La salud retrocede (IV): “Siempre la respuesta fue ‘no hay plata, si no quieren esto se van a trabajar a otro lado’”
La crisis sanitaria afecta a los centros pediátricos de la Argentina y en el Hospital Garrahan todo se hace cuesta arriba: médicos de planta “quemando” sus ahorros para llegar a fin de mes, trabajadores de la salud cansados y mal pagos, y miles de niños y niñas que ven peligrar su acceso a derechos básicos. Para la pediatra Victoria González, si no se recomponen los sueldos, los trabajadores se van a ir, y se pone en peligro el modelo de salud pública.
La Argentina de Javier Milei no estalla en las calles. Es un hecho que buena parte de la sociedad, según el promedio de encuestas de opinión pública, prefiere ser más cautelosa y darle más tiempo al gobierno de La Libertad Avanza. Pero lo que sucede por la bajo es una verdadera implosión.
La situación social, empujada por la debacle económica de la “vida real” al ritmo del conduce a situaciones de malestar que cada vez se van generalizando a mayor escala. En el caso de los y las trabajadores de la salud eso se manifiesta con el dolor de no acceder a un salario digno para todo el recorrido formativo y profesional que les implica su labor.
El desolador panorama se replica en cada hospital nacional. El Centro de Economía Política Argentina (CEPA) analizó, en relación a la dinámica real de la ejecución presupuestaria interanual en los primeros siete meses de 2024, que los centros de salud que dependen de la Nación vieron recortados sus fondos en un 8 por ciento.
El hospital pediátrico Garrahan, que cuenta con 4200 trabajadores, 20 quirófanos, 200 consultorios, y realiza 47 tipos de servicios para las niñeces, es un triste ejemplo de esa Argentina que se desangra por dentro.
La intensidad del trabajo en el nosocomio es altísima. Cada año, el Garrahan realiza “más de 10 mil cirugías de mediana y alta complejidad, atiende más de 660 mil consultas y realiza el 50 por ciento de los trasplantes pediátricos de Argentina”, según informan en el sitio oficial de la institución. El hospital cuenta con otros hitos por demás relevantes: en 2023 alcanzó los 1000 trasplantes de hígado y este año los 100 trasplantes de corazón. A su vez, se indica que allí se trata el 40 por ciento de los casos de cáncer infantil de Argentina.
Y el contraste con lo que ganan sus trabajadores es abismal.
-Un médico de planta formado con especialización, que trabaja ocho horas diarias de lunes a viernes, cobra un sueldo que ronda 1.300.000 pesos, de los cuales hay un treinta por ciento que son bonos que no impactan en los aumentos.
-Un licenciado de Enfermería que ingresa a trabajar al hospital Garrahan gana 720 mil pesos al mes, trabajando ocho horas diarias de lunes a viernes.
-Un trabajador “raso” que ingresa a la institución cobra 500 mil pesos.
Los trabajadores reclaman que desde septiembre de 2023 a julio de 2024 la inflación acumulada fue de 223 por ciento, y que en ese periodo perdieron 113 por ciento en la puja salarial. Luego de dos abrazos simbólicos a la institución y un paro a principios de este mes, realizarán otro cese de actividades este jueves 19 de septiembre, con movilización al Ministerio de Salud de la Nación.
Según se estima en el nosocomio, unos 1800 residentes son capacitados todos los años. Victoria González fue una de ellas. Se recibió de médica en la Universidad de Buenos Aires (UBA), con especialidad en Pediatría y desde allí hizo toda la “escuela” del Garrahan: cuatro años de residencia en esta materia, docencia por dos años, un año en la jefatura de residentes, y otro año como instructora de residentes.
Ahora va por más y avanza en el segundo año de una especialidad como becaria en Condiciones Crónicas Complejas. Para acceder a esta instancia de formación no hay fórmula mágica: tuvo que pasar por entrevistas y acceder por puntaje. Y cuando fue residente, tuvo que rendir exámenes para la admisión.
En lo concreto de su labor cotidiana, Victoria afirma que tanto siendo residente como becario “trabajás con la misma intensidad y carga que un médico”. De 8 a 17 atienden a sus pacientes y a eso se le suma las guardias de 24 horas.
