Ricardo Forster: “Es necesario que Alberto y Cristina vuelvan a sellar el acuerdo del Frente de Todos”
El intelectual kirchnerista y asesor del Presidente conversó en exclusiva con Diagonales. La unidad del FDT, la relación CFK -AF, el debate moderación vs. radicalización, acuerdo con el FMI y contexto político de cara al 2023.
Ricardo Forster no necesita presentación. Ex Secretario de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional durante la última presidencia de CFK, hoy miembro del Consejo de Asesores de Alberto Fernández, es alguien que, por la profundidad de sus ideas y sus lecturas políticas, tiene llegada a las dos figuras centrales del Frente de Todos.
Esta semana, junto a un importante número de referentes del pensamiento nacional y popular, firmó un documento titulado “La unidad del campo popular en tiempos difíciles”, que buscó alertar sobre los riesgos a los que están llevando las tensiones internas del oficialismo. En medio de ese debate que tiene en vilo al país, Forster conversó largo, tendido y profundo con Diagonales sobre cómo ve hoy al Presidente, a CFK y la relación entre ambos, la necesidad del FDT de gobernar entre la moderación y la radicalización, el fenómenos de las nuevas derechas y el contexto económico y político del país, marcado por el acuerdo con el FMI.
Su preocupación es la de todos quienes confiaron en el FDT y hoy precisan renovar la esperanza, con la sensación de que ya no hay margen: “Hay que tener cuidado con proyectar hacia adelante lo que hay que resolver hoy, no mañana. Porque quizás a mañana no llegamos”.
¿Cómo ves el momento político del país?
-Quizás es uno de los momentos más complejos que nos ha tocado atravesar, no solamente en los años de gobierno de Alberto Fernández sino también en los de Néstor y Cristina, que tuvieron otras complejidades y enfrentaron otras problemáticas. Hoy la situación es particularmente compleja porque es la confluencia de diversos factores. Uno es el estado ruinoso de la vida económica y social del país, después de cuatro años de macrismo.
Después, un impacto directo e inesperado de la pandemia, con consecuencias profundas en la vida anímica, social, en la economía, en el proyecto de futuro. Y junto con eso, cuando pensábamos que salíamos ya de la pandemia y la economía comenzaba a recuperarse, llega una guerra también sorpresiva que conmueve la economía del planeta e impacta directamente en un país como el nuestro por el aumento exponencial de los precios de los combustibles, de los alimentos y la incertidumbre que genera. Y a esas dificultades internas y externas hay que agregarle las dificultades internas que notoriamente atraviesa el Frente de Todos, a partir de una disidencia muy fuerte alrededor del acuerdo con el FMI.
"A las dificultades internas y externas hay que agregarle las dificultades internas que atraviesa el FdT".
Estamos en un escenario político difícil, aunque luego de la aprobación del acuerdo con el Fondo se supone que se inicia otra etapa. Cómo se va a iniciar esta nueva etapa va a estar condicionado por cómo se resuelvan las tensiones, las contradicciones, las diferencias del Frente de Todos.
Hay un debate que mencionan en el documento y que está muy presente en las fuerzas populares, que es el de moderación vs. radicalización. Explicame tu posición y por qué sintieron la necesidad de manifestarse públicamente al respecto en este momento.
-Creo que la política no es una estructura binaria, por un lado moderación y por otro la radicalización. La política se alimenta de una dialéctica de los diversos componentes de la vida social. Hay momento donde un gobierno puede tomar decisiones moderadas porque la situación requiere de una mirada moderada. Por ejemplo cuando Néstor Kirchner puso a Martín Redrado como presidente del Banco Central porque pensaba que era alguien que podía negociar con los organismos internacionales y no, como decía él, al flaco Kunkel que obviamente representaba una visión totalmente distinta. Moderado es simplemente un gesto ante una determinada situación.
"Estoy convencido que de cara a lo que se viene harán falta decisiones audaces, que generarán inevitablemente conflictos con actores muy poderosos de la vida económica, política y mediática de la Argentina".
