Acusan a CFK de tener un "desconocimiento profundo" de la Economía Popular
Distintos referentes de las organizaciones sociales hablaron con Diagonales sobre las críticas de CFK. Hubo reproches, pero también un pedido de comprender al sector y a la realidad del mercado de trabajo.
Que lo diga la derecha es una cosa, que lo diga la propia Cristina, es otra. Los dardos cargados de furia vertidos durante el acto de la CTA este lunes por la vicepresidenta contra los movimientos sociales, especialmente contra el más importante, el Evita, lejos de apaciguar la interna que vive el Frente de Todos terminó por provocar la implosión de un nuevo capítulo, que ya estaba latente desde mucho antes. “Habló con un desconocimiento muy profundo de la realidad, tanto del trabajo como de los más humildes. No nos agreden esos comentarios, tampoco nos sorprenden a esta altura. Lamentablemente se hizo un daño a ella misma”, resumió a Diagonales la sensación por estas horas al interior de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) su secretario gremial, Gildo Onorato.
Tanto la UTEP como el Evita debatieron durante todo este martes qué posición formal tomar frente a varias de las acusaciones vertidas por CFK que fueron varias y en muchos sentidos: desde el pedido de realizar una “auditoría” y quitar del medio a las organizaciones en el ordenamiento del programa Potenciar Trabajo (que duplicó sus beneficiarios desde la pandemia hasta alcanzar a 1,2 millones de personas) hasta la chicana de que “el peronismo es laburo, si los viera Evita…”. Ante otros ataques recientes respecto del manejo de los planes sociales, sobre todo desde los comandos de JxC (Patricia Bullrich hizo un planteo muy similar hace 15 días) y de Javier Milei, la idea general era no contestar, pero esta vez el golpe vino desde adentro y con el correr de las horas se impuso la decisión de dar a conocer una posición institucional, más allá de lo que cada dirigente expresó particularmente.
Desde UTEP hicieron un descargo conceptual. “No es justo que miles de militantes sociales y trabajadores sean estigmatizados. La Economía Popular se convirtió en un refugio donde cientos de miles encontraron un espacio de pertenencia, organización y trabajo. Sus aportes a la sociedad son mucho mayores que las situaciones negativas, que repudiamos”, dice y enumera las ramas productivas de la organización que dan cuenta de su amplitud y profundidad, desde el reciclado, las cooperativas textiles y de la construcción, la recuperación de adicciones y la agricultura familiar, entre otras.
También hubo un apartado dedicado a la “tercerización”. “No se trata de tercerización, sino de inventar algo donde no existía nada, donde sólo había vacío y abandono”, dice el descargo, que mucho tiene de reivindicación de la propia identidad del movimiento piquetero, nacido al calor de las luchas sociales de los 90, quizás como su máxima expresión.
El comunicado posterior del Evita, en cambio, discute la idea de qué es el peronismo. “El peronismo debe ser la estrategia política de los trabajadores y las trabajadoras del presente. Ese trabajo es el asalariado público y privado, son los autónomos,pero también la economía popular. Esa realidad surge de la dinámica del capitalismo financiero, en el marco del cual hace más de 50 años que no crece el trabajo registrado en la Argentina. Negando la realidad del trabajo en el presente nos negamos la posibilidad de construir un futuro para todos y todas. Sin la economía popular eso es totalmente imposible”, dice. El documento orgánico lleva las firmas de su referente Emilio Pérsico, del asesor presidencial Fernando ‘Chino’ Navarro, la intendenta de Moreno, Mariel Fernández, el diputado nacional Leonardo Grosso y el propio Onorato.
Más temprano, el “Chino” Navarro había sido aún más frontal. "Si Evita viviera estaría furiosa con la mayoría de los dirigentes políticos al ver esta Argentina con tanta pobreza estructural", contestó, parafraseando a CFK. Navarro ya había cruzado a Cristina luego de aquel acto de mayo en Resistencia, Chaco, al reafirmar que las internas del Gobierno “se deben a disputas políticas” y no a un “debate de ideas”, como la vice había planteado. Las diferencias estaban ya sobre la mesa, pero permanecían solapadas con un manto de discreción, al menos hasta ayer.
Desde la vereda de enfrente, el encargado de sumar aún más tensión fue el secretario de organización de La Cámpora y ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense, Andrés “Cuervo” Larroque. “Hubo un acuerdo para bancar el ajuste entre Guzmán y un sector de las organizaciones, que se beneficiaron aumentando los Potenciar Trabajo, los planes, para administrarlos, privando a la sociedad de una política de ingreso que fue exitosa por otra que tiene una dosis de discrecionalidad a la hora de asignar derechos que es cuestionable”, disparó.
Larroque viene de abrir una línea de “denuncias” para beneficiarios de planes sociales supuestamente manipulados, y de apoyar abiertamente la modificación de todo el sistema de ayuda del Estado, lo que fue interpretado como una provocación política directa.
