La aparición 129, números que dan fuerza
Siempre es difícil contar una restitución. Porque duele y es, al mismo tiempo, emocionante
Siempre es difícil contar una restitución. Porque duele y es, al mismo tiempo, emocionante. Es de esos sucesos que pasan primero por la emoción y recién después van a la cabeza.
Pero también es complicado relatarla porque en ella conviven la absoluta particularidad de cada una de las vidas puestas patas para arriba por la dictadura con la uniformidad que imponen los genocidios. Los seres humanos pasan a ser números y en esa operación es que reside la complejidad de la re significación que hace Abuelas cuando también –pero desde un sentido completamente opuesto- numera a los nietos aparecidos.
Estela de Carlotto lo volvió a mencionar con la restitución de la nieta 129: “los numeramos para darnos fuerza”, dijo al presentar la historia de la hija de Norma Síntora, detenida y desaparecida desde el 21 de mayo de 1977 y de Carlos Alberto Solsona, el padre, quien podrá encontrarse y conocer a su hija, la 129.
Como siempre, la conferencia de prensa en que se hizo el anuncio tuvo lugar en la sede de Abuelas. Estela en el centro de la mesa, rodeada por los familiares, dio inicio a la lectura del comunicado que no comparte detalles con ningún otro pero que mantiene la misma estructura de todas las presentaciones. “Abuelas de Plaza de Mayo comunica con enorme felicidad el encuentro de una nueva nieta, hija de Norma Síntora, secuestrada embarazada de 8 meses, y de Carlos Alberto Solsona, con quien podrá finalmente abrazarse, luego de casi 42 años”, leyó.
Norma y Carlos
Norma Síntora nació en Cruz del Eje, Córdoba y en 1968, conoció a quien sería su marido, Carlos Alberto Solsona, ambos se conocieron cuando estudiaban Ingeniería Electrónica en Córdoba. Se casaron en marzo de 1975 y en 1976 nació su primer hijo, Marcos. Norma y Carlos militaban en el Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP). A ella sus compañeros la llamaban "La Morocha", "Raquel", "Marta" o "La Turca".
Hacia finales de 1976, ante la ferocidad de la represión, la pareja decidió dejar a Marcos al cuidado de sus abuelos maternos por los riesgos que estaban corriendo y empezaron a pensar en el exilio. Por entonces, Norma cursaba su octavo mes de embarazo.
El 21 de mayo de 1977, alojada en la casa de sus compañeros de militancia Isolina Beatriz Rocchi y Rubén Castro, en Moreno, provincia de Buenos Aires, Norma fue secuestrada junto a ese matrimonio. Los tres continúan desaparecidos. Al momento del secuestro, Carlos Alberto se encontraba fuera del país y luego debió exiliarse.
Nada más se supo de Norma ni del bebé nacido/a en cautiverio. Se presume que, por la zona del secuestro, podría haber sido llevada a Campo de Mayo, donde habría dado a luz en alguna de las maternidades de ese centro clandestino de detención.
7 años de idas y vueltas
La resolución de este caso llevó 7 años de idas y vueltas. En 2012 llegó una información a Abuelas sobre la posibilidad de que una hija anotada como propia por un matrimonio fuese hija de desaparecidos. Un año después, el equipo de aproximación de Abuelas contactó a la presunta nieta para invitarla a realizarse el examen de ADN. El tiempo pasó y no hubo respuesta y fue así que Abuelas debió judicializar el caso, el que fue derivado a la Unidad fiscal especializada para casos de apropiación de niños durante el terrorismo de Estado. El juzgado a cargo fue el de Sergio Torres, quien envió un exhorto a la Justicia de España, donde reside la mujer.
En junio de 2017 Abuelas y la joven pudieron retomar el contacto interrumpido y hace dos semanas la nueva nieta ingresó al país. Fue allí que por una notificación de Migraciones, se presentó a la Justicia el miércoles 3 de abril. Allí, con intervención del equipo interdisciplinario de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), aceptó realizarse voluntariamente el análisis en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), que arrojó que es hija de Norma Síntora y Carlos Alberto Solsona.
Estos párrafos son, palabras más, palabras menos, lo que dice el comunicado de Abuelas con el cual se presentó la nueva recuperación. Pero detrás, por encima y por debajo de esta información y estas palabras hay otra cantidad de datos dichos y no; de acciones, de sensaciones y de estado de situación.
Pablo o Soledad
Según contó Carlos Solsona, ese bebé en camino iba a llamarse Pablo, si era varón y Soledad si era mujer. También supimos por su relato que Norma lloraba cada noche preocupada por cómo estaría Marcos lejos de ellos; que él pasó noches enteras imaginando la posibilidad de la aparición de su hijo o hija secuestrado en el vientre de su madre también capturada; que durante 40 años buscó y que debió hacerse una coraza para seguir adelante; que se enteró de la confirmación el lunes 8 de abril y que tanto Marcos, como su nueva pareja Ana y Martín, el hijo de ambos, revolvieron la vida para que estuviese en Capital Federal para la conferencia de prensa. Y también pudimos conocer el respeto y cuidado con que espera el encuentro: “No quiero imaginar mucho previamente cómo puede ser el momento de vernos. Tengo mucho miedo de lastimarla a ella. Ella ya tiene una vida”.