Hay momentos políticos donde es necesaria la radicalización, extremar las decisiones, plantear alternativas y gestos audaces. Yo no creo ni en el documento se busca cristalizar una separación estricta entre moderación y radicalización, sino que cada momento requiere de determinadas opciones. Estoy convencido que de cara a lo que se viene harán falta decisiones audaces, que generarán inevitablemente conflictos con actores muy poderosos de la vida económica, política y mediática de la Argentina.
¿Entonces el oficialismo tiene que radicalizarse? Porque el documento que sacaron fue interpretado mayoritariamente como un llamado a la moderación.
-Creo que es una combinación. Obviamente alguien como Alberto Fernández tiene una característica ligada a la búsqueda del diálogo, una mirada política más cerca del centro de la escena política que de los extremos. Pero llegado el caso y si es necesario va a tener que ejercer un tipo de decisión que va a colocar la disputa o el antagonismo en el interior de la vida argentina. Porque sabemos que es muy difícil lograr un cambio que sea percibido por las grandes mayorías populares si el Gobierno no decide acciones que tengan impacto. Un ejemplo es la discusión por las retenciones. Allí la moderación se cae a un lado porque lo que aparece es un escenario de conflicto. Cualquier medida reparatoria que intente tomar el Gobierno va a ser respondida bajo la lógica del rechazo y del boicot por el poder concentrado.
"Alberto va a tener que ejercer un tipo de decisión que va a colocar la disputa o el antagonismo en el interior de la vida argentina".
Entonces, en nuestra declaración lo que se intentaba señalar es que estamos en un momento difícil, complejo, donde se precisa de la unidad. Y no la unidad en abstracto sino una que tenga cuatro o cinco elementos en común, como los que sellaron el acuerdo de la fórmula presidencial de 2019. Esa lógica de acuerdo implica que el FdT tiene que gobernar tomando decisiones que van a jugar siempre entre la moderación y la radicalización, dependiendo del momento y la circunstancia. En lo personal, creo que no hay posibilidad de modificar la actual situación económico-social desde una perspectiva centrada en la moderación y en eludir los conflictos. La Argentina, por historia, no suele inclinarse por las avenidas del medio. Ese será un desafío para el gobierno y, en especial, para Alberto.
Cuando Cristina eligió a Alberto Fernández como candidato la interpretación de su decisión fue que Alberto podría entablar diálogos y superar barreras que ella no, tanto con sectores del poder económico como de la sociedad en general. ¿Por qué el Gobierno de Frente de Todos no pudo avanzar en esa línea? O, dicho de otra forma, ¿Por qué le cuesta tanto construir mayorías?
-Es muy difícil hacer historia contrafáctica habiendo experimentado un acontecimiento como la pandemia, que a los tres meses de asumido cambió absolutamente los planes de todos y particularmente del Gobierno. El impacto de la pandemia generó que el Presidente tuviera que tomar medidas urgentes, sin tener experiencias previas. A partir de eso, lo que pudo haber pensado Cristina de la etapa que se abría quedó también teñido por el cisne negro de la pandemia. Y aparte, el dispositivo neoliberal de la Argentina se dio cuenta que la pandemia había llevado a un debate, no solamente al oficialismo sino a nivel global, de lo que habían sido las consecuencias nefastas de las políticas de privatización de lo público y, sobre todo, en cómo eso había impactado en los sistemas de salud. Que atravesar la pandemia y salir de ella implicaba reconstruir el Estado, reforzarlo y que volviese a tener una presencia importante en la vida económica y social, cosa que es anatema para el poder neoliberal. Ahí se comenzó a romper esa suerte de acuerdo de gobernabilidad, y desde junio del 2020 en adelante comenzaron las oposiciones callejeras, los grupos empresarios empezaron a oponerse, los grupos mediáticos concentrados trabajaron sistemáticamente para impugnar las decisiones del Gobierno en relación a la cuarentena.
"Con la pandemia hubo que enfrentarse a situaciones inéditas y complejas".
Se habló de la cuarentena más larga del mundo, después se habló de una vacuna veneno para referirse a la Sputnik y podríamos seguir dando ejemplos. Entonces, la verdad es que hubo que enfrentarse a situaciones inéditas y complejas. Es necesario ponerlo sobre la mesa para analizar las diferencias entre alguien que fue elegido para ser Presidente en 2019, que llegó al Gobierno con una expectativa y una idea y a los 99 días tuvo que cambiar absolutamente de chip.
