Definiciones en el lado opositor de la grieta
En un contexto de incertidumbre a ambos lados de la grieta, Cristina Kirchner adelantó su estrategia. La candidatura presidencial de Alberto Fernández es un gesto hacia la dirigencia del peronismo, pero con efectos inciertos en el electorado
En América Latina los presidentes que llegan al final de su mandato y tienen habilitada la reelección, la buscan y casi siempre la consiguen. Como dijo Marcos Peña hace unos días: “A un presidente no se lo somete a una interna”. La magnitud de la crisis económica hace necesario que tenga que salir a aclararlo.
Más allá de las dudas que están planteando los socios de Cambiemos, siempre la estrategia electoral es más complicada para la oposición. Porque hay un oficialismo pero varias oposiciones. Las estrategias exitosas desde la oposición suelen implicar alianzas amplias que logren polarizar con el oficialismo, evitando la excesiva fragmentación. Las oposiciones del oficialismo actual son el kirchnerismo y el peronismo de Alternativa Federal (Urtubey, Massa, y Schiaretti). Por otro lado, con un pie en el peronismo federal pero otro en aliados menores como radicales independientes y socialistas, aparece Lavagna. Pero estos espacios no tienen el mismo peso. El kirchnerismo mantiene un núcleo duro más grande y más fuerte, aunque también un techo más bajo.
El anuncio de Cristina Kirchner, proponiéndole la candidatura presidencial a Alberto Fernández, busca levantar ese techo en detrimento del peronismo federal, e incluso aspira a integrar a Massa, el de mayor caudal de votos en el espacio. Es una estrategia que apunta al interior de la dirigencia política, tratando de bajar o integrar precandidatos; pura intuición del liderazgo político, nada de encuestas. Como lo fue en su momento la designación de Zannini como vice de Scioli. Para la ciudadanía resulta indiferente. Muy a su pesar, Alberto Fernández nunca movió votos. De hecho su única candidatura fue en el año 2000 a legislador por la CABA, debajo de los primeros lugares. Contradiciendo una declaración suya reciente, sus votos se los va a prestar Cristina.
Según la encuesta de abril de Opinaia, el 38% del electorado espera que gane alguien ni kirchnerista ni macrista. Pero esta ancha avenida del medio está dividida en muchos carriles; se distribuye entre varios candidatos y un 23% de indecisos. Sobre este espacio buscan ensanchar las veredas el kirchnerismo y el macrismo (tal como ya lo hizo en la Av. Corrientes). Cristina Kirchner se vio obligada a mover primero para evitar el desgaste de su peripecia ante la Justicia. Según el éxito que vaya obteniendo esta estrategia, Cambiemos deberá esforzarse en ampliar la coalición y en relegar el protagonismo de Macri y del Pro.
Hasta ahora, al interior de la dirigencia política, el anuncio logró que se bajen candidatos que ya estaban dentro del espacio, como Felipe Solá y Agustín Rossi, y sobre todo el apoyo de 13 gobernadores, entre los que se destacan Peppo, Manzur, Bertone y Uñac, quienes en los últimos años se habían mostrado más distantes del kirchnerismo. Sin embargo, de esos trece gobernadores sólo Alicia Kirchner y Lucía Corpacci pondrán en juego sus cargos en los días de elecciones nacionales.
Finalmente, más allá de la estrategia electoral de ampliarse hacia el centro y a su vez asegurar la transferencia de los votos duros, puede haber otras motivaciones en la decisión de la fórmula Fernández-Fernández de Kirchner. Una que puede desprenderse del video del anuncio es abstenerse de tomar decisiones económicas poco populares en el marco de una crisis dura y con reglas de juego impuestas por otros, especialmente el FMI. Otra es que luego de la derrota de 2017 frente a Bullrich en provincia de Buenos Aires, se haya convencido de que ya no es capaz de lograr las mayorías de antaño. Aunque, en tal caso surge el interrogante de por qué integrar la fórmula en vez de bajarse definitivamente. Con varias causas judiciales pendientes y conociendo el comportamiento estratégico de la justicia argentina, bajarse sería prácticamente entregarse. Y, en segundo lugar, justamente ante la selección como candidato de un operador político sin popularidad, estar en la fórmula es la forma de garantizar la transferencia de votos. Pero entonces: ¿por qué Alberto y no otro? Probablemente, en esa disputa por el centro de la grieta, lo vea como el más moderado de los propios. El tiempo dirá si fue una decisión acertada para ganar y, en tal caso, para gobernar.
* Mg. en Ciencia Política (UTDT). Profesor de la Facultad de Derecho (UBA). Twitter: @danilodegiustti