“Bullrich se queda corta con estos tipos” suelta en un momento de la charla con Diagonales Ernesto Alonso, justo después de recordar el momento durante la pandemia en el que la candidata de Juntos por el Cambio “propuso cambiar las Malvinas por vacunas”. Alonso es Secretario de Derechos Humanos del Centro de Ex Combatientes CECIM La Plata, es miembro de la Comisión Provincial por la Memoria y parte del Instituto de Malvinas de la UNLP. En diálogo con este medio, Alonso no se guarda su preocupación por la actual coyuntura del país: “No son la libertad avanza, sino la impunidad avanza. Es preocupante porque ya no son personajes marginales, detrás de la estructura de Milei hay un poder económico y un proyecto de no país”.

A medida que avanza la campaña y se acercan las generales de octubre, ese proyecto de no país del que habla el CECIM La Plata va mostrando diferentes rostros. Si bien no es la primera vez que aparece, en estos días la que quedó muy expuesta fue la cara desmalvinizadora de LLA. Quien suena como posible canciller en un eventual gobierno del libertario, Diana Mondino, afirmó en una entrevista diario inglés The Telegraph que “los derechos de los isleños serán respetados”: “Pueden pasar muchos años, pero no se puede imponer ninguna decisión a otras personas, ni a los argentinos ni a nadie” sentenció.

Mondino se mostró muy preocupada por la situación de los ocupantes de Malvinas: “¿Cómo entendería la inflación alguien que no haya nacido ni crecido en Argentina? ¿Por qué alguien querría ser parte de una sociedad? Necesitamos convertirnos en un país normal y somos un país vacío” expresó, al tiempo que recomendó “un enfoque de diplomacia al estilo de Hong Kong sobre las Islas Malvinas, con una transferencia gradual de soberanía de Gran Bretaña”. De pensar primero en los intereses nacionales antes que en lo británicos y los de los ocupantes, ni hablar.

“No leyeron nunca la Constitución Nacional” exclama exaltado Alonso al respecto, y agrega: “Están adhiriendo a la estrategia británica en el Atlántico Sur. En la Constitución nosotros lo que respetamos es el modo de vida de los habitantes de las islas y sus intereses, no un derecho a la autodeterminación, que es la estrategia británica ante la comunidad internacional. Los isleños son una comunidad insertada luego de la usurpación de 1833 después de desplazar a la población argentina, no tienen el derecho de autodeterminación porque no son un pueblo originario de esas tierras”.

Las inaceptables declaraciones de Mondino produjeron una rápida respuesta por parte del campo nacional y popular y particularmente de los referentes de la Cuestión Malvinas. Uno de los principales puntos de las críticas al planteo de Mondino es constitucional. En la disposición transitoria primera de la Carta Magna reformada en 1994 se establece que “la Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional”, y que “la recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del derecho internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”.

En ese sentido, y tal como planteó  el Secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur en la Cancillería Argentina, Guillermo Carmona, la Constitución reconoce los modos de vida e intereses de los habitantes de las islas “en tanto habitantes del territorio nacional argentino. Lo que resulta inadmisible es la pretendida autodeterminación que implicaría poner bajo la decisión de los isleños el carácter argentino de esos territorios. Nuestra política de estado y la posición de la comunidad internacional es clara al respecto en contra de tal pretensión”.

Para los ex Combatientes, lejos de ser una cuestión aislada y hasta atribuible a la “pasión ideológica por (Margaret) Thatcher” que Carmona describe en Milei, esta es una nueva avanzada liberal como otras que, desde la dictadura en adelante, buscan hacer retroceder el reclamo por la soberanía de la Argentina. “Expresiones como las que lanzan Milei y Mondino han sido características de gobiernos desmalvinizadores. Su compromiso con la soberanía nacional es nulo y manifiesta su predisposición a violar la Constitución y el derecho internacional que asiste a la posición argentina” sintetizó Carmona en su cuenta de X.