Sostiene que para realizar sus funciones se demanda una formación constante. “Me formo todo el tiempo haciendo cursos. Tengo que rendir exámenes, ateneos. Todo es capacitación y guardias”, resume como modo de vida la médica nacida en Quilmes.
Su vida es de lunes a viernes transcurre en el hospital, y cuando termina viene toda la instancia de formación, aparte en su casa. Y eso vale también para decenas de profesionales que se desempeñan allí adentro. Si llega a terminar su trabajo del día un poco antes, plantea que aprovecha para adelantar lectura. Pero para presentar un ateneo o una clase, el largo día continúa.
Pero el sueldo no rinde. Victoria trabaja ocho horas de lunes a viernes y a eso se le suman cinco guardias de veinticuatro horas. Cobra 1.400.000, que considerando su pediatra, y una mini especialidad que realiza, se queda corto frente al salto inflacionario durante este último año. A esto se suma que, por no pertenecer a la planta permanente, no acumula antigüedad a pesar de forma parte de la institución hace siete años.
Aunque siente algo de “remordimiento” porque su sueldo es comparativamente alto en relación con el de buena parte de la sociedad, la opulencia en el Garrahan viene por otro lado. Los funcionarios que nombró Milei en el Consejo de Administración superan los 5 millones de pesos de remuneración bruta.
El salario tanto de ella como de los 300 actuales becarios depende de la institución, que tiene un funcionamiento autárquico, pero los fondos para pagar al personal del Garrahan provienen en un 80 por ciento de la Nación y el 20 restante a la Ciudad de Buenos Aires. Para los salarios de septiembre, el Gobierno plantea una paritaria del 2 por ciento, en octubre lo quieren llevar al 1 por ciento, y para lo que sigue en el elenco “libertario” ya mencionan “paritaria cero”.
Victoria forma parte de un espacio de autoconvocados que surgió desde la preocupación de algunos médicos de planta del sector de pediatría que no llegaban a fin y buscan, sin embanderarse detrás de algún partido o agrupación política, que se sumen todos los trabajadores del sistema Garrahan.
¿Cómo se refleja la intensidad de tu trabajo en situaciones del día a día?
-El hospital lo hacemos todos pero estamos. Desde el que limpia el piso, hasta el médico que resuelve una patología neuroquirúrgica híper compleja, pero las residencia y los espacios de formación estamos en el campo de batalla. Estamos en las guardias, en las urgencias. Estamos muy expuestos los pediatras de especialización básica porque estamos en la primera línea y bastante menos protegidos.
¿Cómo se explica que a pesar de la importancia que tienen los trabajadores de la salud sean tan mal pagos en la Argentina?
-La situación viene en caída. Hubo un deterioro que no se achaca solamente al gobierno de Milei. Desde que estoy en el Garrahan se le hizo paro a (Mauricio) Macri, a Alberto Fernández y ahora también a este Gobierno. Se ha perdido la idea del profesional de la salud como uno de los pilares de la sociedad, como también ocurrió con los maestros. De hecho, previo a Macri era un orgullo pertenecer al hospital, tanto por el acceso a uno de los mejores lugares de formación, como alcanzar muy buenos salarios para una persona de clase media que se quiere dar una buena vida por todas las horas que trabaja. Pero hoy el ajuste se intensificó. Hoy los médicos de planta están “quemando” sus ahorros para llegar a fin de mes. Y además, históricamente, se fue generando un perfil de trabajador precarizado por los programas de formación que se desarrollan.
¿En esos programas se los excluye de la antigüedad? ¿Qué pasa con el cobro del impuesto a las Ganancias?
-Yo formo parte del hospital hace siete años y no tengo antigüedad, nadie me hace una retribución. Esto tiene que ver con que con que al principio me contrató el Ministerio de Salud nacional, después me contrató el Garrahan. Todo tiene que ver un perfil precarizante. Tampoco cobro el aguinaldo, las becas no lo cobran.
