El bastón de mariscal que echa raíces
Kicillof construye, intentando no chocar con CFK pero sin esperar directivas ni autorizaciones. El kicillofismo, que nace nutrido de un mandato por construir una alternativa a Milei y al uso de la lapicera de Máximo. Peronismo no K, intendentes, sindicalismo, movimientos sociales, organizaciones de izquierda, todos adentro. Ordenar PBA para conducir el peronismo nacional.
El inestable equilibrio que ordenó al peronismo en los últimos años comenzó a resquebrajarse definitivamente el 6 de diciembre del 2022. Unas semanas antes, y tras el intento de magnicidio de septiembre de ese año, CFK le respondía a una multitud enardecida que clamaba por su candidatura presidencial en un estadio único platense repleto: “Todo en su medida y armoniosamente”. Esa puerta entreabierta terminó de cerrarse luego de la condena del Tribunal Oral Federal (TOF) II en la causa Vialidad, ese 6 de diciembre, y otras de sus palabras resonantes con las que sentenció “no voy a ser candidata a nada”.
En una cena posterior a aquella famosa alocusión, la entonces vicepresidenta y líder central del peronismo pronunció otra frase, esta vez interna y dirigida a los dirigentes que la acompañaban en la mesa, pero que marca hasta hoy el presente y el futuro del peronismo: “tomen el bastón de mariscal, militen, hagan política y salgan a la cancha para defender el proyecto nacional y popular”. Uno de los que estaba aquella noche tomó nota, y hoy hace los deberes.
Axel Kicillof avanza decidido en la construcción de una alternativa política para frenar a Milei. Esa construcción se va dando en el marco caótico que atraviesa hoy todo el peronismo, pero conforme avanzan las semanas va teniendo definiciones cada vez más claras. Lo central en los últimos días, post misiles del bombardero recargado Larroque, de las respuestas de La Cámpora y una reaparición de CFK que dejó sabor a poco, es que ya no hay velos que disimulen las energías puestas en ese armado ni restricciones por las fricciones internas que pueda generar. “No existe el kicillofismo, somos cristinistas”, repetía como un mantra el núcleo del gobernador hasta hace un tiempo, tirando la pelota a la tribuna ante cualquier consulta sobre si la conducción del gobierno provincial se trasladaría a un armado político propio. Hoy ese kicillofismo empieza a ser una realidad y se proyecta con miras a 2025 y 2027.
Kicillof tomó el mensaje de CFK y el bastón de mariscal aquella noche de diciembre, y arrancó el 2023 electoral con la primera gran definición que llevaría a los choques de planetas en la galaxia kirchnerista. Se plantó en su candidatura para la reelección provincial y soportó todo tipo de embates de los actores que querían empujarlo hacia arriba, en parte porque era quien mejor medía para la candidatura presidencial, en parte para liberar el Sillón de Dardo Rocha para algún interesado. Su decisión, que CFK no necesariamente compartía pero que no obstaculizó, terminó salvando al peronismo en el sostenimiento de la trinchera bonaerense y lo colocó a él al tope de la cadena alimenticia peronista junto a la propia ex presidenta. Mal que le pese a algunos portadores de apellido, el peronismo mide sus liderazgos en votos, y Kicillof juntó millones y ganó, dos veces al hilo.
KICILLOFISMO PARA INMANTAR LA LAPICERA
Con esos millones de votos, el gobernador de la provincia de Buenos Aires se ganó también el reconocimiento definitivo por parte de múltiples actores del ecosistema peronista que hoy se muestran volcados a cimentar su conducción. Algunos de ellos lo acompañan y bancan desde hace tiempo. Otros, incluso tras plantear diferencias internas en el pasado, se pliegan a la realidad incuestionable de que nadie como él se encuentra frente a la posibilidad y con la capacidad de discutir el status quo en la toma de decisiones del peronismo. Como un poderoso imán que puede atraer hacia sus manos la lapicera, el polo kicillofista atrae también a todos los actores hastiados de los usos previos y las lógicas de conducción de quien la ostentó hasta ahora: Máximo Kirchner.
El ejemplo más claro es el de uno de los principales lugartenientes actuales del kicillofismo naciente, el ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense, Andrés Larroque. El ex secretario general de La Cámpora dio el salto ya el año pasado con la construcción de La Patria es el Otro, algo así como una primera pata territorial del armado del gobernador. Como lo fuera en 2023 para dinamitar los intentos reeleccionistas de Alberto Fernández, hoy “el cuervo” es una espada central de Kicillof para discutir el reordenamiento interno del peronismo bonaerense.
