El día miércoles el Gobierno logró un triunfo esperado, la aprobación en el difícil Senado de la “Ley de Bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos”. Sólo tiene siete Senadores de una Cámara Alta que tiene setenta y dos experimentados miembros. Sin dudas el oficialismo (el superministro ataja penales Guillermo Francos) se ganó un galón. Los mercados financieros, el Presidente de la Nación, el microclima político estaban esperando un espaldarazo político. Y en franca minoría de senadores, el Gobierno lo logró. Hasta con final cuasi épico; por segunda vez en la historia legislativa, desempató la Presidente del Senado. Esta vez, sin titubeos, ni votos NO POSITIVOS, convencida, luego de 22 horas de debate, Victoria Villaruel cerró un primer ciclo con su desempate. El gobierno esa noche festejo.

Una versión licuada e hiper reducida fue aprobada en el Senado, de los 664 artículos originales, quedaron 232 artículos aprobados. Fue una victoria para el Gobierno, sin dudas, pero PÍRRICA, en el camino dejaron Jirones del gobierno y necesitaron tiempo suplementario y penales para el festejo. Los gobernadores radicales y los patagónicos aprovecharon para pedir fuerte, se cotizaban ante el número ajustado en el Senado.

COMO CONTRAPARTIDA, LA OPOSICIÓN SE ENCUENTRA EN UN PROBLEMA ESTRUCTURAL

El Peronismo, Unión por la Patria o Justicialismo esta abroquelado, treinta y tres senadores abroquelados, sin dobleces. Su rol lo tienen claro, oponerse a cualquier iniciativa de la “derecha” del “fascismo”, del “gorilaje”, siempre tuvo claro que al “enemigo, ni justicia”. Como contrapartida, el fuerte e imponente bloque, no pudo convencer a cuatro senadores más que hubiesen bloqueado la ley. Intentaron adentro del Senado, como afuera, con piedras y quemando autos, pero no resultó suficiente. A esto se le suma un problema político sustancial para el peronismo: el liderazgo. Cristina Fernández es lo más parecido a esto, pero representa al pasado. Hacia futuro, el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof quiere, pero aún no le da la nafta. Por tanto, la oposición natural, no tiene un liderazgo claro y tiene una visibilidad pírrica.

El PRO no tiene del todo claro si es oficialismo u oposición. Decidió cargos formales en el gobierno, y es un aliado parlamentario en ambas Cámaras. Mauricio Macri en plena campaña no quedaba claro si apoyaba a Patricia Bullrich o al libertario. Y hoy, la Ministra montonera que otrora ponía bombas en jardines de infantes, es una de las principales alfiles del Presidente. Entonces se convirtió en un convidado de piedra de la Libertad Avanza y sobreactúa oficialismo. Salió tercero en las elecciones y quedó en un lugar pírrico.

La Unión Cívica Radical, partido centenario, que legó seis presidentes en la historia argentina y junto al peronismo, el partido con más territorialidad del mapa político argentino, quiere “darle las herramientas al nuevo gobierno porque es lo que votó el pueblo”. Pero tiene complejo de culpa, privatizaciones (entre ellas YPF, que forma parte del ADN radical), ajuste a las Universidades Públicas (que no es soportable a su discurso). Pero una parte de sus venas, fluye un antiperonismo a prueba de todo, por eso votan la ley de Bases. Así que en el Senado el radicalismo acompañó la ley de Bases, a excepción de Martín Lousteau, que quedó para algunos como “loco malo”, para otros como un “kirchnerista”, y los viejos románticos radicales un “Quijote que defiende las banderas del partido en la soledad”. El centenario partido no tiene candidato a Presidente desde 1999, así que quedó en un lugar pírrico en la sociedad.

En definitiva, el Gobierno ganó la primera pulseada, tiene su LEY, pero no tiene SU ley, tiene una ley posible. Irá a los mercados y mostrará esta victoria, más bien no hizo falta. El día siguiente el Riesgo País bajó, el dólar también. Pero nadie come vidrio, menos lo mercados. Saben que el gobierno aprobó UNA ley, no SU ley, una victoria pírrica.

La oposición que queda clara es el conocido peronismo, famoso en hacer que los gobiernos no terminen en democracia, hasta hoy con Milei no lo lograron. Más aún no pudieron voltear la ley. Pero mostraron los colmillos adentro y afuera del recinto. El PRO y el radicalismo, quedan desdibujados en este escenario, no queda claro en que vereda están. Mientras tanto, el presidente Avanza con su “libertad”.