¿Y hoy cómo sería posible construir ese diálogo?
-Lo que intentamos decir en el documento es que en un momento de tantas dificultades y teniendo una derecha terriblemente destructiva y belicosa, a la que se le une una extrema derecha que la radicaliza aún más, es fundamental dentro del marco del FDT que se siga apostando a un proyecto de unidad. Porque es inimaginable llegar a 2023, quebrado el frente, con posibilidades de impedir que gane una versión recargada del macrismo. Ahí está el punto nodal que debería hacer que Alberto Fernández y Cristina Kirchner pudiesen encontrar esos puntos de acuerdo que vuelvan a dar expectativas a aquellos que confían en el FDT. Si eso no se logra nos esperan tiempos muy duros, muy complicados.
"Es inimaginable llegar a 2023, quebrado el frente, con posibilidades de impedir que gane una versión recargada del macrismo".
Aquellos que sueñan con un 2027 después de un nuevo hundimiento del neoliberalismo están jugando con fuego, están jugando con un país que puede ir hacia una catástrofe social mucho mayor todavía de la que generó el macrismo entre 2016 y 2019. Si vuelven a gobernar el daño social va a ser inmenso, entonces ahí está el esfuerzo que todos deberíamos hacer para ser capaces de entender que por encima de las diferencias hay un interés patriótico y básicamente una enorme preocupación por los que más sufren. Aceptando las diferencias, que están allí y son reales, pero para el peronismo poner por delante los intereses de la patria a las disputas personales o incluso las diferencias políticas es una definición que va de suyo.
Nuestra cultura política está fuertemente marcada por los liderazgos, tanto populares como conservadores. Sin embargo, los últimos años parecen mostrar un escenario que tiende a una dinámica política de coaliciones, que ni los proyectos populares ni los neoliberales supieron administrar con éxito. ¿Cómo analizás ese fenómeno?
-Ahí tenemos una contradicción, porque una coalición funciona mucho mejor en un sistema parlamentario, que tiene otros resortes para que distintos actores de una coalición se sientan representados al interior de un Gobierno, se distribuyen ministerios, etc. Mirando un sistema presidencialista como el nuestro, donde el poder legislativo tiene un poder casi de contralor del Ejecutivo, la coalición supone que al mismo tiempo se desarrolla una experiencia más parlamentarista en el interior de una constitución presidencialista, con una tradición que como decías refuerza los liderazgos, las decisiones verticales, etc. Y te agrego algo más complejo.
"En Argentina se tomó una decisión que supone un experimento político inédito, que como estamos viendo, desde hace un tiempo no está funcionando".
En Argentina se tomó una decisión que supone un experimento político inédito, como la conformación de una fórmula decidida por quien ejerce un liderazgo muy poderoso, que decide ponerse en segundo lugar y postular a Alberto Fernández. Es una alquimia muy compleja que requiere un equilibrio y un tipo de vínculos muy particular que, como estamos viendo, desde hace un tiempo no está funcionando.
¿Y cómo podría mejorar el Frente de Todos en este aspecto para que la diversidad de la coalición sea una potencia y no una traba política?
-Está claro que estamos ante una enorme dificultad, y que hay que enfrentarla con decisiones significativas que requieren de un abroquelamiento de parte de quienes integran el FDT a la hora de sostener esas decisiones. Eso tiene que ser un acuerdo compartido. Yo creo que en este momento es necesario que Alberto y Cristina vuelvan a sellar el acuerdo. Si lo tienen que abrir del acuerdo original y tienen que reescribirlo a partir de la realidad actual, creo que deberían hacerlo.
"Yo creo que en este momento es necesario que Alberto y Cristina vuelvan a sellar el acuerdo".
Porque es muy difícil sostener la continuidad de un proyecto compartido si ese acuerdo se rompe. Eso no quiere decir que si se rompe el Frente de Todos el Gobierno no siga gobernando, pero me parece que entraríamos en otro escenario con otra complejidad y pondríamos en serio riesgo la posibilidad no solo de ser competitivos en 2023, sino de responder a las demandas fundamentales que hoy una mayoría de la sociedad le hace al Gobierno, que tiene la responsabilidad de satisfacerlas. Que mejoren los ingresos, que baje la inflación, que el aumento de los alimentos no haga imposible para una parte de la población alcanzar niveles elementales de alimentación. Yo creo que ahí está la responsabilidad que ambos tienen respecto a sellar un nuevo acuerdo. Ojalá suceda.
