Hace unas semanas, después de una entrevista radial, junto a un colega del Instituto Gino Germani, decidimos realizar el primer informe sobre la pobreza y la indigencia en el país de nuestro equipo durante este 2024. Basándonos en la Encuesta Permanente de Hogares, comenzamos a trabajar en las novedades respecto a los ingresos y las canastas, de acuerdo a los primeros seis meses del gobierno libertario y sus aliados. Sintaxis, programas estadísticos, selecciones de variables, elección de gráficos y modelos listos para su difusión. Repetición de tareas una y otra vez, estudiando los resultados y continuando con las pruebas estadísticas (iteración, como dicen los manuales).

Después de una nota en Radio con Vos comentada por Diego Iglesias, y la lectura atenta de Fernando Meaños de Infobae, el impacto mediático fue sorprendente. Somos investigadores dedicados principalmente a tareas académicas y no tanto mediáticas, lo cual implicó en pocos días entrevistas en televisión, radios y diarios online. En ese aquelarre de divulgación, se mostró claramente algo que ya intuíamos: la centralidad del indicador de la Línea de Pobreza en Argentina y su vínculo con las tres agendas posibles: la mediática, la política y la académica. Como les dijimos a varios periodistas, una verdadera “madre” de indicadores socioeconómicos del país.

En nuestro análisis, se destacaron varios aspectos importantes sobre la pobreza y la indigencia en Argentina. Confirmamos el crecimiento de la población bajo la línea de pobreza y observamos dos fenómenos notables: la magnitud de la pobreza entre los trabajadores formales y el impacto de las políticas económicas en la realidad socioeconómica del país.

El fenómeno de los "trabajadores pobres" es alarmante. A pesar de estar empleados, muchos trabajadores no logran superar la línea de pobreza. Este problema es más grave entre los trabajadores no registrados, con una tasa de pobreza superior al 70%, y afecta también a los trabajadores regulados, con una tasa de 30%. Esto demuestra que el empleo formal no es suficiente, para mitigar la crisis actual.

La calidad del empleo y las horas trabajadas son factores cruciales. El aumento de la pobreza entre los subocupados y sobreocupados indica que trabajar más horas no garantiza mejores condiciones económicas. Además, el crecimiento de la pobreza entre los trabajadores regulados sugiere un deterioro en el poder adquisitivo incluso para aquellos con empleos formales. Históricamente, el empleo formal ofrecía protección contra la pobreza, pero en los últimos años esto ha cambiado.

La desigualdad de ingresos también ha aumentado. El coeficiente de Gini ha alcanzado un máximo histórico en 2024 (0,467), lo que subraya la creciente brecha entre los más ricos y los más pobres. Esta desigualdad exacerba la exclusión social y el desequilibrio en la distribución de la riqueza.

El análisis por clase social muestra que la pobreza ha crecido en todos los grupos, pero es más severa entre las clases trabajadoras de baja cualificación. Sin embargo, el aumento de la pobreza en las clases medias es igualmente preocupante. La pobreza en estas clases se ha triplicado en los últimos siete años.

La pobreza en Argentina está determinada por una interacción compleja entre factores estructurales y coyunturales. Estos factores afectan la inserción laboral y perpetúan la pobreza, afectando a sectores previamente protegidos.

Ha existido sobre todo en las últimas décadas una coordinación estatal para resolver los conflictos distributivos a través de convenios colectivos. Las negociaciones salariales en las paritarias tienen un impacto directo en los salarios y niveles de pobreza. Sin estos mecanismos, la pobreza crecería aún más, agregando en ella la ausencia de un salario mínimo de referencia.

Pero curiosamente, allí mismo se encuentra una posible solución, no hace falta que bajen fuerzas del cielo, con una mayor participación regulatoria del estado en la lógica distributiva, podría comenzar a morigerar ese aumento sorprendente de la pobreza e iniciar el camino de la reversión. Hoy es una exigencia ciudadana.