Dos semanas para el futuro del peronismo
Tras el sacudón del operativo clamor camporista, la postulación de CFK para la presidencia del PJ no cobró más espesor, aunque se la da por hecho. Quintela no afloja y Kicillof espera en silencio. Tibia movida de Máximo en el PJ bonaerense. Intendentes definidos y los que no. El plazo del 19 de octubre y los años por venir.
La reaparición de CFK en el centro de las escena peronista fue gestándose de a poco pero en las últimas semanas el proceso se aceleró con fuerza. Hay una explicación para ello. En dos semanas, exactamente el 19 de octubre, vencen los plazos para presentar las candidaturas a la elección de autoridades nacionales del Partido Justicialista. Si se quiere, la primera gran parada en la redefinición de los liderazgos y la conducción del peronismo para los años que vienen.
El tiempo corre y todo el proceso burocrático y político, que va desde la suma de voluntades hasta la acumulación de avales en cada distrito, necesita de un despliegue que hacía necesaria una largada con urgencia para la sorpresiva candidatura de CFK. Es por eso que el kirchnerismo no dejó pasar ni 24 horas de la gran marcha universitaria con la que la oposición volvió a golpear a Javier Milei para dar un giro de 180 grados en la agenda, instalando como tema central la renovación de autoridades en el PJ y la decisión de CFK de ocupar un lugar que resistió durante los años de su apogeo: la presidencia del partido a nivel nacional.
Como lo hiciera Néstor Kirchner luego de la mayor crisis sufrida por el kirchnerismo en el poder, tras la derrota por la 125, hoy la ex presidenta entiende que debe ocupar el máximo escalafón partidario para asegurar una reorganización del peronismo que impida que el partido adopte una deriva derechista o se diluya en el inmovilismo. No sólo eso. En el Instituto Patria entienden que es decisivo asegurarse que quienes vayan a integrar las listas electorales por el PJ el año que viene no sean actores que, una vez electos, puedan darse vuelta para aliarse o negociar apoyos al Gobierno nacional. Sobran ejemplos como esos, y basta recordar a los legisladores peronistas que le permitieron a Milei la aprobación de la Ley Bases y el RIGI.
Esto, sin embargo, es justamente lo que desde muchos sectores del peronismo observan con recelo ante la confirmación de que CFK está decidida a ir a fondo. Si la interpretación es que la ex presidenta busca liderar el partido para marcar su orientación política y construir las listas con quienes considere leales, lo que se anticipa es una reedición de la lógica de las decisiones a dedo que múltiples sectores cuestionan, incluso señalando los errores que llevaron a sendas derrotas electorales para el peronismo.
En este punto es donde hay que buscar explicaciones para que lo que empezó en la tarde del jueves como un agresivo operativo clamor por parte del núcleo kirchnerista no se haya traducido, al menos al cierre del sábado, en una extendida plegaria por parte de todos los sectores del peronismo a CFK para que asuma el liderazgo del partido. De hecho, son pocos los actores que se posicionaron por la candidatura de CFK por fuera del primer anillo que componen La Cámpora y sus satélites o aliados principales.
La muestra principal está en la provincia de Buenos Aires. Tras el puntapié inicial camporista, una serie de intendentes se sumaron al operativo clamor. Entre los más relevantes estuvieron Mariel Fernández (Moreno), expresión de una alianza entre el Movimiento Evita y La Cámpora que tiene un objetivo central en destronar a Espinoza en La Matanza a partir de la candidatura de Patricia Cubría, la compañera de Emilio Pérsico; Federico Otermín (Lomas de Zamora), heredero de Martín Insaurralde, el aliado de Máximo que sigue jugando desde las sombras; Gustavo Menéndez (Merlo); Gastón Granados (Ezeiza) y Federico Achával (Pilar).
Más ruido que los intendentes que se posicionaron a favor de CFK presidenta del PJ, alrededor de una veintena, hace el silencio de los mucho más que aún aguardan cautelosos. Allí, a los más cercanos a Kicillof, como Jorge Ferraresi (Avellaneda), Mario Secco (Ensenada), o el propio Fernando Espinoza (La Matanza), pueden sumarse también alguno neutrales en la disputa entre el gobernador y el líder de La Cámpora, como Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas), Lucas Ghí (Morón), Julio Zamora (Tigre), Andrés Watson (Florencio Varela), Mariano Cascallares (Almirante Brown) o Juan José Mussi (Berazategui).
El silencio también resuena aún por estas horas en la gobernación bonaerense. Kicillof y su tropa eligieron seguir esperando a que la cuenta regresiva avance, y no hubo voces de peso del Gobierno provincial que se sumaran al claro, por fuera de los funcionarios de La Cámpora que trabajan para el gobernador. Centrado en su agenda internacional, que esta semana lo llevó a México para participar de la asunción de Claudia Sheinbaum, de la que volvió con una potente imagen de apoyo del propio Lula da Silva, Kicillof deja pasar el tiempo a la espera de nuevos movimientos por parte de quien hasta ahora fuera uno de sus principales aliados, el riojano Ricardo Quintela.
