A días de haberse producido la segunda marcha masiva del sistema universitario argentino, y promulgado automáticamente el veto del Presidente Javier Milei a la ley de financiamiento educativo, las preguntas acerca de en qué forma el Gobierno Nacional registra las demandas de la sociedad y de cómo hacer que transforme su políticas registrando esas demandas, es la pregunta de hasta cuándo se puede soportar un gobierno que cree que la sociedad lo votó por sus ideas trasnochadas, y no por una necesidad de cambio verdadero.

BENEFICIARIO Y VÍCTIMA DE UN CAMBIO DE ÉPOCA

Ya venimos remarcando, tanto que nos parece que nos repetimos, que este presidente y todos los representantes de la Libertad Avanza, son emergentes de dos circunstancias: por un lado una crisis de ocho años en las que no se generaron políticas que beneficien a las clases populares en la Argentina; por otro lado, de un desgaste del sistema capitalista tal cual lo conocemos en la actualidad hijo de la caída del Muro, que imposibilita el ascenso social y se dedica específicamente a la timba financiera. El gobierno de la Libertad Avanza fue elegido porque, con recetas que fortalecen eso que no iba más (crisis económica para los sectores subalternos), dijo que iba a cambiarlo. Por decirlo en forma llana, con más bancos, menos industrias, más commodities, menos gestión estatal, más monopolios, menos intervención de la política, se resolvían los magros ingresos de las clases trabajadoras argentinas, la precariedad laboral, la falta de vivienda, la salud insuficiente, los problemas en educación. Enriqueciendo a los ricos, se enriquece a los pobres.

Nada de eso va a pasar. Por eso decimos que el Gobierno y la Libertad Avanza son beneficiarios de un momento histórico, porque a través de plantear “otras recetas”, se mostraba innovador y revolucionario, dispuesto a cambiar lo que había que cambiar. Pero al mismo tiempo es víctima porque no va a poder cambiar nada para mejorar las condiciones de los que lo llevaron a ser gobierno. Víctima porque lo que cree, no va a lograr los cambios que pregona.

LA CRUELDAD, UN INEVITABLE CONDIMENTO

La situación por la que atraviesa el pueblo argentino, por supuesto, no es nueva. Hay una situación estructural generada durante la dictadura del 76, que la democracia no cambió. Los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner fueron contracíclicos de esa tendencia, pero no lograron cambiar la situación estructural. Por eso los altos números de la pobreza, que pese a los esfuerzos, se estancan en números de dos dígitos. Pese al traqueteo constante con la idea de neoliberalismo y lo que hizo en la Argentina y la deuda y el industricidio, nada quedó claro. Por decirlo de otra manera, la idea no sobrevino en práctica. La política que se impulsó no fue lo suficientemente contracíclica para revertir todos esos aspectos negativos que terminan con la pobreza, el empleo informal, la deficiencia de los derechos prestados por el Estado.

La bronca que genera la impotencia hace aparecer la voluntad como culpable de la incapacidad. Para ser más claro, la crítica del neoliberalismo, en aspectos centrales de la economía, no terminó generando una transformación profunda, es más, la reprodujo. Por eso la bronca que generó el discurso de la crítica que no transforma lo que criticaba. Los sectores subalternos que creyeron verse desilusionados y sobre esa desilusión se intenta montar la política de la crueldad de este gobierno: ”Vos que tanto apoyaste el proyecto que te desilusionó, ahora tenés que bancar el ajuste, el hambre”. “Si ese ajuste te encuentra desempleado y hambriento era porque no merecías lo que tenías. Por eso tampoco tienes derecho a protestar, por eso también hay palos para vos”. Intenta que el perjudicado acepte la opresión que genera este gobierno. Otra hipótesis de trabajo de la política de Javier Milei, un pueblo argentino aceptando su declinación apáticamente.

