Javier Milei ganó una nueva batalla en el Congreso en la que un rápido doble click revela más signos de derrota que de triunfo. Primero que nada, el presidente y los suyos desataron un conflicto social de dimensiones y duración aún desconocida, que hoy se traduce en decenas de tomas de facultades y rectorados de universidades a lo largo y ancho de todo el país. El movimiento estudiantil, tal vez uno de las fuerzas vivas más dinámicas de la sociedad argentina a lo largo de su historia, empieza a despertar en una magnitud que no se veía hace mucho tiempo. Fue lo que le advirtió Miguel Pichetto al oficialismo en su intervención de ayer en Diputados, sumándole además la pérdida de legitimidad en el sector de los adultos mayores por el otro veto, el que fue contra los jubilados.

Pichetto dejó otra frase que desnuda un signo de derrota para el Gobierno: “Se están consolidando como un partido de minoría”. Importante aclararlo, el oficialismo no ganó la votación ayer, la perdió por una diferencia abrumadora, en la que si cuatro votos se le iban para el otro lado habría sido de dos tercios contra uno. En términos futbolísticos, Milei ayer se salvó del descenso, el campeonato le sigue quedando lejísimo y eso se ve con claridad entre inversores y factores de poder.

Lo cerca que quedó el oficialismo de una catástrofe política, como hubiera sido convertirse en el primer Gobierno de la historia al que el Congreso le revirtiera un veto, es un signo de debilidad que va a atado a otro: su dependencia de otros actores del sistema político al cual detesta y agrede permanentemente. Lo que está intentando probar Milei, y en lo que se muestra cada vez más endeble, es en su capacidad de construir gobernabilidad. Hoy, para ello, depende no sólo ya de un Mauricio Macri al cual ya parece haber sometido sino, y fundamentalmente, de una serie de gobernadores a los que viene intentando alinear con la lógica del palo y la zanahoria de su ajuste brutal a las provincias y el reparto de migajas. ¿Quiénes son los que, como en la discusión por la Ley Bases y el RIGI, ayer salvaron al presidente de un papelón político?

Jalil, feliz, en la Rosada.
Jalil, feliz, en la Rosada.

PERONISTAS LIBERTARIOS

Dos provincias peronistas y una tercera de un peronismo local resultaron totalmente determinantes en la votación de ayer. Se trata de Catamarca, donde gobierna Raúl Jalil, Tucumán, donde manda Osvaldo Jaldo, y Misiones, donde gobierna Hugo Passalacqua pero manda el histórico Carlos Rovira. Sin los movimientos de los legisladores que responden a estos mandatarios provinciales, ni el apoyo arrastrado del pro ni el de lo radicales panqueques hubiera alcanzado para rescatar a Milei de la paliza política.

Jaldo fue el primero de los conversos de la era Milei. Rápidamente el tucumano dio el salto al barco libertario cuando el Gobierno iniciaba, garantizó votos en el parlamento para todas las iniciativas oficialistas y así llegó a ser el anfitrión de la firma del Pacto de Mayo, aquella supuesta revolución histórica que hoy ya nadie recuerda a sólo tres meses de la firma. La discusión por el financiamiento universitario no fue la excepción. 

Agustín Fernández, Elia Marina Fernández y Gladys Medina rompieron con el bloque de UP en diciembre para conformar un propio, Independencia, por orden de Jaldo de ponerse a disposición de Milei. Tras jugar al misterio en las últimas semanas, oliendo el costo político que efectivamente pagaron en su provincia, los tres diputados no se definieron públicamente hasta el día de ayer. Sus votos sumaron tres porotos a los 74 que el Gobierno tenía garantizados entre los 39 de LLA y los 35 del PRO. Los legisladores fueron escrachados con carteles en facultades de la Universidad de Tucumán, algunas de las cuales están tomadas en medio del conflicto.

Raúl Jalil también saltó rápido al bando violeta y viene siendo uno de los principales apoyos de Milei en el Congreso. Ayer, la diputada de UP Beatriz Ávila se ausentó al momento de votar contra el veto, a pesar de estar en su despacho del Congreso. La orden vino directamente del gobernador, que juega en tándem con el oficialismo a través de Martín Menem, aportando los votos a favor, en contra o las abstenciones necesarias que en cada caso necesite el Gobierno. Ayer le alcanzó con que una de los cuatro diputados que maneja no diera el presente, restando un voto clave para la oposición en su necesidad de juntar dos tercios de la Cámara para rechazar el veto.

Jalil y Jaldo, amigos peronistas.
Jalil y Jaldo, amigos peronistas.

El caso de los misioneros fue quizás el más escandaloso. La provincia es gobernada hace tiempo por el Frente Renovador para la Concordia Social, una expresión local del peronismo que en general se lleva bien con todos los oficialismos nacionales. El gobernador Hugo Passalacqua es el delfín del verdadero líder del espacio, Carlos Rovira. 

Alberto Arrúa, Carlos Fernández, Yamila Ruiz y Daniel Vancsik son los cuatro diputados que, junto a otros tres legisladores salteños y un rionegrino, conformaron el bloque Innovación Federal, otra de las expresiones filo peronistas de la Cámara Baja. Hasta ayer, los misioneros sostenían que votarían contra el veto de Milei, tal como lo hizo el resto del bloque (a excepción de Yolanda Vega, de Salta, que estuvo ausente), y como habían hecho ellos mismos en la votación original de la ley el 15 de agosto. 

Yo no voy a apoyar el veto del presidente, como peronista no apoyo ninguna política en esta dirección”, dijo en Futurock este lunes Alberto Arrúa, quien además expresó que votaría a favor de sostener la ley y que entendía que sus compañeros misioneros harían lo mismo. Finalmente, los cuatro diputados se abstuvieron, dando vuelta su voto de agosto y favoreciendo el sostenimiento del veto.