EVITA Y CRISTINA: UNA HISTORIA DE DESENCUENTROS
El dardo de Cristina pegó en dos puntos de flotación: el debate sobre la Economía Popular al interior del Frente de Todos, más ideológico aunque con efectos concretos en la práctica, por un lado; y el recelo mutuo que sobreviene desde los años en que el peronismo pasó a la oposición durante el gobierno de Macri, por el otro.
Desde la UTEP ya bajaron los brazos respecto a que Cristina entienda al sector de la Economía Popular como un sujeto transformador, lo que es la base de la potencia política que despliega el Evita. No sólo en las calles a la hora de movilizar, sino en los efectos positivos que la organización de miles de trabajadores informales genera en los barrios y en la base electoral del peronismo. Una idea que ella rechaza pero que entre sus adeptos tiene nada menos que al Papa Francisco, que los elogió más de una vez y hasta les dedicó su primera visita a América Latina hace casi una década.
Cuando los dirigentes del Evita explican que Alberto fue el “primer presidente de la democracia en reconocer al sector”, es inevitable no leer una crítica implícita a la propia Cristina, quien recién reconoció a la UTEP con personería jurídica (por entonces se llamaba CTEP) durante los últimos días de su mandato, allá por diciembre de 2015. En el medio hubo un intento fallido de unidad política con La Cámpora, que no pasó de un multitudinario acto en Vélez luego de la muerte de Néstor Kirchner y de un sello de goma como lo fue “Unidos y Organizados”.
Según el último informe del Registro de Trabajadores de la Economía Popular (ReNaTep), en nueve provincias hay más trabajadores informales que formales, y en todo el país ya superaron los 3 millones de inscriptos. Para el Evita, el dato es una confirmación más de que su representación política tiene peso en el entramado social, y que se trata de un proceso irreversible en el mercado de trabajo mientras en el mundo siga imponiéndose la lógica de acumulación financiera. Cuando se los ataca por el lado del clientelismo, esa realidad se impone como un argumento con fuerza. Pero no todo el sistema político lo entiende así.
El peronismo más tradicional, en tanto, oscila entre dos posiciones respecto del sector. El ex ministro de Producción, Matías Kulfas, les bajó el precio y los llamó “sindicato de los pobres”. Su flamante sucesor en el cargo, Daniel Scioli, prometió en cambio durante la campaña presidencial de 2015 que crearía un ministerio de Economía Popular, una idea que Alberto Fernández mira de reojo, por ahora sin concretarla. Otro de los dirigentes que apoya internamente con firmeza a la organización es el Secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, quien mantiene buen diálogo con varios de los referentes sociales del espacio.
Otro tema es el estrictamente político. Un dirigente del espacio pone el punto de mayor desencuentro durante las elecciones de 2017: aquella vez el Evita enfrentó a la propia Cristina desde la lista de Florencio Randazzo. “Creo que la bronca viene desde ahí, pero ella no entiende que igual todos terminamos votándola a ella”, decía una dirigente de peso del sector a este medio. Las rencillas también datan de cuando algunos diputados del espacio rompieron el bloque del Frente Para la Victoria en los albores del macrismo, junto a Diego Bossio, entre otros.
“Yo he hablado personalmente con Alberto sobre Economía Popular más de una vez, quizás eso le molesta también”, dijo esta mañana Esteban “Gringo” Castro, secretario general de la UTEP, en declaraciones radiales.
PALABRAS QUE DUELEN Y BIENVENIDO EL DEBATE
“Las palabras de Cristina de ayer fueron muy dolorosas para nosotros que la bancamos y la queremos mucho y es una referencia. No las esperábamos. La entendemos porque la queremos y siempre defiende los intereses de nuestro pueblo, pero nos dolieron”, contó a Diagonales Natalia Zaracho, diputada nacional por el frente Patria Grande, una de las organizaciones que forman parte de la UTEP pero se sienten más cerca de Cristina que del presidente.
“Es una discusión que no está saldada y vamos a darla. La Economía Popular es un emergente que trabaja en distintas ramas productivas. Los 18 mil pesos que reciben del Potenciar Trabajo les permite llegar a cubrir la canasta básica en un momento muy complicado por la inflación, para llegar a fin de mes. Por eso no queremos que se confunda la discusión, que tiene que pasar por cómo el Estado reconoce nuestros derechos”, agregó.
Zaracho, junto a Itai Hagman, promueven la creación de un Salario Básico Universal, una idea que Grabois impulsa al interior de la UTEP y del Gobierno, aunque sin mucho eco por ahora.
“La economía popular no es tercerización de facultades que antes ejercía maravillosamente el Estado sino creación heroica de los excluidos dónde el Estado sólo llega en patrullero y el Mercado con descarte. Garcas hay en todos lados. Hoy había un par ¿no? Unidad y debate. Me va”, tuiteó anoche Grabois.
En su comunicado oficial, en tanto, la UTEP convoca a una gran movilización para el 7 de Agosto, día de San Cayetano. La marcha se inauguró en pleno macrismo, allá por 2016. Habrá que ver si las aguas se calman antes, de lo contrario, las organizaciones tendrán otra vez un escenario imponente para dejar en claro su posición.