ALGO QUE NO FUNCIONA

Ese discurso del Estado Presente, de los derechos laborales, sociales y humanos, que alfonsinísticamente dijo el gobierno anterior, mostró que la democracia, medio curaba, medio educaba y medio alimentaba.  Tuvo buenas ideas pero no las ejecutó, prometió y no cumplió. De alguna manera ese Estado de Bienestar no se cumplió. Porque no es posible un Estado de Bienestar, si el Estado no interviene efectivamente en la economía, controlando ramas de actividad con empresas testigos, con control estatal de la banca para direccionar el ahorro de los argentinos, con mayor lugar en las decisiones, o sea en las listas de diputados y senadores de representantes de sectores subalternos (trabajadores formales y de la economía popular, estudiantes, empresarios pymes), y el listado de lo necesario para construirlo puede ser eterno. No se puede hacer Estado Presente, sin Estado Presente. Nadie discute las buenas intenciones, ni de las buenas ideas, porque sin ellas no es posible transformar nada (primero es el verbo, para usar la biblia como le gusta al Presidente), pero si se queda solo en eso, en decir, pero no en hacer, la idea es mentira porque no se realiza. Se esgrime, se dice que es parte de la realidad, pero no lo es. Sobre eso se montan el gobierno y Javier Milei, sobre la bronca y el resentimiento de algo que se dice pero no se hace. Como intenta con el sistema universitario, con los empleados estatales, con los jubilados, él cree que ese sistema no tiene respaldos atrás, que está podrido y que se cae por su propio peso. Del Movimiento Nacional y Popular, del Peronismo, de los sectores subalternos dependen hacer la crítica de lo que falta, de lo que no se hizo y manifestarse su programa de cambios profundos para la Sociedad Argentina. No solo marcando los problemas sino el que hacer.

UN NUEVO ORDEN

Algo en la sociedad de hoy tiene que cambiar, la incomodidad es parte del día a día en nuestras vidas. La incomodidad económica por sobre todo, exacerbada desde la llegada del gobierno libertarista, pero también la incomodidad en el orden general. Se siente un desorden de los valores y de las cosas. Lo más parecido al tango cambalache: “lo mismo un burro que un gran profesor…”. En la campaña el gobierno planteó un nuevo orden, increíble, irracional, compulsivo, pero un nuevo orden al fin. El espacio que abarca a Unión por la Patria debe replantearse cómo ordenar la sociedad, ordenarla distinta de como venía funcionando. No solamente, impulsando el fortalecimiento del status quo (económico, seguridad, educación, etc.), diría que muy por el contrario, plantear un nuevo orden, con un centro en otros valores y sujetos. Quizás basado en doctrinas existentes pero incorporando las cosas que cambiaron y que debemos incorporar, y las cosas que cambiaron y  en la que debemos ser contracíclicos en no incorporarlas acríticamente. Un solo ejemplo, que hacemos con la obsolescencia planificada planteada por la sociedad mercadocéntrica, porque nuestra sociedad debe incorporar sistemáticamente nuevas versiones de tecnología que insisten en formatos estéticos y/o marketineros, cuando de lo que se trata es de invertir en el bienestar general. ¿Y qué hacemos con el mundo que habitamos, con esos residuos generados por un consumo problemático de marcas y tecnologías? Para muestra solo un botón.

HASTA CUÁNDO

Mientras termino esta nota, anuncian que están cerrando el Hospital Laura Bonaparte, el mismo con especialidad en salud mental y consumos problemáticos. La crueldad, de vuelta, de este gobierno, que no lee una sociedad que genera insanidad mental y consumos problemáticos. Una sociedad que genera que nuestros jóvenes padezcan ludopatía, porque les muestra que la única forma de ascender socialmente es jugando a la timba. Porque es una sociedad que no puede generar proyectos de vida… Pero además de no poder generar proyectos de vida, fortalece proyectos de consumo problemático como única posibilidad de vivir en esta sociedad… Cuánto más la sociedad argentina soportará este padecimiento artificial, generado por este gobierno. La hipótesis del mismo, es que los lazos de nuestra sociedad están cortados y no hay posibilidad de unir las demandas de todos en una gran propuesta política. De lo que se trata por parte de las fuerzas de la oposición que quieran generar un nuevo proyecto societario, es necesario hilvanar a esta sociedad fragmentada, al ritmo de la destrucción de su aparato productivo y fortalecida por el algoritmo individualizador. De generar un proyecto que incluya a todos, que pueda contener la diversidad, a la vez de regenerar rasgos comunitarios a nivel nacional.