En los números, estas provincias fueron la clave. La votación final fue de 159 votos a favor de la ley y 85 en contra, es decir, por sostener el veto. La mayoría necesaria era de dos tercios, por lo que, con el resultado puesto, a la oposición le faltaron 6 votos. Las 4 abstenciones misioneras la habrían dejado al borde de la victoria, más aún si se sumaba el voto de la catamarqueña Ávila que no bajó a votar. Ni hablar si, además, alguno de los votos tucumanos hubiera seguido la orientación general de los votos peronistas, lo cual no sólo habría aumentado el número a favor de la ley, sino que también habría restado apoyos a favor del veto, favoreciendo a la conformación de los dos tercios de oposición. Pero hay peronismo, y peronismo libertario.

Milei, Passalacqua y aquel Pacto.
Milei, Passalacqua y aquel Pacto.

UCR (Un Compilado de Ratas)

Traicionando todas sus banderas históricas, el radicalismo viene siendo un actor determinante para garantizarle los avances a Milei en sus políticas contra las mayorías. Lo hicieron con la Ley Bases, el RIGI, y en el escandaloso panquequeo con la fórmula jubilatoria que algunos diputados radicales impulsaron, votaron a favor y luego en contra al ratificar el veto de Milei. Ayer agregaron una frutilla al postre, si es que hacía falta, yendo en contra de uno de los pilares históricos del radicalismo: las universidad públicas. ¿Juegan sólos los radicales panqueques o hay gobernadores detrás?

Uno de los denominados “radicales con peluca”, apodo surgido tras la panquequeada con la fórmula jubilatoria, es Martín Arjol. Misionero él, si bien no responde a la gobernación de esa provincia ni a Rovira, ayer se dio vuelta igual que sus comprovincianos de Innovación Federal: había votado a favor de la ley en agosto y ayer votó en contra, ratificando el veto.

Lo mismo hizo Federico Tournier, diputado correntino que responde al gobernador Gustavo Valdés. El mandatario de la provincia litoraleña fue otro de los que desde el inicio se entusiasmó con la era Milei, y hasta recibió al presidente en Corrientes. Ayer empujó a favor del oficialismo, mandando a su diputado a cambiar su voto, una vez más, para ahorrarle al presidente una derrota política.

Pablo Cervi es otro radical que cambió su voto, en este caso de afirmativo en agosto a una abstención ayer. El neuquino no está alineado a Rolando Figueroa, pero el gobernador patagónico sostiene una posición histórica de la provincia de cierta relación con los oficialismo nacionales, mucho más en tiempos de promesas de grandes inversiones petroleras. De allí su apoyo a la Ley Bases y al RIGI. El voto del MPN ayer fue a favor de la ley, y el balance Neuquén terminó con 3 votos por la ley, 1 en contra y 1 abstención.

Otro de los “panqueques” radicales, quizás el más escandaloso, es Mariano Campero, que se hizo famoso por ser quien defendió la fórmula jubilatoria que luego ayudó a vetar. Campero es tucumano, y ayer volvió a votar junto al Gobierno y en el sentido ordenado por el gobernador peronista Osvaldo Jaldo a sus colegas tucumanos peronistas.

Torres y sus vaivenes desde la Patagonia.
Torres y sus vaivenes desde la Patagonia.

PATAGONIA

Otros dos gobernadores patagónicos que tuvieron un juego ambiguo que, en definitiva, terminó aportando a sostener el veto fueron el chubutense Ignacio Torres y el santacruceño Claudio Vidal

Jorge Ávila, diputado por Chubut del bloque de Encuentro Federal, se ausentó el día de ayer sumando al número necesario para que el oficialismo sostuviera el veto. Ávila fue en contra de lo que hizo casi la totalidad de su bloque, y la orden llegó directamente del gobernador Ignacio Torres, que luego de una primera etapa de oposición férrea a Milei, hoy por hoy mantiene una relación de cierto apoyo al Gobierno Nacional.

Claudio Vidal, de Santa Cruz, resonó cuando en la votación de la Ley Bases hizo que sus dos diputados se ausentaran del recinto, favoreciendo al Gobierno nacional. Ayer, jugó a dos puntas, que en realidad fueron una sola: la de Milei. Si bien Sergio Acevedo votó por sostener la ley, su compañero de bancada, Jorge Garrido, votó en contra y para ratificar el veto. Un huevo en cada canasta para el santacruceño, que en los porotos siempre termina siendo un aliado importante para Milei.

Milei y Vidal, juntos en el Congreso.
Milei y Vidal, juntos en el Congreso.

Así de dividido y endeble está el apoyo al presidente por parte del sistema político que hoy apenas le sostiene la gobernabilidad. Mucho de este poroteo, repartido a lo largo y ancho del país, depende de promesas del oficialismo a los gobernadores que todavía no se concretan. Así como con el PRO, a Milei se le empieza a agotar el crédito con una suma de actores con poder concreto a los cuales tendrá que empezar a darles respuestas. 

Hay próximas paradas importantes en el Congreso que marcarán el pulso de estas relaciones: la discusión por el Presupuesto 2025, donde las provincias exigirán recursos, y el debate para limitar el poder de los DNU presidenciales, donde también es esperable que los gobernadores busquen fortalecerse empoderando al Congreso y, por ende, los votos que allí manejan. Habrá que verlo. Hoy por hoy, Milei festeja apenas poder sacar la nariz fuera del agua. Lo rescata un salvavidas de gobernadores que, rápidamente, puede volverse un ancla de plomo si el presidente persiste en su método de Gobierno del apriete y el ajuste permanente.