Neumáticos: Una bola de nieve que empezó hace cinco meses y pone a prueba al Gobierno
A la espera de una reunión con la CGT, Alberto Fernández recibe presión de la oposición política por la crisis del sector y suma tensión por la situación productiva del país
El conflicto por reclamos de trabajadores de la industria de los neumáticos encontró su pico de tensión la semana pasada, cuando el gremio del sector decidió movilizarse y tomar las oficinas del Ministerio de Trabajo de la Nación, a la espera de respuestas. Ahora, mientras espera reunirse con la cúpula de la CGT, Alberto Fernández enfrente la presión de la oposición política y el gremialismo, como corolario de un escenario de desencuentros viene escalando desde hace meses.
Es que la actual pelea que paralizó a las tres principales empresas de neumáticos del país es el resultado de varios meses de discusiones inconclusas sobre salarios. Si bien el conflicto tomó su mayor trascendencia durante la semana pasada, ya desde mayo empezaban a vislumbrarse los principales encontronazos entre el Sindicato Único de Trabajadores del Neumático Argentino (SUTNA) y el empresariado.
Hace cinco meses ya que los trabajadores mantienen vigente su lista de reclamos (que incluye recomposiciones salariales de la paritaria 2021-2022, aumento por horas trabajadas los fines de semana, entre otras), mientras que desde el sector empresario denunciaron “aprietes” del sindicalismo. En tanto, tras 33 audiencias convocadas por el Gobierno, la falta de resultados derivó en la parálisis productiva de las plantas de Bridgestone, Pirelli y la nacional Fate.
La vigilia realizada la semana pasada, de la que se esperaba un cese definitivo a la tensión, terminó de la peor manera, con grescas y empujones y, desde ya, sin acuerdo sobre las demandas gremiales. Ahora, se espera una nueva reunión este lunes en la que el Gobierno apuesta a destrabar de una vez el conflicto. Mientras tanto, la presión no se hace esperar desde múltiples sectores de la política que señalan a Casa Rosada por no resolver la situación.
“Tres fábricas de neumáticos dejaron de producir en la Argentina. Si al Gobierno le queda tiempo entre hacerle campaña a Lula y juntar figuritas, estaría bueno que se ocupen”, fue el reciente comentario en redes sociales por parte de Diego Santilli que, como buena parte de la oposición, aprovecha el momento de tensión para pegarle a la gestión de Alberto Fernández en donde más duele.
Es que, por derecha o por izquierda, las críticas han sido constantes en lo que respecta a conflictos salariales, la pérdida del poder adquisitivo y las trabas del sector productivo en nombre del mentado “ajuste” que comenzó a aplicar Casa Rosada.
“Las salvajes patronales del neumático ofrecen 38% de aumento con una inflación del 100%, pero los trabajadores son demonizados por hacer huelga para que no les sigan robando su salario. Quieren esclavos. Viva la lucha de los trabajadores del Neumático”, fue la demostración de apoyo enviada por el legislador Nicolás Del Caño, del Frente de Izquierda-Unidad.
No obstante, no todas las expresiones de la política han sido en respaldo al reclamo. Una de las voces que más ruido hizo fue la del liberal José Luis Espert que, fiel a su estilo beligerante, dijo que había que meter “cárcel o bala” para los trabajadores y representantes sindicales. La expresión causó tal impacto que desde el propio sector empresario decidieron repudiarlo. Desde la conducción de Fate, expresaron que “más allá de mantener una diferencia pública desde hace casi cinco meses con el Sutna, no comparten los dichos de Espert ya que no aportan nada a la solución del conflicto y generan una violencia innecesaria”.
Por otro lado, el secretario de Industria, José Ignacio De Mendiguren, dejó declaraciones inoportunas para una posible solución al conflicto. “El sindicato de los trabajadores de Neumáticos es de los mejores remunerados de todo el promedio de la industria”, destacó el funcionario, con un tono que dejó un sesgo de ninguneo al reclamo salarial.
Mientras tanto, Alberto Fernández espera para reunirse con la CGT y deberá trazar un plan de acción para recuperar la confianza de los múltiples sectores del sindicalismo que empiezan a manifestar su malestar cada vez con más volumen, con respecto a la situación económica y productiva del país.