A la par de Larroque se mueven dos intendentes estructurales para el armado del gobernador. Mario Secco (Ensenada) y Jorge Ferraresi (Avellaneda) no resignan ni el nivel kirchnerismo en sangre ni las tensiones con La Cámpora a la hora de ubicarse con fuerza en el nuevo polo de la discusión interna. A ellos puede sumarse Fabián Cagliardi, jefe comunal de Berisso, unido a La Plata por una conexión geográfica y política. En ese primer anillo intendentista hay que contar también a Julio Alak, la gran apuesta de Kicillof el año pasado que pagó con creces al recuperar la capital provincial tras 8 años del macrismo de Julio Garro.
En esa órbita también se mueve el esquema matancero, con Fernando Espinoza y Verónica Magario como cabezas, y otros jefes comunales con menor salida a la discusión pública pero que acompañan al gobernador, como Juan José Mussi, Andrés Watson o Fernando Moreira. El vínculo con el partido de San Martín se afirmó a partir de la inclusión de Gabriel Katopodis, otro jugador fuerte de la provincia, en el gabinete.
La expansión del kicillofismo tuvo este fin de semana un hito central. Bajo la bendición de Carlos Bianco, ministro de Gobierno y comandante eterno de las tropas del gobernador, vio la luz el Frente Popular Patria y Futuro, un espacio político que nuclea a organizaciones políticas, sociales y referentes que boyaban sueltos y sin un paraguas común, y que se pusieron a disposición de la construcción del liderazgo y el proyecto presidencial de Kicillof hacia 2027. Bianco y Larroque fueron las figuras centrales del acto lanzamiento que se realizó este sábado, en cuya primera fila también estuvieron Mario Secco y Julio Alak. La referencia al futuro en el nombre del frente hace juego nada subliminalmente con el pedido del gobernador por componer nuevas canciones y abandonar la nostalgia de un pasado que ya queda lejos.
Hay también un peronismo no kirchnerista que ya no ve en Kicillof a un emisario de CFK sino más bien lo contrario, la posibilidad del establecimiento de un nuevo equilibrio. Exponente paradigmático es la diputada nacional Victoria Tolosa Paz, alineada durante el FdT con Alberto Fernández, impulsora de una candidatura provincial para competir con Kicillof de la que declinó a último momento, y que hoy reconoce e impulsa el liderazgo del gobernador. Una mirada sobre esa candidatura que no fue señala que su objetivo central no era discutir el lugar de Kicillof, refrendado meses después con millones de votos bonaerenses, sino cuestionar la cerrazón en la toma de decisiones y el uso de la lapicera del presidente del PJ provincial. En esa lógica hay que interpretar muchos de los realineamientos que se vienen dando y se profundizarán hacia adelante.
GESTIÓN, ARTICULACIONES Y CALLE
Kicillof tiene claro que su posibilidad de construir cualquier alternativa a Milei y de conducir ese proceso depende de dos cosas: su capacidad para gestionar la provincia en el contexto del desfinanciamiento nacional, y su apertura política para articular con todos los actores que quieren resistir la avanzada del gobierno libertario. A la par, el gobernador tiene que aparecer como una referencia política de acompañamiento a los reclamos sociales y sectoriales frente al avasallamiento de derechos y condiciones de vida de las mayorías. De todo eso viene dando muestras significativas en las últimas semanas.
El jueves pasado, Kicillof inauguró el IPAC, un instituto que nucleará emprendimientos productivos y sociales de asociaciones y cooperativas. Como presidente del organismo fue nombrado Gildo Onorato, dirigente del Movimiento Evita y presidente también de La Patria de los Comunes en PBA, el partido que los movimientos sociales armaron en 2023. El Evita, que tiene en la intendenta de Moreno, Mariel Fernández, una cercanía con Máximo Kirchner, apuesta a la construcción del gobernador y se suma desde el IPAC a organizar desde la gestión a un sector social determinante en la composición bonaerense. Otros referentes de movimientos sociales, como Daniel Menéndez o Federico Ugo, también forman parte de la gestión provincial, en una articulación más que relevante para la construcción del kicillofismo.
Así como con los movimientos sociales y la economía popular, Kicillof no descuida, y más bien profundiza, sus contactos con el movimiento obrero organizado. El gobernador acompañó en la calle el paro general del 24 de enero y volvió a dar el presente en la concentración del primero de mayo. En esa oportunidad, además, hubo reunión y foto con la cúpula de la CGT. La agenda compartida en cuanto al rechazo al DNU 70/23 y la Ley Bases es una plataforma desde la que crecen los puntos de contacto. Héctor Dáer y Pablo Moyano son los interlocutores del gobernador, quien luego de homologar el acuerdo paritario de Camioneros hace unas semanas se ganó un pedido a Dios por parte del líder sindical para que sea presidente en 2027.
