La noche del lunes se vio sacudida por el rumor acerca de los problemas de salud del candidato presidencial del kirchnerismo, Alberto Fernández. Casi al unísono con las versiones que atribuían gravedad al cuadro que obligó al ex jefe de Gabinete a realizarse una serie de chequeos en el Sanatorio Otamendi, su voz se escuchó por vía telefónica a través de C5N bajo el propósito de llevar tranquilidad a los grupos de WhatsApp que ardieron por un par de minutos con el bombazo que el confort teórico encasilla con el mote de fake news.

Cuarenta y ocho horas más tarde, Fernández difundió por sus redes una foto con el gobernador tucumano, Juan Manzur. Médico, a la sazón, abrió una estela de chistes al respecto pero el ejemplo sirve para imaginarse la tónica que adoptará la campaña en ciernes: un bamboleo de tuitazos, audios artesanales por WhatsApp y videos virales saturando la telefonía celular.

Ya están a tiro los community manager del oficialismo para adaptarse al terreno donde darán la disputa, cuya estrategia diseña el premier macrista, Marcos Peña. A caballo de la página “Defendamos el cambio”, los centenares de voluntarios, eufemismo para no apelar a la palabra militante, se preparan para cosechar todo tipo de mensajes y ponerlos en circulación.

El problema aparece cuando emerge una voz que no estaba en los planes del primer piso de la Casa Rosada, como ocurrió esta mañana con el tuit que posteó el subsecretario de Articulación y Fortalecimiento de Gestión porteño, Roberto Quattromano. Ex legislador Pro y lugarteniente en el barrio de Mataderos del ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo, Quattromano tipeó: “como peronista e integrante del PRO hace 17 años, les garantizo que lo único que puede aportar la UCR es un helicóptero”. Incluyendo un emoji que emula el medio de locomoción aéreo que estigmatizó la salida de Fernando de la Rúa por los techos de la Casa de Gobierno el 20 de diciembre de 2001, aseveró que “les ofrecen la vicepresidencia y piden competir contra Mauricio en las PASO”. Como no podía ser de otra manera, una imagen de Face Palm cerrar su intervención.

Si quería llamar la atención, lo logró. Pero hasta donde supo Diagonales, también causó irritación esa incontinencia verbal. “Esas cosas, en este momento, terminan restando”, decían en el bloque macrista de la Legislatura, y añadían: “mientras la oposición se une, puertas adentro del oficialismo aparecen las grietas”.

No le fue mejor al líder del Frente Renovador, Sergio Massa, cada vez más alicaído según fuentes de los sectores que se disputan su figura entre las rutilantes adquisiciones para la pelea electoral por venir. Hace dos días, Clarín publicó una noticia en la que se anunciaba una reunión entre el tigrense y la gobernadora María Eugenia Vidal para acordar los detalles del esquema de la “Y”, con colectoras invertidas o boleta corta para la Provincia de Buenos Aires. Así, la mandataria bonaerense podría nutrirse con votos de la candidatura presidencial del propio Mauricio Macri y de Massa, si aceptara la propuesta. Pero, rápido de reflejos, el segundo jefe de Gabinete de Cristina Kirchner desmintió la operación por su cuenta de Twitter.

Con la credibilidad dañada por el minué que danza entre Alternativa Federal y el Frente Patriótico que intenta erigir el peronismo, voceros de Massa le aseguraron a este portal que el dirigente “sigue concentrado y trabajando en base al mandato que le dio el FR el jueves pasado”. A la misma hora, el persistente candidato en trance compartió, también por la red social del pajarito, un fragmento del video de ese encuentro. Allí se lo ve llamando enfáticamente a terminar con “este gobierno de pocos para pocos”, a modo de ratificación del rumbo que lo aleja de Cambiemos y cualquiera de los anzuelos de los últimos días. “Con Sergio nunca se sabe” y “Sergio es un muchacho difícil”, fueron las dos frases que recogió este medio entre fuentes que trabajan arduamente para que el ex diputado termine fichando con Unidad Ciudadana y el PJ.

El golpe más duro se lo asestó, tal vez, el senador Miguel Ángel Pichetto. Hábil con o sin cartas, el rionegrino declaró ante el diario El Cronista que Massa había contribuido en 2013 con la interrupción de la estrategia kirchnerista de perpetuarse en el poder y que su construcción política tenía un valor. Más tarde, probablemente agobiado por el baile de la indecisión y en medio de su discurso en un almuerzo en el Rotary Club, deslizó que la indefinición massista “le agrega incertidumbre” a Alternativa Federal.

Antes de eso, el edil peronista se había despachado contra Roberto Lavagna, a quien le facturó falta de visión política. La proximidad de la fecha de vencimiento para la presentación de las alianzas, establecida para el 12 de junio, y la inscripción de los nombres de los candidatos, diez días después, insufla vértigo y palabras más venenosas que de costumbre.