El presidente Mauricio Macri y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, montaron una humareda política con el decreto que crea el servicio cívico voluntario. Habituado a no dar puntada sin hilo, el Gobierno arrojó el tema a la agenda pública el mismo día que el Indec publicaba el índice mensual de inflación, cuya sumatoria anual supera los 50 puntos.

Las opiniones en el Frente de Todos se dividían entre los que consideraban que no debían tentarse con responderle a la Casa Rosada y quienes advertían el peligro de no pronunciarse ante un tema tan caro a la lucha por el respeto a los derechos humanos y la educación. La iniciativa promueve la oferta de actividades supervisadas por Gendarmería para que jóvenes que tengan entre 16 y 20 años pero no estudien ni trabajen “aprendan valores”, según las palabras de Bullrich y su par de la cartera educativa, Alejandro Finocchiaro.

En ese sentido, los gremios docentes alzaron su voz sin trepidaciones. A la titular de CTERA, Sonia Alesso, y el secretario general del Suteba, Roberto Baradel, la noticia los sorprendió en el cónclave antiliberal de organizaciones sociales, políticas y sindicales que se congregaron en Santa Fe. Sin embargo, la confederación más representativa de los sindicatos de maestros rechazó “enérgicamente” la medida. “La Gendarmería es una institución que no está preparada ni proyectada para asumir tareas que competen a las instituciones educativas como es la formación profesional y cívica de los jóvenes”, expresó a través de un comunicado de prensa, y añadió: “el único lugar apropiado para la formación de nuestros niños y jóvenes son las escuelas y los colegios del sistema educativo”.

El ex ministro de Defensa Agustín Rossi también objetó el decreto y señaló que las competencias de los gendarmes son bien distintas. “No se entiende lo que quiere hacer el gobierno, salvo por el tufillo electoral”, opinó.

Con el mismo criterio se manifestó el militante de HIJOS Carlos Pisoni. Ante la consulta de Diagonales, contestó con una mezcla de rabia y fastidio: “es humo, puro humo”.

Tedio y bacheo policial

Desde Balcarce 50 aprovecharon el encono opositor para el apuntalamiento de la doctrina que reivindica la investidura y el desempeño de las fuerzas de seguridad, sin cuestionamientos ni preocupación ante la lógica represiva. “Se oponen porque denigran a las fuerzas de seguridad”, respondió un funcionario con despacho en el primer piso de la Casa de Gobierno.

No faltaron, incluso, voces más drásticas en el gabinete macrista. “La escuela fracasó”, soltó el vocero de un ministro que conversó con este portal. La presencia de Finocchiaro frente a las cámaras durante el anuncio no puede leerse sino como su capitulación a la voluntad de universalizar el derecho social a la educación.

No obstante, el docente e investigador de la UNQ Esteban Rodríguez Alzueta calificó el asunto como “un tema menor” y “una provocación”. “Un tema menor si lo comparamos con los problemas que hoy día más preocupan a la gran mayoría de los argentinos, es decir, si lo comparamos con la desocupación, la inflación, el aumento de las tarifas, parece un despropósito”, explicó, y agregó: “y es una provocación, porque el Gobierno busca que nos indignemos para desplazar el centro de atención, transformando los problemas sociales en cuestiones policiales, desplazarnos de aquellos temas importantes en una coyuntura electoral”.

A su criterio, “el gobierno quiere hacer política con la seguridad porque no puede hacer política con el trabajo porque cada vez cierran más fábricas, porque no puede hacer política con la vivienda porque el aumento de las tasas volvieron inaccesibles los créditos, porque no puede hacer política con el consumo porque la inflación y el aumento de las tarifas licuaron la capacidad de consumo de los argentinos, porque no puede hacer política con la educación y la salud porque son áreas que fueron objeto de importantes ajustes”. “Como Cambiemos tiene muy pocos temas para presentarse como merecedor de votos en el mercado de la política, promete más policías a cambio de votos”, completó.

Este medio le solicitó al profesor, especialista en temas de seguridad, un análisis sobre la probabilidad de que las familias que se encuentran en el segmento al que apunta el oficialismo con esta propuesta tomaran positivamente el anuncio. “Son medidas que hacen pie en determinados imaginarios sociales que nutren prejuicios que suelen activar pasiones punitivas ostentosas y emotivas”, puntualizó y luego explicó que talla fuerte el prejuicio por el que, “si se trata de mantener a los chicos alejados de las malas yuntas y la vida anómica de la calle, entonces conviene agarrarlos de chiquitos, llenarles la grilla de la semana con todo tipo de actividades y vincularlos a otras experiencias morales”.

Rodríguez Alzueta es autor de un exquisito artículo publicado en la revista Sociales en Debate Nº 11, compilación de investigaciones editada por la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, donde revisa el concepto de ennui acuñado por el crítico cultural George Steiner para pensar la segregación de bronca subterránea que se destila en los momentos de supuesta pax civilizatoria y que, a su criterio, gravitó en el clima previo a la Primera Guerra Mundial. Según el interlocutor de Diagonales, el “perverso anhelo” o el “prurito de caos” que menta Steiner deriva en un “ácido letargo” o un “tedio peligroso que cultiva” lo que el poeta Charles Baudelaire llamaba “humor violento” cuando hablaba del splenn.  

En la difusa madeja donde las causas y las consecuencias se confunden, la indagación sobre la noción de orden que abriga el imaginario de los sectores postergados resulta central. “En Argentina, seguridad es igual a policía”, detalla Rodríguez Alzueta, y amplía: “tenemos una concepción policialista de la seguridad y todos los problemas se cargan a la cuenta de las policías pero, además, la policía está asociada al orden público”.

Al respecto, observa que los uniformados no están para garantizar el ejercicio de los derechos de los ciudadanos sino para “cuidarle la espalda al gobierno de turno”. “La policía está para que nosotros sigamos encerrados en nuestra casa viendo televisión, rodeados más o menos de confort: el precio de la seguridad es nuestra libertad”, grafica.

De manera inquietante, desliza también que “los vecinos alertas quieren más policías, están dispuestos a renunciar al debate público a cambio de vivir tranquilos pero el costo de este modelo se lleva puesta a la democracia, es decir, se lleva puestos los debates colectivos que se necesitan para decidir entre todos y todas cómo queremos vivir juntos”. El ansia por la solución inmediata desemboca, así, en lo que este docente universitario denomina “bacheo policial”, en alusión a la idea de tapar agujeros.

En consecuencia, el decreto firmado por Macri y Bullrich no atiende a la resolución de los problemas sino que opera, como marca Rodríguez Alzueta, “en el terreno de las subjetividades, los afectos, el plano simbólico”. “Allí, está visto, el macrismo aprendió a moverse como pez en el agua”, concluye.