La cáscara vacía de Mayo
Javier Milei tendrá finalmente su firma y su foto, aunque devaluada. Los ausentes y los presentes a regañadientes que exponen la flaqueza real de un acuerdo en el que nadie cree. Un presidente falto de resultados que buscará mostrar una fortaleza ficticia. De una muestra de poder a una pantomima en cuatro meses.
El primero de marzo Javier Milei sacudió el avispero del sistema político argentino. El flamante presidente no sólo cambió por primera vez el horario tradicional del mensaje a la Asamblea Legislativa para el inicio de sesiones ordinarias del año, disponiéndolo para el prime time televisivo de la noche, sino que también sorprendió con la que hasta ese momento fue la más contraintuitiva de sus propuestas. Con una sociedad y una esfera política acostumbrada a sus bravuconadas y agravios sin distinción de destinatarios, que había tocado su pico en la caída de la primera Ley Bases, Milei propuso lo que en política suele plantearse siempre desde posiciones de fortaleza: un pacto.
Nadie negocia en la debilidad, y tras las apretadas públicas que el presidente repartió a diestra y siniestra entre gobernadores, legisladores, periodistas, figuras de la esfera pública, etcétera luego del rotundo fracaso de la primera Ley Bases, el balance del oficialismo fue que esa actitud fue bien recibida por su base y reforzó sus posiciones. Así llegó Milei a su primera apertura de sesiones, en la que después de una intensa alocusión en su modo tuitero y agresivo, sacó de la manga una carta que nadie esperaba y con la que marcó la agenda por varias semanas.
El modo acuerdista mostraba a un Milei más creativo, pragmático y sólido en su rol de presidente de lo que se había visto hasta el momento, y su gesto fue un caballito de batalla del oficialismo que se celebró en buena parte del establishment que le exigía más criterio de realidad al ex panelista televisivo devenido en primer mandatario. Sin embargo, esa posición de fortaleza con la que Milei se reinventó luego de iniciar un ajuste de brutalidad desconocida hasta entonces fue declinando con el paso de los meses y ante la falta de resultados de gestión, permitiéndole llegar hasta la firma devaluada este 8 de julio en la medianoche tucumana.
En esas primeras semanas de marzo, en los medios de comunicación y el debate público parecía instalada la lectura de que quien no asistiera al pacto pautado para el 25 de mayo en Córdoba quedaría en offside. Cuatro meses después, con una Ley Bases ultra recortada, una evidente falta de resultados económicos, nuevas disparadas del dólar y el riesgo país, un posible rebote inflacionario en junio, y el estancamiento y hasta el retroceso de la imagen del Gobierno y del presidente en las encuestas, esa potencia original del pacto de mayo quedó reducida a una cáscara vacía a la que la mayoría de los asistentes irán por compromiso y no por convicción, y que en sus ausencias también deja tela para cortar.
Desde lo institucional, Milei apuntó fundamentalmente a los gobernadores y legisladores colaboracionistas con su invitación el primero de marzo. Entre los primeros, al indudable éxito oficialista en congregar 18 mandatarios, hay que agregarle la clave de lectura del pragmatismo político de los gobernadores, que juegan su propio juego sin abrazarse ni mucho menos al liderazgo de Milei. Manuel Adorni confirmó como firmantes al anfitrión Osvaldo Jaldo (Tucumán), Raúl Jalil (Catamarca), Gustavo Sáenz (Salta), Martín Llaryora (Córdoba), Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Jorge Macri (CABA), Gustavo Valdés (Corrientes), Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Alfredo Cornejo (Mendoza), Ignacio Torres (Chubut), Carlos Sadir (Jujuy), Leandro Zdero (Chaco), Rolando Figueroa (Neuquén), Hugo Passalacqua (Misiones), Alberto Weretilneck (Río Negro), Marcelo Orrego (San Juan), Claudio Poggi (San Luis) y Gerardo Zamora (Santiago del Estero).
Varios de ellos mantuvieron fuertes cruces con Milei y sostienen el reclamo por el envío de fondos a las provincias, que sufrieron un recorte del 80% en las transferencias. Casos como el de Jalil, Sáenz, Figueroa o Weretilneck están muy atravesados por las posibles inversiones que sus provincias recibirían luego de la aprobación del RIGI. Pullaro y Llaryora son figuras de alto vuelo político que en las últimas semanas eligieron no confrontar con el presidente, pero que a la vez mantienen diálogos subterráneos con Axel Kicillof en torno a la construcción de posiciones comunes. Valdés llega salpicado por el Caso Loan, y no termina de quedar claro si le suma o le resta a Milei en la foto. Jorge Macri acaba de reclamarle a la Nación la coparticipación de la CABA.
En definitiva, la presencia de los mandatarios en Tucumán es más una formalidad y un compromiso que un apoyo real a la gestión del presidente, que puede contar a uno solo se los gobernadores como jugador propio: el local Osvaldo Jaldo. Por otro lado, seis gobernadores le harán el vacío al pacto con su faltazo. Se trata de Axel Kicillof (Buenos Aires), líder de las voces opositoras, Ricardo Quintela (La Rioja), Claudio Vidal (Santa Cruz), Gildo Insfrán (Formosa), Gustavo Melella (Tierra del Fuego) y Sergio Ziliotto (La Pampa).