Primero tendrían que volver a hablarse...
-Sí, para eso tienen que volver a hablar. Cada uno sabe que tiene parte de la responsabilidad, no hay un malo y una buena de la película o al revés. La decisión de construir esta fórmula presidencial fue de Cristina, que conocía bastante bien el tipo de personalidad política de Alberto. Y Alberto, al aceptar ser el Presidente dentro de esa fórmula, también sabía qué tipo de personalidad política es Cristina. Ninguno puede decir “yo no sabía”. Entonces, me parece que en esa responsabilidad conjunta los dos deberían exigirse a cada uno que hay que bajar la tensión. Ojalá se logre.
"La decisión de construir esta fórmula presidencial fue de Cristina, que conocía bastante bien el tipo de personalidad política de Alberto. Y Alberto, al aceptar ser el Presidente dentro de esa fórmula, también sabía qué tipo de personalidad política es Cristina".
Te quiero preguntar por una frase concreta del documento donde dicen que: “Si se preservan identidades para otra etapa quizás se encuentren con un futuro catastrófico que hoy no es fácil imaginar pero que acecha en el horizonte si nos resignamos a descuidar lo que hoy tenemos” ¿Creés que el kirchnerismo está apostando más a preservar su capital político, ante una lectura de derrota en 2023, que a sostener hasta las últimas consecuencias el proyecto del FDT?
-Yo me definiría como kirchnerista. Mi participación política en los años de Cristina me colocan clara y completamente al interior de una experiencia política profundamente renovadora de la política argentina, los proyectos populares y del peronismo. Yo me sigo sintiendo parte de esa tradición como muchos que hoy sienten que es imprescindible llamar a la unidad. El kirchnerismo es muy amplio, muy diverso y complejo en su composición. Es posible que haya quienes crean, con todo derecho, que frente a un acuerdo con el Fondo, frente a una encerrona política de la que no se puede salir y que lleva a una derrota electoral en 2023, sea importante preservar una identidad política para el futuro. Yo no rechazo ni digo que eso sea un error o que es una locura. Se ha hecho en otras experiencias históricas, se han podido atravesar derrotas muy tremendas teniendo convicciones, ideales para tiempos mejores. Sí creo que todavía estamos a tiempo de que eso no sea necesario, y que no es una verdad revelada que si nos va mal se pueda preservar con claridad una identidad política con la fuerza de volver a ser gobierno en un período relativamente rápido. Y, sobre todo, para impedir que el nivel de daño que puede significar una regresión neoliberal en la Argentina retrase mucho más todavía la recuperación de la vida social dañada. Ahí me parece que está el punto central. Hay que tener cuidado con proyectar hacia adelante lo que hay que resolver hoy, no mañana. Porque quizás a mañana no llegamos.
En la carta que sacaron hablan de que las fuerzas de derecha y ultraderecha hoy tienen una gran capacidad de interpelación social ¿Por qué creés que se da este fenómeno y hasta dónde pensás que puede llegar?
-Es un fenómeno de época que está marcado principalmente a partir de la crisis del 2008, que fue una crisis del sistema económico neoliberal en el mundo. El ciclo que comenzó a fines de los 70 y principios de los 80 significó un triunfo neoliberal en la estructura social, económica, simbólica y cultural. Ese efecto de hegemonía comenzó a romperse con la crisis del 2008. Allí se empezó a ver con más claridad un proceso de deterioro, incluso al interior de las clases medias de los países ricos, que venía de antes pero la seducción del neoliberalismo había logrado ocultar. Ese deterioro, por supuesto, también fue enorme en las clases trabajadoras, tanto en los países centrales como en los periféricos. Eso llevó a la emergencia de nuevas formas de derecha radicalizadas, neofacismos, que comenzaron a trabajar con el desconcierto, la incertidumbre, con la ira que se sentía al interior de las sociedades. Mientras, las izquierdas y los progresismos no terminaban de salir de su propia confusión y en muchos casos complicidad con las políticas neoliberales. El ejemplo arquetípico es Chile.
