Si se tiene en cuenta que el área de las relaciones internacionales, menos tratada en la agenda cotidiana en la que imperan los tiempos apremiantes de la política y la economía nacional, es de los asuntos más importantes para la vida de los países, la llegada del ex embajador de Estados Unidos Gerardo Werthein a la Cancillería y la promesa de una limpieza de funcionarios “enemigos de la libertad”, pueden ser puntos de inflexión en el gobierno del presidente Javier Milei

En las últimas semanas, el “trío de hierro” que componen el jefe de Estado, su hermana y secretaria general de la Presidencia Karina Milei, y el todopoderoso asesor sin cargo ni firma Santiago Caputo, se había encargado de desgastar hasta más no poder a la ex canciller Diana Mondino y a su comitiva en el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.  

Y esta jugada de la mesa chica de poder del Gobierno no estaba basada en ninguno de los ex abruptos que la economista de la universidad del CEMA había tenido en sus casi once meses de gestión. Nadie en el elenco gobernante se ruborizó cuando Mondino comparó a la homosexualidad con “tener piojos”, o cuando describió que “los chinos son todos iguales” cuando narró la visita de la comitiva oriental a la base espacial que desarrollan en Neuquén.

Eso poco interesaba en Balcarce 50, pero sí la insubordinación. Y era peor si afectaba los postulados innegociables del gobierno ultraconservador de Milei. Mondino hacía varios meses que ya no tenía injerencia plena sobre su área ni tomaba las decisiones. Se multiplicaban las acusaciones contra ella y su equipo de funcionarios por no responder a las órdenes del jefe de Estado.

Esto desembocó en la partida del número dos de Mondino, Leopoldo Sahores, a mediados de octubre. A Sahores le siguieron las salidas de la subsecretaria de Política Exterior, Marcia Levaggi y el director de Organismos Internacionales, Alejandro Torres Lépori.  Sucedió lo mismo con el ex subsecretario de Asuntos Americanos Mariano Vergara.

Causó urticaria en el entorno de Milei el discurso de Levaggi, ni bien comenzó la gestión “libertaria” en diciembre pasado, durante la conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Dubai. “Yo vine aquí para llevar tranquilidad de que Argentina va a seguir comprometida con el proceso del Acuerdo de París, va a cumplir con sus obligaciones y su contribución nacional para ser sustentables”.

El acordar políticas para limitar el aumento de la temperatura global y adaptarse a los impactos asociados con el cambio climático es un planteo antagónico con la crítica furibunda de Milei y su equipo, en contra de la Agenda 2030 y del Pacto del Futuro que promueve Naciones Unidas.

Para purgar esta grieta diplomática llegó el vicecanciller Eduardo Bustamante, cercano al ex presidente Mauricio Macri, de la mano de Karina y Caputo. Este diplomático de carrera se erige como un pilar de este “nuevo orden libertario”, que además de sus planteos antiambientalistas tiene su otro eje fundamental en el alineamiento incondicional de Argentina con Estados Unidos e Israel.

Pero el cerrojo sobre Mondino ya había empezado mucho antes. Además de ser dada de baja de las giras presidenciales, Karina le intervino la Cancillería. Le había colocado a mitad de año como asesora en Cancillería a la abogada Úrsula Basset, con un perfil conservador, especialista en Derecho de Familia y “filtro” de temas de género y ambiente. Por su parte, Santiago Caputo colocó como secretario de Culto y Civilización a Nahuel Sotelo.  

La decisión de los representantes diplomáticos de la Argentina de votar a favor del levantamiento del bloqueo a Cuba y en disenso con Estados Unidos e Israel fue la gota que rebalsó el vaso. Poco importó que gobiernos como el de Carlos Menem, que el propio Presidente se encarga de enaltecer cada vez que puede, también hayan comulgado con esta misma visión antiembargo.

El comité de Descolonización de las Naciones Unidas desde 1983, un año después de la Guerra de Malvinas, se posiciona en favor de la postura argentina por su reclamo de soberanía contra el Reino Unido. Una voz potente en esa comisión es la cubana, que se mantiene como baluarte en esta exigencia internacional. Esta isla tiene peso en las direcciones de América Latina, Malvinas, Derechos Humanos

El giro del Gobierno por el “mondinogate” atenta contra esta alianza histórica de posiciones en la que una nación ofrece apoyo a otra, y se mantiene la reciprocidad como política de Estado. Los posicionamientos explosivos del oficialismo frente a los BRICS o frente a la contienda de Israel con Palestina siguen la misma tónica de un ideologismo exacerbado.

La peligrosa consecuencia, como afirma el ex vicerrector de la Universidad Torcuato Di Tella y experto en política internacional Juan Gabriel Tokatlian es que la Argentina pierde sistemáticamente la vocación de acompañamiento de países del sur global y de algunos del hemisferio norte.  

En su cruzada “antisistema” y que corroe todo tipo de institucionalidad, Milei desafía la “ley de gravedad” de la práctica diplomática, basada más en la equidistancia, la tradición y el protocolo que, desarrolladas a lo largo del tiempo, se vuelven políticas de Estado.      

La auditoría del personal de carrera de la Cancillería que encarará la nueva gestión de Werthein, con el “objetivo de identificar impulsores de agendas enemigas de la libertad”, aconsejada por referentes de las milicias digitales del Gobierno que jamás pisaron el Palacio San Martín, se vuelve una voltereta diplomática de La Libertad Avanza que no pasa desapercibida por sus aliados en el tablero internacional.