“Esto arranca en la dictadura cívico militar, la peor política desmalvinizadora fue la decisión que tomó en 1982 de ir por la vía militar, que le brindó al imperialismo británico la excusa para dejar de negociar. Desde el 1966 hasta el 1982 hubo negociaciones, había vuelos regulares, en la última presidencia de Perón hasta se negoció poner las dos banderas” inicia Ernesto Alonso un recorrido histórico por los avances y retrocesos en la Cuestión Malvinas, que coinciden con los avances y retrocesos pendulares y cíclicos en materia de derechos y bienestar social general en el país. El patrón es siempre el mismo: los gobierno liberales y neoliberales, empezando por la dictadura, siempre hicieron retroceder la el reclamo de soberanía por las islas así como también hicieron retroceder al pueblo argentino en su calidad de vida.

“En el siguiente ciclo neoliberal, el de las relaciones carnales de Carlos Menem, con los acuerdos de Madrid I y II le entregamos información científica a los británicos producida por el Estado argentino y no se avanzó absolutamente en nada” continúa Alonso. Luego, recuerda que “el momento de máxima recuperación fue durante los gobiernos de Néstor y Cristina”, de los cuales destaca el cese de la entrega de información científica a los británicos, el reconocimiento del enclave neocolonial militar en las islas, el cambio de paradigma de entender a la Argentina como un país bicontinental y marítimo, la denuncia de los acuerdos previos y el desarrollo científico, entre otras cuestiones.

Durante la segunda presidencia de CFK, los ex Combatientes trabajaron arduamente en la construcción de un acuerdo para la identificación de los restos de los caídos en las islas catalogados como NN. Pero “los británicos no quisieron cerrarlo porque especulaban con que ganara otro gobierno y utilizarlo luego para ganar posiciones. Así terminó siendo el caballito de Troya con el que nos metieron el nefasto acuerdo Foradori-Duncan” sentencia Alonso.

El Foradori-Duncan estableció un pacto entre los Estados para remover los obstáculos económicos para el desarrollo de las Islas Malvinas y, entre otras cosas, permitió un vuelo regular desde San Pablo hacia el territorio ocupado y el restablecimiento del envío de información científica de Argentina a Gran Bretaña. “En concreto, servía para mejorar la logística de la usurpación” afirmó a Diagonales el Secretario de DDHH del CECIM La Plata.

Durante el gobierno del Frente de Todos se consolidaron algunos avances en la Cuestión Malvinas, siguiendo una línea histórica de los gobiernos populares en esta materia. En 1966, la Argentina consiguió la Resolución 2065 de la ONU, que reconoce una situación neocolonial y una disputa de soberanía, llama a negociar a ambas partes y plantea que ninguna de las partes puede tomar decisiones unilaterales, algo que sistemáticamente los británicos han hecho durante estos años. Luego de desconocer el acuerdo Foradori-Duncan, en la Cumbre del G-20 realizada en la India el 2 de marzo de este año, el Canciller Santiago Cafiero propuso una nueva instancia de diálogo y negociación. Pero el Reino Unido se niega sistemáticamente a sentarse a negociar para alcanzar un acuerdo, con el pretexto de la voluntad de los isleños que se oponen a ello.

Casualidad o no, el mismo argumento de los británicos es el de Mondino y Milei. La plataforma de La Libertad Avanza señala, en su pretensión de una “definitiva reinserción en el concierto de países con los cuales compartimos los mismos ideales de progreso, bienestar general y compromiso incondicional con la libertad y la igualdad de oportunidades”, lista en la que destaca individualmente a Gran Bretaña, que, en relación a Malvinas, “reforzaremos profundamente los lazos con los habitantes del archipiélago tendientes a incrementar en forma superlativa las áreas de intereses comunes como pesca, turismo, recursos naturales, etc., con innegables y mutuas ventajas simétricas”. La línea siguiente agrupa a Venezuela, Cuba y Nicaragua, frente a las cuales LLA pretende “involucrarse en todas las iniciativas y acciones de condena, de acuerdo al Derecho Internacional, a terminar definitivamente con la usurpación de la dictadura vigente”. Derecho internacional y perspectivas sobre la ocupación selectivas y ambivalentes por parte de los paladines de la libertad.

La continuidad que el planteo de LLA representa frente a otros ciclos liberales y el cómo abordaron la Cuestión Malvinas resulta tan evidente como preocupante. Hasta las formas y el tiempismo electoral rememoran al macrismo. “No llama la atención que las expresiones de Mondino hayan sido difundidas en The Telegraph, el mismo periódico británico en el cual Fulvio Pompeo comprometió en noviembre del 2015, antes de la segunda vuelta electoral, las concesiones que luego Macri impulsó con el denominado pacto Foradori-Duncan. Hoy Milei y Mondino van más allá aún, poniendo irresponsablemente en riesgo la política de estado Argentina respecto de la Cuestión Malvinas” señala al respecto Guillermo Carmona a Diagonales.