Tengo una obra social de UPCN pero no puedo derivar mis aportes, no tengo recibo de sueldo que me facilite alquilar un departamento, por ejemplo. Siempre hay que diferenciar lo que son los profesionales de formación, que están mucho más precarizados que el personal de planta. Este último sector se ve alcanzado por el impuesto la cuarta categoría del ingreso de Ganancias. Además del techo para los aumentos, hay una forma que tiene el profesional de salud “este mes necesito hacer esto porque se me rompió tal cosa del auto, o me quiero ir de vacaciones, me conviene hacer una o dos guardias. Pero con el alcance de este impuesto, hoy en día eso no es una posibilidad porque cobras menos haciendo guardias. Y esto es un problema para el sistema de salud por la falta de personal para las guardias. Ya incluso había problemas para cubrir las guardias porque se cobran un 30 por ciento menos que en el sector privado.
¿Qué ves de diferente en cómo se encaran los reclamos ahora con el gobierno de La Libertad Avanza?
-Antes, si bien había problemas con el salario, había canales de diálogo. Ahora no. Cuando participaba como sector de residentes, y se hacían paros hacia Macri o Alberto, había respuesta y los aumentos eran importantes. Sobre todo en la gestión del Frente de Todos. Los residentes tuvieron una promesa hace tres meses de que se les iban a dar aumentos, que no se les están pagando.
Y para nosotros, directamente desde la dirección del hospital, la respuesta es ‘no hay plata, no hay forma, y no va a haber discusión’. Es una barbaridad. Me parece que eso es lo más problemático. Y ya se forja un espíritu de que los derechos hay que salir a defenderlos.
¿Pensaste en irte al sector privado o incluso en trabajar en otro país?
-Yo cuando entré al hospital, quise quedarme porque es hermoso. Con el correr del tiempo me di cuenta que el hospital es muy avasallante y, en términos mentales, muy exigente. Para quedarte tenés que estar muy convencido, muy bien de tu salud mental por todas las cosas que pasan. Y en este contexto de los últimos años, yo ahora me estoy formando y voy a terminar mi formación.
Pero la verdad es que no dan ganas de quedarse en el hospital. Aunque es una decisión siempre cambiante. A mí me encanta la salud pública y siempre me formé para poder estar de este lado. Yo tengo un montón de compañeros que se fueron Europa, que se están yendo a Chile, a los privados, que trabajan de guardia porque laburan mejor en otros centros privados. Se ve mucho pluriempleo en el sector, dos o tres trabajos. Solo con lo que vos hacés en el hospital no te alcanza.
¿Qué les dicen los pacientes cuando elevan estos reclamos y medidas de fuerza?
-Habitualmente hay comprensión porque yo creo que si bien el hospital está conformado por casi cinco mil personas, y claramente alguien puede haber tenido una mala experiencia en el Garrahan, la gran mayoría de las personas está muy contenta con el tipo de atención que se le brinda. Porque vos caes como “peludo de regalo” a las tres de la mañana y siempre vas a tener las puertas abiertas. Tenemos gente que viene de Tucumán en un auto y llega como puede a las cinco de la mañana, como el caso de un pibe en re grave estado, y se lo atiende de la mejor manera con o sin obra social. Sea de Paraguay, de Bolivia, de Brasil, de donde sea. Se atiende a todo el mundo con la misma consistencia, paciencia y empatía. Sí. Entonces, esto se ve. Y eso la gente lo toma. Lamentablemente todavía no pudimos generar un compromiso como para que puedan sumarse a las movilizaciones. Para mí es algo que tiene que ir desarrollándose porque recién estamos empezando este camino.
Sabemos que si no se recomponen los sueldos, los trabajadores se van a ir a la mierda. Van a quedar descubiertas la guardia. Van a quedar descubiertos los puestos de gente muy especializada, que capaz que hay una sola persona en la Argentina que sabe operar el aneurisma en este equipo. Este debate salarial tiene que empezar a trasladarse a que el problema va a estar en que se cambie el modelo de hospital público y atención de excelencia que hasta ahora se puede garantizar y se puede garantizar también a base al esfuerzo de los profesionales.
¿Tuviste compañeros que votaron a Milei el año pasado?
-Tengo gente conocida que lo hizo, pero también son los primeros que están dando la batalla. Veo que hay una reflexión. Me parece que el voto a Milei sí tuvo un momento de verdad, por el hartazgo con un gobierno que no daba respuestas a los problemas de inflación, inseguridad. La pobreza no empezó el 10 diciembre, estaba desde antes. Pero sí desde entonces, se entró en una espiral sin fin en la que todo se intensificó.