Entre los legisladores nacionales también hubo sorpresas negativas para Milei. A la esperada negativa del peronismo se sumó en las últimas horas la del principal bloque colaboracionista por fuera del PRO. Hacemos Coalición Federal, el bloque liderado por Miguel Ángel Pichetto, quien intentó ponerse al hombro la sanción de la primera Ley Bases a principios de año, publicó un comunicado en el que expresó el acuerdo general con los puntos del pacto, pero también que “estos objetivos no se alcanzan con una foto o la firma de un papel, sino con acciones concretas”. Así justificaron su ausencia en Tucumán, manifestando “festejamos la independencia manteniendo la independencia”, un mensaje de fuerte carga política contra el estilo de conducción de Milei.
Junto con la tropa de Pichetto, quienes tampoco estarán serán los legisladores de la Coalición Cívica de Elisa Carrió, fervientemente enfrentada al presidente y el rumbo de su gestión. Por su parte, Martín Lousteau también se contará entre los ausentes, no sólo en su condición de senador nacional sino fundamentalmente como presidente de la UCR, partido que no fue convocado.
En su anuncio de marzo, uno de los aspectos con los que Milei sorprendió fue en la convocatoria a expresidentes. El gesto de ecuanimidad fue un intento de mostrarse por encima de la grieta y fue bien recibido en general. Meses después, es un ítem que también le quedará flojo esta noche. De los exmandatarios vivos, sólo Macri y Rodríguez Saá irán a Tucumán. El puntano apenas puede contarse en esa categoría, tras su presidencia de una semana en plena crisis del 2001. El líder del PRO viene de apretar fuerte contra Milei con comunicaciones y gestos con críticas explícitas y picantes. De viaje en Inglaterra donde estaba presenciando el torneo de Wimbledon, Macri estiró hasta último momento su confirmación en un nuevo gesto de disputa para con Milei. A su vez, el flamante presidente del PRO aprovechará la situación para mostrarse con los gobernadores de Juntos por el Cambio como tropa propia. CFK y Alberto Fernández no asistirán, dejando al presidente sin un solo apoyo sólido entre los exprimeros mandatarios.
Quienes tampoco formarán parte del evento son los jueces de la Corte Suprema. Milei tensó la cuerda con los magistrados con la postulación de Ariel Lijo para el Tribunal Supremo, iniciativa únicamente respaldada por Ricardo Lorenzetti entre los cuatro miembros actuales de la Corte. El gesto de los supremos de no participar del pacto enciende alarmas en el oficialismo, a sabiendas de que tendrán en sus manos la decisión sobre muchas medidas que se judicializarán como, por ejemplo, la vuelta del Impuesto a las Ganancias. Por otro lado, tiempistas de la política como nadie en el país, la decisión de los jueces de no prestarse al show de Milei también es un mensaje político que se leerá en todo el sistema como una debilidad del presidente.
La firma en Tucumán tampoco tendrá una presencia demasiado nutrida por el círculo rojo empresarial. Algunos de los que sí estarán, a su vez, plantearon recientemente fuertes críticas al rumbo económico del oficialismo, como es el caso de Gustavo Weiss, titular de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco), o Daniel Funes de Rioja, titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), ambos sectores fuertemente golpeados por las decisiones del Gobierno.
De lo que fuera una propuesta disruptiva para con su propio estilo perfilado en los primeros meses como presidente a cómo llega al pacto hoy, Javier Milei se desinfló notablemente. Si unos meses atrás el Pacto de Mayo aparecía como una especie de acuerdo refundacional del país, con Milei como líder, hoy se revela como una cáscara vacía en la que nadie cree realmente, a la que quienes se acercan lo hacen sólo por compromiso, y que difícilmente vaya a modificar en nada el contexto político actual. Quizás uno de los gestos más fuertes de este cuadro se de si finalmente se confirma la versión de último momento de que la propia vicepresidenta, Victoria Villarruel, tampoco estará en Tucumán. La explicación del cuadro gripal que supuestamente la aqueja no alcanza para matizar las evidentes tensiones que el presidente debe soportar en los riñones mismos de su Gobierno.
La caída de la economía se profundiza, los despidos aumentan, la variables financieras no ceden en su presión, mientras los sectores exportadores empujan por una nueva devaluación y el Gobierno no consigue los dólares que necesita para salir del cepo. Debilitado por ese contexto en relación con su arrolladora posición de principios de marzo, así llega Milei a la concreción de una idea que otro momento podría haberlo mostrado como presidente firme y alineando detrás suyo a la mayoría del ecosistema político, pero hoy lo revela como un gobernante necesitado del show y la pantomima para distraer la atención de los pésimos resultados económicos de su gestión, buscando algún salvataje de inversionistas extranjeros que lo rescaten de su propio laberinto.