Las CTA también orbitan la galaxia kicillofista, donde Roberto Baradel y Hugo Yasky juegan roles protagonistas. El diputado nacional fue uno de los que sorprendió hace unas semanas cuando salió a bancar los dichos de Larroque contra la conducción delegada en “tres ñatos de WhatsApp”. El ministro Walter Correa y el dirigente de la UOM, Abel Furlán, son alfiles del gobernador en el movimiento obrero, al que tendrá otra oportunidad de acompañar este jueves en su segundo paro general de la era Milei.
El gobernador sabe que estar presente junto a los reclamos de la sociedad es una marca que tiene registrada y que lo llevó a donde está. Apenas derrotado el FPV en 2015, Kicillof fue el principal actor de las plazas de la resistencia al macrismo, donde espontáneamente buena parte de la sociedad empezó a sembrar la semilla del triunfo electoral de 2019. Todos esos años Kicillof recorrió la PBA en su famosa gira con el Clío de Bianco y ganó la popularidad entre los bonaerenses que lo encumbró ya dos veces en el gobierno.
En esta nueva etapa de resistencia, que además lo encuentra en la responsabilidad de gobernar la mayor provincia del país, Kicillof salió a la calle en las ya mencionadas movilizaciones de trabajadores, junto a la sociedad civil y organizaciones de DDHH el 24 de marzo y junto a la comunidad educativa en la marcha federal universitaria. Sin acaparar actos ni buscando repercusiones con su presencia, el gobernador sedimenta su perfil de cercanía a los reclamos populares y la sociedad, que lo llevó a un nivel de reconocimiento por parte del pueblo que sólo puede superar CFK. Allí está otra de las claves centrales de la construcción de su futuro.
PBA 2025 – NACIÓN 2027
El proceso de reestructuración general del peronismo tras la derrota nacional del año pasado se va dando por etapas. A pesar de tener buena interlocusión con gobernadores y dirigentes de otras provincias, Kicillof sabe que solamente a partir de un ordenamiento claro y contundente de la PBA podrá pararse como la voz central del peronismo a nivel nacional. El gran punto de inflexión de esa deriva serán las listas del 2025, donde tendrá que verificarse el poder de conducción del gobernador, que en los últimos turnos electorales se corrió de la disputa por lugares.
En ese marco es que Kicillof va cobijando bajo su ala la heterogeneidad política anteriormente descripta, y acumulando fuerzas para la disputa que mantendrá, inevitablemente, con Máximo Kirchner a la hora de plasmar cada armado en las listas. CFK no da por ahora señales de intentar ordenar esa discusión más allá de su pedido de dejar de “discutir pelotudeces”, que sonó más a un respaldo a la posición camporista de esquivar las discusiones que proponen los actores cercanos al gobernador que a otra cosa.
Rastreando los movimientos de Kicillof tras la reaparición y el discurso de CFK lo que se evidencia es una profundización de su propio armado. La semana pasada, tras la tirada de orejas de CFK en Quilmes, hubo encuentro y foto con sus lugartenientes Larroque y Ferraresi (que ni siquiera fue al acto en Quilmes). El primero de mayo encabezó una columna de intendentes en la convocatoria de la CGT y se reunió con su cúpula coordinar una nueva movilización al Congreso el día en que el Senado trate la Ley Bases. Autonomía de movimientos, articulaciones e iniciativas políticas.
El sábado llegó el lanzamiento de Patria y Futuro, primer frente que puede llamarse 100% kicillofista. Este lunes la agenda del gobernador continúa el refuerzo de lo propio. En la primera mañana, presencia en los festejos del 223º aniversario de Ensenada junto a Secco y entrega de un camión para la gestión de residuos sólidos y de una ambulancia para el distrito. En segundo turno, entrega de viviendas en Avellaneda junto a Ferraresi en el marco del programa provincial Casa Propia. A la tarde, participación en el primer Encuentro Federal por el Trabajo, en el que Walter Correa será anfitrión de autoridades del trabajo de distintas provincias y de dirigentes de las centrales obreras.
Kicillof tomó el bastón de mariscal a pedido de CFK, y su bastón ya echa raíces en suelo bonaerense. Con un armado que el gobernador no referencia como propio pero que crece y se ramifica, el proyecto político kicillofista va cobrando cuerpo y espesor. Ordenar la provincia bajo su conducción indiscutida será el primer paso, indispensable para pensar en una proyección hacia el peronismo nacional y todos los sectores que sientan la necesidad de construir una alternativa al modelo de Milei. La pregunta latente es cuánta oposición encontrará en ese proceso por parte del núcleo cristinista, y si esas tensiones se ordenarán políticamente o deberán dirimirse en las urnas. Por ahora, el gobernador intenta no entrar en esa y se dedica a construir. Lo que queda claro es que tiene el bastón en sus manos, millones de votos, triunfos electorales y experiencia de gestión sobre sus espaldas, y que sólo quien pueda poner sobre la mesa esos mismos atributos podrá discutirle condiciones.