El Gobierno nacional atraviesa una crisis política sin precedentes desde que asumió Javier Milei en la presidencia hace seis meses por el escándalo de alimentos retenidos en los galpones de Villa Martelli y Tafí Viejo. Pero eso es tan solo la punta del iceberg.

Lo que no se ve detrás de los flashes sobre el jefe de Estado y sus ahora tristemente célebres ministros, con capítulo especial para la cuestionada titular de Capital Humano Sandra Pettovello, son las consecuencias sociales de su plan de ajuste salvaje y de la licuaciones de los ingresos por el plan económico de La Libertad Avanza (LLA).

Los números de la Observatorio de la deuda social de la UCA suelen tener una precisión que lamentablemente raras veces no suele ser fiel a los escenarios de destrucción del tejido social, tan repetidos en los últimos años. Del relevo publicado esta semana se desprende que:

-La pobreza ascendió al 55,5 por ciento durante los primeros tres meses del año, lo que equivale a decir que unas 25 millones de personas no cubren la canasta básica de productos en la Argentina.

-La indigencia subió al 17,5 por ciento en el mismo periodo, lo que significa que 7,8 millones de personas en nuestro país no alcanzan los nutrientes básicos para una alimentación digna.

-Este cuadro general empeora si se mira al AMBA. Allí, la “inseguridad alimentaria” alcanza al 26,4 por ciento de las personas; al 21,8 por ciento de los hogares; y, al 13,9 por ciento de los menores de 18 años.

Estas cifras superan ampliamente el promedio nacional, lo que marca la gravedad del cuadro, si se tiene en cuenta que entre la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano vive el 31,6 por ciento de la población de todo el país.

Lo cierto es que la distribución forzada que debió atender Capital Humano, tras ser advertido por la Justicia, por las más de 6 mil toneladas de alimentos es tan caótica, como ineficiente y focalizada en un reparto “de entre amigos”.

Esto quedó a las claras cuando se supo que sería la Fundación mendocina Conin, una de las principales beneficiarias de la entrega de la mercadería abarrotada en los galpones.

La organización que dirige Abel Albino, opositor al uso de preservativos, no cuenta con la estructura para garantizar semejante reparto y por eso el Gobierno debió articular la entrega con las organizaciones sociales y políticas que tienen comedores y merenderos en distintos puntos del país, y a las que tanto demonizaron. El nexo entre las reducidas iglesias y capillas con las que cuenta Conin y las organizaciones populares se da a través de la distribución que realiza el Ejército.

Pero hay millones de personas que se quedan fuera del reparto. No solo hay organizaciones dejadas a un lado, también hay intendencias y escuelas en todo el país que no entran en el radar de Capital Humano y que se diseminan por todo el país, al igual que referentes sociales con muchos años de trayectoria. Todos ninguneados.

POR “LOS PILETONES” TAMPOCO SE ABRE LA CANILLA DE LOS ALIMENTOS

Una de estas personas es Margarita Barrientos. La fundadora de la organización que lleva su nombre y le da de comer a más de 10 mil personas en los tres comedores que tiene Los Piletones (Villa Soldati, Cañuelas y Santiago del Estero) votó por Milei en el último balotaje presidencial.

Lo hizo luego de haber apoyado a Patricia Bullrich en las elecciones generales, y siempre tuvo un buen trato con el expresidente Mauricio Macri. Había asegurado que su voto en noviembre por el economista ultraliberal se basó en la “bronca” porque el gobierno de Alberto Fernández le “negó la ayuda”. “Le tengo más miedo a (Sergio) Massa que a Milei”, había resumido.

 Más de seis meses pasaron desde esas declaraciones previas al desempate presidencial y la situación económica de Los Piletones es grave, como la de millones de personas que esperan la provisión de alimentos.

Se me está haciendo muy difícil la situación. Tengo tres comedores, y en dos de ellos se les da de comer a 4000 personas. En el que tenemos en Cañuelas se dan alimentos para 280 familias, lo que suman casi otros 3000 vecinos. La verdad no entiendo por qué no están haciendo las entregas”, planteó Barrientos a Diagonales en una conversación telefónica, mientras atravesaba el país, desde su Santiago del Estero natal hacia Buenos Aires, después de estar presente por unos días en el comedor que tiene en el norte.

Lo que parecía ser un diálogo más fluido por parte del Gobierno con los representantes de la sociedad civil, a la luz del escándalo de la gestión de Pettovello y su equipo ministerial, quedó trunco, según comentó la referente social.

“Nadie se comunicó con nosotros, todo esto es una cosa de locos. Un día, aparentemente alguien del ministerio (de Capital Humano) hizo un llamado pero no se quisieron identificar. Solo nos dijeron que iban a hacer entrega de leche, arroz y yerba, ningún otro alimento. Esto pasó el último martes, y desde ahí nunca más nos llamaron”, sostuvo a este medio.

El panorama que arroja Barrientos es desolador. “Nos estamos arreglando como podemos con donaciones. Con eso que podemos juntar, vamos comprando, pero se nos viene complicando bastante. En Santiago del Estero, la necesidad que hay es tremenda. No quiero dejar ese comedor, estoy yendo siempre que puedo dejar que se cierre”, afirmó.

La fundadora de Los Piletones duda si volvería a votar por Milei y se mostró contrariada por lo que fue la liberación de precios con la llegada del nuevo gobierno.

Pero no se resigna. “Yo le pongo la vida para todo lo que nosotros hacemos. Así también la estoy dejando. Estos años anduve muy enferma, pero voy a seguir trabajando. Y así será hasta que Diosito me diga basta”. 

Sabe que lo último que se pierde, al fin y al cabo, es la esperanza.