La mala prensa de la prudencia
Esa prudencia, ese cuidado, esa sobriedad que transmiten las Abuelas en cada paso, en cada palabra y en cada acción fue la misma de Carlos hoy durante la conferencia de prensa. Una calma y un temple que se destacan especialmente en medio del vértigo y de la sensación de brutal desencadenamiento de vaya una a saber qué de la vida política de nuestro país.
Ni la mesura ni la prudencia tienen buena prensa. Siempre suenan mejor y más divertidos el arrebato y la velocidad. Pero cuando se pierden de vista los bordes y donde todo parece lo mismo, estas mujeres –mujeres de Estado, quién puede ya dudarlo- vienen a recomponer el eje.
Quizás haya sido por esto que molestó tanto que algunos se apresuraran a tuitear la información sobre la aparición de una nueva nieta sin esperar a la palabra oficial de Abuelas; esa palabra que ya sabemos además de performativa es profundamente reparadora.
La conferencia de prensa estaba pensada para el miércoles 10, pero debió adelantarse por el nivel de circulación del rumor. La molestia llegó al punto de que miembros de Abuelas de Plaza de Mayo debieran comunicarse con algunas de las personas que se adelantaron en el anuncio para comentarles la incomodidad de la situación.
Dije en mi cuenta de tuiter: “Si ellas pudieron esperar 40 años, nosotros podemos esperar unos minutos” y no fue un impulso; es lo que muchos pensamos.
Porque no se trata de un tuit suelto, de la emoción, o de una primicia. Detrás de cada restitución hay decenas de personas y de instancias estatales. Pero también forman parte del engranaje –quieran o no- la sociedad, el periodismo y las enseñanzas de las Abuelas que colocaron a la Argentina a la vanguardia de la defensa de los Derechos Humanos en el mundo.
Y ahí la mesura, la prudencia y la calma, esa tríada que puede sonar a aburrimiento termina siendo la que pone orden, la que recupera el eje y la que puede hacer la diferencia tanto en la salud como en la reacción de los involucrados directos.
El Estado
El Estado es, por supuesto, parte central en todo esto. Tanto en las acciones como en las omisiones. Tanto en el empuje a la búsqueda que algunos gobiernos le dieron como en el silencio atronador del Presidente Mauricio Macri ante cada aparición. Él sí que ni un tuit al respecto. Nunca.
Cuando el Estado se retira o es displicente las búsquedas cuestan más, llevan más tiempo o, directamente, no provocan encuentros. Y esto vale tanto para la quita de recursos como para la ausencia de campañas. Por ejemplo, las multas a medios de comunicación que estipulaba la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual podían ser saldadas a través de la puesta en pantalla, o en audios, de los institucionales de Abuelas sobre a dónde recurrir en casos de dudas sobre la identidad. Al demoler la ley, también se llevaron puestas una posibilidad enorme de llegada a más y más personas. No hace falta hacer maldades para hacer daño, para lastimar basta con no hacer.
Tan pero tan importante es la difusión que cuando estalla en los medios la confirmación de un encuentro aumentan de modo exponencial las consultas a Abuelas. Hoy no fue la excepción, mientras la conferencia de prensa se estaba transmitiendo llegaron mensajes nuevos con consultas. Por eso es tan importante la responsabilidad de todos: en cada gesto puede estar encerrada la posibilidad de una nueva aparición.
Los números
Los números de las apariciones no dicen todo. Hay azares, circunstancias y particularidades. Pero pueden ser una buena muestra del recorrido de la política y de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia.
Entre 1984 y 1989 se resolvieron 32 casos (entre restituciones y cierre de casos porque los embarazos no llegaron a término). Entre 1991 y 1999, 17. Entre 2000 y 2002, 8. Entre 2003 y 2015, 47. Entre 2016 y 2017, 8. En 2018, 1. Y uno en lo que va de este año.
Por la importancia que tiene el rol del Estado es que tanto el fiscal Pablo Parenti, titular de la Unidad a cargo de los casos de restitución, el abogado de Abuelas Alan Iud y la propia Estela hicieron especial hincapié en la importancia del trabajo conjunto de todos los eslabones del Estado y de sociedad civil.
Las palabras mágicas de Estela
Y por si faltaba alguna inyección de energía, la Abuela Rosa Roisinblit nos lanzó, desde sus casi 99 años y 8 meses que “esto sigue. Esto no se detiene”. Lo suyo aportaron también la nieta restituida Victoria Montegro, quien dijo desde su cuenta de Twitter: “Se agranda la familia. Bienvenida a la verdad, hermana, nieta 129”. Y Horacio Pietragalla, otro nieto y hermano de la vida de “Vicky”: “Las únicas alegrías en estos años tan duros nos las dan las Abuelas”. Y el militante de HIJOS Carlos Pisoni quien publicó una foto del colectivo línea 129 y escribió “subamos, manejan las Abuelas”.
Y, por supuesto, también Estela hizo los pases mágicos con sus palabras, esas que levantan a cualquiera: “Rompamos el silencio. Ayudemos a reparar las heridas que la dictadura nos dejó. Las Abuelas somos expertas en fracasos. Pero somos alegres y optimistas y somos implacables en nuestro camino de Memoria, Verdad y Justicia”.
Si tenés dudas sobre tu identidad o conocés a alguien que puede ser hijo de desaparecidos, contactate con Abuelas: 011-4384-0983.
Secretaría: [email protected]
Presentación espontánea: [email protected]