Quintela mostró la valentía de anotarse en lista que nadie quería encabezar desde el minuto uno del Gobierno de Milei, y hoy parece estar dispuesto a hacer valer esa decisión y todo el trabajo político y de armado que viene desplegando desde principios de año para llegar a la titularidad del PJ. El riojano tiene equipos juntando avales por todo el país, hizo una reserva de lista para presentarse a los comicios y hasta mantuvo una cena con la jueza Servini de Cubría para asegurarse de que el proceso se diera correctamente y no hubiera riesgos de sufrir impugnaciones. En ese recorrido, se juntó con el propio Máximo Kirchner, quien no le bajó el pulgar ni tampoco le anticipó la jugada que haría CFK semanas después. Por estos días el gobernador de La Rioja esperaba el beneplácito de la ex presidenta, pero lo que recibió fue un mensaje tácito a que decline de sus intenciones o que compita con ella.
Este viernes el riojano fue tajante en la provincia de Neuquén, donde fue recibido por el PJ local en una de sus tantas actividades proselitistas. “No me gustaría competir con Cristina, pero si hay que competir, tengo que competir, no es pelearme, tengo que competir. A esta altura de la campaña, yo ya tengo mucha gente que puso la cara, puso el pecho y está sacrificándose enormemente”, sentenció el gobernador, dando a entender que no se baja de la disputa. A su vez, y replicando la queja que resuena en todo el peronismo no camporista, agregó la “molesta” que una lista se arme “entre 4 o 5 compañeros y te entran a llamar”.
Mientras que en el kirchnerismo interpretan que el peso específico de CFK hará que, con el paso de los días, los que aún no se posicionaron lo hagan (Kicillof) y que Quintela termine bajándose de su candidatura, en sectores del peronismo no K tienen una lectura alternativa. “Cada hora que pasa sin que sume apoyos de peso muestra a una Cristina más débil, no más fortalecida”, dicen en uno de los campamentos bonaerenses que hoy busca fortalecer las posiciones del gobernador en la disputa con La Cámpora. Y para graficar su punto agregan: “¿dónde está el gabinete de Axel? ¿dónde están los gobernadores? ¿dónde está la CGT?”.
Efectivamente, el clamor camporista por la presidencia del PJ para CFK no sumó en sus primeros días demasiados apoyos de pesos pesados. El que sí jugó fuerte en ese sentido es el gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, quien a través del senador José Mayans dejó trascender que ellos pidieron a CFK que sea la conductora del partido. No sólo eso, sino que se atribuyeron un argumento que hasta ahora corría por parte del Patria para impugnar a Quintela: que la titularidad del partido no debería quedar en manos de un gobernador, debido a las responsabilidades de gestión y de negociación con el Gobierno nacional que ello le implica.
Se sumaron también otros sectores como el PJ de Catamarca, una provincia gobernada por Raúl Jalil, mandatario peronista que pegó el salto al barco libertario junto al tucumano Osvaldo Jaldo. El ex gobernador de San Juan, Sergio Uñac, también se expresó a favor de la ex presidenta, al igual que Agustín Rossi, ex candidato a vicepresidente, quien se sumó al PJ de Santa Fe que ya junta avales para la candidatura de CFK.
Este sábado Máximo Kirchner sacó de un extenso letargo al PJ bonaerense, que no se reunía desde febrero, y organizó un encuentro en Monte Hermoso del que participaron unos 50 representantes del PJ de la provincia, legisladores y algunos intendentes. En la apertura del encuentro, el presidente de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires, Alejandro Dichiara, pidió a los asistentes la elaboración de un documento en el que se proclamara el pedido a CFK para que aceptara ser la presidenta del partido a nivel nacional. A últimas horas del sábado, no salieron del encuentro posicionamientos en esa línea más allá de las declaraciones particulares de los dirigentes.
El kirchnerismo aceleró en las últimas semanas a sabiendas de que falta poco y nada para el plazo del 19 de octubre, día que terminará de marcar los futuros posibles del peronismo. Si bien esa acelerada aún no generó un eco determinante en la mayoría de los actores que componen el PJ, sí sacudió un escenario que parecía avanzar en relativa calma hacia una presidencia de Quintela con acuerdo de los diferentes sectores, pateando para el año que viene la discusión por la conducción del movimiento. La semana que comienza promete ser de alto voltaje y exigirá definiciones por parte de los muchos e importantes sectores que por ahora se mantienen expectantes.
Con CFK lanzada, restará ver si Quintela sostiene su candidatura y efectivamente el peronismo va hacia una elección interna de relevancia, como no sucede hace décadas. Qué harán frente a ese escenario Axel Kicillof y su tropa, los intendentes que lo respaldan, el resto de los gobernadores peronistas y el sindicalismo, serán todas señales para empezar a leer el futuro del peronismo, que empezará a despejarse en las próximas dos semanas. Siempre puede suceder, por otro lado, que se termine conformando una lista de unidad con CFK a la cabeza. Allí también habría otra señal de extrema potencia: el kirchnerismo pasaría a controlar el PJ nacional, el bonaerense y el de la CABA, proyectando un liderazgo total sobre el conjunto del peronismo, liderazgo que al menos hoy no pocos cuestionan.