento de sus derechos. En definitiva, de que deben ser escuchados. Se venía cambiando un poco este paradigma. Hoy los niños, niñas y adolescentes no son escuchados en nuestra sociedad. Lamentablemente otra vez se están quedando solos y solas.
¿Ves algo a lo que puedan aferrarse?
-Confiamos en el trabajo que hemos dejado en docentes y en equipos de conducción. Por algo nos siguen llamando a mí y a mis compañeras para seguir asesorándose. Obvio que yo los seguiré ayudando pero también existen claras limitaciones por no tener aval oficial, no puedo accionar como trabajadora porque ya no lo soy más. Nos piden constantemente materiales que faltan en los territorios, preservativos y muchas otras cosas. También esto se da porque no tienen a ningún otro referente a quién acudir. Ni siquiera funcionan las páginas web oficiales sobre ESI, porque se dieron de baja.