¿Y en Argentina?
-En el caso argentino, el peronismo bajo su mandato menemista fue el ejecutor más radical de las políticas neoliberales, mucho más radicales que las que intentó Martínez de Hoz en su momento. Creo que las grandes opciones progresistas, democráticas, están en deuda. En América Latina se intentaron saldar esas deudas en las primeras dos décadas de este siglo con los proceso de Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador, que encontraron sus límites, sus crisis, y también sus derrotas. Ahora estamos en una segunda etapa, con Gobierno progresistas pero que no tienen la intensidad ni la épica de aquellos primeros gobiernos, con derechas que radicalizan el discurso de los centros que antes se miraban a sí mismos como democráticos pero que ahora tienen sus agendas mucho más influidas por esa presión que viene de las extremas derechas. En el caso de Juntos por el Cambio se ve en el juego de Bullrich y el propio Macri con Milei. Me parece que hay que tomar en cuenta que las extremas derechas han logrado comprender mejor parte de lo que le está pasando a la sociedad en un tiempo de incertidumbre, de crisis y de perdida de expectativas.
En relación a lo que decís de la épica, se anunció una guerra a la inflación que parecería muy difícil de ganar por las condiciones objetivas del país. Y ya hay varios ejemplos como este en los dos años del FDT ¿No incurre en un error el Gobierno con estos anuncios altisonantes que luego cuesta concretar, apelando a una épica que no tiene eco en una sociedad muy desgastada?
-Lo primero era tener resuelto un plan consistente de lucha contra la inflación. Teniendo ese plan, no adelantarse a anunciarlo, tomar la experiencia de Néstor Kirchner, que era un eximio conocedor del tiempo político y nunca anticipaba la movida que iba a hacer. La sorpresa en política es fundamental.
"Para mí, la utilización de la metáfora sobre la guerra para hablar de la lucha contra la inflación en este contexto es un poco complicada".
Creo que el Gobierno tiene que huirle a las frases altisonantes que no se correspondan a decisiones concretas y que tengan impacto. Para mí, la utilización de la metáfora sobre la guerra para hablar de la lucha contra la inflación en este contexto es un poco complicada. Ya se aprobó el acuerdo con el Fondo, ahora hay que salir cuando esté claro que hay un plan consistente, que no empieza y termina con balas de fogueo, sino que pueda animarse a tomar medidas que van a ser rechazadas por los sectores del poder económico concentrado. Porque pensar que se puede construir una mesa de consenso perfecta para un acuerdo antiinflacionario en Argentina, que aplique formas heterodoxas, es ser muy ingenuo en cuanto a lo que el poder económico y la oposición política y mediática piensan que es lo que se debe hacer.
Con respecto al acuerdo con el Fondo ¿cuál es tu mirada sobre el acuerdo en sí y el proceso por el que se llegó al mismo?
-Lo dijeron todos y me sumo. Cualquier acuerdo con el Fondo no es festejable, porque el Fondo siempre seguirá siendo un instrumento perverso que en los últimos 40 años sirvió fundamentalmente para destrozar economías periféricas y neoliberalizar la economía del mundo, en detrimento de los más débiles, tanto a nivel de países como al interior de cada población. Ahora, la Argentina tiene que enfrentarse a una deuda, y estaban quienes querían ir al tribunal de La Haya o desconocerla por ilegítima, y lo cierto es que eso sí que son balas de fogueo. No existe entrar en ese conflicto y que la Argentina lo atraviese sin tener las reservas que tuvo Néstor cuando decidió salir del FMI. Con esto quiero decir que el acuerdo estaba en lo que se discutió en la conformación del Frente de Todos, lo que había que lograr era que no fuera un acuerdo ortodoxo ni bajo las condiciones exclusivamente planteadas por el Fondo. Seguramente se podría haber hecho mejor, yo no soy especialista, pero miro el acuerdo y saco elementos positivos y negativos. Los positivos, y extrañísimos para lo que habían sido hasta ahora todos los acuerdos que el Fondo firmó en distintas partes del planeta, es que explícitamente se dejó de lado cualquier pedido de reforma estructural del sistema jubilatorio, del régimen laboral y el tributario. También que no se impide que se sigan volcando recursos para la inversión en obra pública, ciencia y tecnología y la problemática social. Esto es importante porque el Fondo no acostumbra a esto. Otro elemento importante es el tiempo, en política el tiempo es esencial. No tener que desembolsar hasta el 2026 con el FMI es un oxígeno para un Estado que tiene reservas casi nulas. Sin reservas no hay proyecto viable. Claro que la reducción del déficit que exige el Fondo es problemática.
