Bajo amenaza
La semana venía tranquila hasta que el martes, y ante empresarios, María Eugenia Vidal descartó reemplazar a Mauricio Macri en la candidatura presidencial de Cambiemos
La semana que termina venía tranquila, considerando el promedio que últimamente lleva el gobierno nacional, hasta que a partir del martes, y ante empresarios, María Eugenia Vidal descartó reemplazar a Mauricio Macri en la candidatura presidencial de Cambiemos. Los $3,59 que avanzó el dólar desde el día siguiente, y los casi mil puntos en que parece ir consolidándose el Riesgo País (cuatro veces más del requisito para que se reabran los mercados voluntarios de deuda en un modelo que necesita eso como agua en el desierto), son reacciones de disgusto por tal negativa, que encierra al oficialismo en el esquema triple reelección de tiempos dorados, lejanos.
Tampoco se trata de que en Wall Street tengan mucha confianza en la gobernadora bonaerense, cuidado. La duda acerca del éxito del hipotético Plan V debe ser lo único sensato en el Presidente en sus últimos tiempos: en efecto, no está en eso tan lejos de la realidad como cuando habla de gestión e insiste en que el rumbo actual es el único posible. Como afirmó Claudio Scaletta en El Destape, los números se empeñan en contradecirlo: las inconsistencias macro no hacen más que agravarse. Y eso, en términos políticos, no es gratis: en la edición del martes pasado del matutino BAE, Noelia Barral Grigera contó que un dirigente peronista de la primera sección electoral de la provincia más grande, donde Cambiemos solía emparejar la ventaja que CFK saca en la tercera, le dijo que la ex vice porteña “está tan hecha mierda como él (Macri)”.
Quizá Vidal misma lo esté confirmando: si tan seguro es que de presentarse gana, ¿por qué no acepta? ¿Será tal vez que sabe, por conocer la cocina, que la que viene sí será pesada herencia?
El programa (por así llamarlo) macrista se derrite, ya sin otro atractivo por ofrecer que el agite del cuco populista mientras desde el Instituto Patria se multiplican las señales de racionalidad, como las promesas de honrar la deuda y el llamado cristinista al orden en su libro, en contraposición a lo que caracteriza como caos vigente. Los cuantiosos aportes de campaña del FMI no alcanzan.
Incluso, la única oferta que puede Marcos Peña seguir sacando al mercado electoral conspira contra la posibilidad de llegar a la orilla de diciembre. Si Olivos quisiera, podría ahuyentar los fantasmas de default fácil y rápido, y ello frenaría la corrida que cumplió un año ininterrumpido. Una convocatoria a todo el arco capaz de ganar elecciones para la firma de un compromiso de cumplimiento de las acreencias ayudaría. Pero también extinguiría el fantasma chavista frente al cual, explica Durán Barba, Macri sería mal menor (no más el mejor en 50 años, vaya resignación).
Zugzwang: situación del ajedrez en la cual cualquier movida empeora la posición del jugador. Del mismo modo, si el ex alcalde porteño cediera el 22 de junio en favor de Vidal, quedaría vacío de poder, en tanto que ella debería contestar, en la pregunta de lanzamiento, por qué el jefe de Estado no va por su propia reelección pudiendo hacerlo. Es decir, debería cargar con el fracaso como atmósfera proselitista. De nuevo: el problema es el proyecto, y por eso no hay postulante potable, independientemente del nombre. El olor a un futuro que no incluiría bicicletas como horizonte adelanta relojes en forma de ventas masivas de bonos y compra ídem de dólares.
Una nota de Leandro Renou en Letra P, finalmente, reveló charlas fructíferas entre la líder de Unidad Ciudadana y el Círculo Rojo (la fracción del empresariado que peor se lleva con Macri pese a que en 2015 lo apoyaron porque la relación con la hoy senadora estaba entonces en punto de no retorno). Suenan a respuesta al texto que ella acaba de publicar con éxito rotundo. La presidenta mandato cumplido aspira con eso, si no a recuperarlos, a que al menos no la combatan en forma de cruzada como en su segundo mandato, lo cual llevó a que acaben colaborando con la llegada al poder de un hombre que puso en jaque sus negocios. CFK, sencillamente, les recuerda que no ha sido una versión criolla de Fidel Castro, ni planea convertirse al comunismo.
En definitiva, no está ocurriendo más que un reacomodamiento de fichas. En el juego de coincidencias de este epílogo CEOcrático que evocan el de Raúl Alfonsín en 1989, conviene recordar que aquel golpe de mercado no fue dirigido al extinto radical sino a su sucesor, Carlos Menem, para domesticar sus promesas populares. Es una disputa que ya va más allá de las urnas.