En ese mismo sentido, Ernesto Alonso aporta una mirada en clave de las posibilidades de negociación argentinas y el costo de los retrocesos que implican las políticas del neoliberalismo: “Estas idas y vueltas genera una situación muy perjudicial. La comunidad internacional nos está apoyando, recibimos el apoyo del G77 más China, Latinoamérica, y desde adentro mostramos candidatos a presidente que se contradicen con nuestro reclamo de soberanía”.

El miembro del CECIM y la Comisión Provincial por la Memoria resalta los cambios en la geopolítica de un mundo multipolar y el interés de las potencias por los recursos que se ponen en juego: “Muchos ven la cuestión Malvinas como si fuera sólo una disputa sobre las islas, 11.000 Km cuadrados de turba, pero se trata de las Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y la Antártida, seis millones de km cuadrados, dos argentinas más. Es no tomar dimensión de lo que representa nuestro país real, Argentina es el octavo territorio en el mundo incluyendo esas áreas en disputa, y el segundo país del mundo con mayor plataforma marítima después de Australia”.

En toda el área en disputa, “hay petróleo, hay gas, recursos polimetálicos, recursos alimenticios, y una proyección hacia la Antártida como la mayor reserva en el planeta de agua dulce, más toda la diversidad genética y biológica que tiene” agrega Alonso, quien también destaca el proyecto Pampa Azul, que llevan adelante distintas universidades del país junto al CONICET para profundizar el conocimiento el Mar Argentino y podría ser “talado” por la “motosierra” libertaria.

La historia del reclamo de soberanía de la Argentina sobre las Islas Malvinas se mueva a la par de la historia del pueblo argentino ante sus distintos gobiernos. Aquellos de matriz democrática y popular, que se plantaron en la defensa de los derechos de las mayorías, también lo hicieron en materia de defensa de la soberanía nacional y los intereses de la patria sobre los territorios que le pertenecen. Aquellos que tendieron a la concentración económica a costa de una peor calidad de vida del pueblo, siempre tuvieron como una marca registrada la entrega de patrimonio y soberanía nacional en múltiples formas, a lo cual no escapó la Cuestión Malvinas. “Gran Bretaña siempre ha avanzado en los anteriores ciclos neoliberales” describe Alonso, y expresa su preocupación hacia el futuro: “en un nuevo ciclo vaya a saber uno lo que pueden llegar a meter”.

La mirada de los ex Combatientes del CECIM La Plata entiende la integralidad entre un reclamo por la soberanía sobre las islas y las condiciones de vida de la sociedad argentina. Entre otros, uno de sus grandes planteos es la necesidad de ocupar el Mar Argentino para darle encarnadura al reclamo, y hacerlo a la vez desarrollando una pesca soberana que permita una mayor y mejor alimentación de la ciudadanía, sobre todo de los sectores más desprotegidos. Desde esa mirada nacionalista es que rechazan “el proyecto de no país” que encarna Milei  y frente al cual Alonso exclama que “no sólo van por Malvinas, sino por destruir el Estado nacional, el sistema de seguridad social, y esto puede terminar en cualquier cosa”.

Por esto, los ex Combatientes militan la memoria. “Si perdemos la memoria avanza la impunidad. Si no enfatizamos lo que significa a futuro disponer de todo ese territorio y sus riquezas corremos un serio riesgo. Hay que esforzarse en seguir creando conciencia de que no nos damos cuenta y todavía somos un país colonizado. En 1806 y 1807 los británicos no se pudieron quedar, en 1833 se quedaron con toda esa porción de territorio que aún no pudimos recuperar” sentencia Ernesto Alonso.

La desmalvinización avanza, como lo ha hecho en otros momentos del país en los que también avanzó el padecimiento popular. Pero también existen y dan pelea las resistencias, como la de los ex Combatientes, que ya cuentan los mismos años de organización que los que cuenta la democracia. Tendrá que llegar el día en que esos esfuerzos logren poner definitivamente a la Cuestión Malvinas como una política de estado soberana de la democracia argentina y blindada para siempre frente a los entreguistas.