"No tener que desembolsar hasta el 2026 con el FMI es un oxígeno para un Estado que tiene reservas casi nulas".
Por supuesto que es malo que el Fondo audite cada tres meses, y habrá que lidiar con eso. Pero ya sabemos que este acuerdo tendrá que ser reformulado de acá a unos años, eso lo sabe hasta el Fondo, entonces nosotros tenemos que ganar tiempo, reforzarnos, recuperarnos. ¿Se puede? Eso dependerá distintos factores, en principio lo que conversábamos antes, que haya un criterio común en el Frente de Todos que permita darle fuerza a la capacidad de acción del Gobierno. Si eso no se logra va a ser bastante difícil.
Se te mencionó durante mucho tiempo como un asesor de Alberto. ¿Es así?
-Sí, soy miembro del consejo de asesores del Presidente de la nación. Para mi sorpresa me convocó antes de asumir la presidencia, y digo para mi sorpresa porque Alberto obviamente sabía de mis ideas políticas, de mi trayectoria, de mi relación con la experiencia del kirchnerismo, que fui Secretario en el Ministerio de Cultura durante el último año y medio de Cristina, mi relación con Cristina, mi relación con Néstor, las cosas que escribí, Carta Abierta. También que cuando él rompió con Cristina y con Néstor, desde Carta Abierta y yo desde lo personal asumí claramente una diferencia con las posiciones de Alberto.
"Alberto es un tipo con personalidad fuerte, con convicciones, no da el brazo a torcer, no es un “chirolita” y Cristina lo sabe perfectamente".
Por eso me llamó la atención y me pareció interesante que él quisiera tener como asesor a alguien que venía de donde yo venía. Y la experiencia es muy interesante, muy significativa para mí, valiosa y de confianza, donde yo me permito, así como hablo con vos con absoluta libertad, hacerlo con el Presidente. Que él tome o no lo que yo le diga, eso ya es otro punto. Hay cosas que podrá y cosas que no, pero lo importante es generar esos espacios.
¿Cómo lo ves hoy?
-Atravesando un momento complejo. Para mí el momento más complejo fue el impacto de la derrota en las PASO. Después, la recomposición en las elecciones de noviembre creo que le permitió salir más entero. Las movilizaciones de fin de año también fueron muy importantes. Obviamente, muy atravesado por cómo se cerraba este acuerdo con el Fondo y por lo que significa esta tensión desde un tiempo a esta parte con Cristina. Pero es un tipo con personalidad fuerte, con convicciones, no da el brazo a torcer, no es un “chirolita” y Cristina lo sabe perfectamente.
"Cristina es una personalidad única. Yo creo que está dentro de las grandes personalidades de la historia política argentina de nuestra época y más atrás".
¿Y a ella cómo la ves?
-Cristina es una personalidad única. Yo creo que está dentro de las grandes personalidades de la historia política argentina de nuestra época y más atrás. En el peronismo es claro que son Perón, Evita, Néstor y Cristina. Es alguien de enorme envergadura e inteligencia, de enorme coraje. Tuvo que llevar adelante Gobiernos en condiciones dificilísimas, con todo el poder real jugando con toda la artillería posible para destruirla. Soportó la muerte de su compañero y componente esencial de la construcción política y sin embargo mantuvo una capacidad de acción y decisión que se expresó también en una gestión con logros extraordinarios. Es una figura clave de nuestra historia política y lo seguirá siendo, porque tiene una relación única con el pueblo que solamente alcanzan muy pocos elegidos en la historia de un país. Entonces, obviamente que el Frente de Todos necesita de Cristina, el Gobierno necesita de ella, y ella es alguien de gran responsabilidad. Yo confío en que esa profunda conciencia y responsabilidad histórica estén en el interior de las decisiones que vaya a tomar.