Exclusivo: las obras que no hizo Vidal y el PRO en Villa Azul
La implosión de contagios en el sector de Quilmes de Villa Azul desnudaron la falta de urbanización en el barrio. Pero había un contrato de una empresa cuyo titular está ligado al Pro, para hacer obras que nunca se hicieron
Con el dólar y la inflación por las nubes, a medida que las elecciones generales de 2019 se acercaban, el discurso del Cambiemos mutó del slogan pobreza cero a “pobreza digna”, a partir de una supuesta inversión que los gobiernos de Macri y Vidal habían hecho en obras en los barrios populares (el famoso “cemento”). La implosión de contagios de coronavirus hace dos semanas en Villa Azul expusieron lo que el presidente Alberto Fernández caracterizó como “las dos argentinas”: la mitad del barrio, en Avellaneda, estaba urbanizado; la otra mitad, en Quilmes, gobernado los últimos cuatro años por el ex cocinero Pro Martiniano Molina, ni de cerca. Quedó claro que el cemento no se come y, también, que las famosas obras nunca se hicieron. Diagonales pudo comprobar que el sector de Villa Azul de Quilmes, hoy aislado con 276 positivos, formó parte de un proyecto de urbanización que nunca avanzó ni un centímetro, pese al millonario contrato que ganó una empresa constructora ligada al macrismo.
La única obra para la urbanización de Villa Azul se licitó por un monto total de 216 millones de pesos e incluía también obras en Villa Itatí, que está pegada a Azul. Fue en abril de 2019, y la ganadora fue una Unión Transitoria de Empresas (UTE) entre TECMA S.A. y KOPAR S.A, que ya habían hecho años atrás obras similares para el Gobierno de la Ciudad en la Villa 31.
El contrato fue para la “Intervención Urbana y Obras Complementarias Villa Itatí y Villa Azul” y las obras, que incluían “atender las condiciones habitacionales deficitarias y la privación en el acceso a los servicios urbanos básicos”, nunca se concretaron, en parte por impericia de las empresas, pero fundamentalmente porque el Estado provincial decidió postergar su intervención en Azul y priorizar únicamente a Itatí, cuyas condiciones estructurales fueron históricamente menos precarias que en Azul y el trabajo resultaba mucho menos dificultoso.
“En Itatí se hizo un buen trabajo, favorecido porque estructuralmente tuvo un desarrollo que lo hizo un barrio menos precario. Pero en Azul, el Estado directamente se retiró, lo que contrasta fuertemente con el sector de Avellaneda, donde se hizo un abordaje integral, con hasta un jardín maternal, además de las viviendas”, confiaron a este medio fuentes relacionadas con el proceso de la urbanización de ambos barrios.
Ambas empresas debían hacer de todo, en ambas villas: desde la apertura y ampliación de calles con sus cordones de hormigón ampliado, previo saneamiento de los suelos, hasta la reparación del tendido eléctrico y su reemplazo por medidores y cables mas seguros, y nuevas tomas de agua, etc. Todo lo que un barrio urbanizado, en parte, necesita.
Itatí fue además beneficiada con varias licitaciones más, dentro del “Proyecto Sol” como se llamó al plan de obras, desde la construcción de un sistema cloacal y de desagües hasta una otras obras de infraestructura para evitar inundaciones. Pero Azul fue abandonada.
Si bien el Estado se retiró de las obras, el contrato con Kopar nunca se canceló, ni la empresa recibió multas, ni se hizo nunca un seguimiento estricto del plan de obras (si es que alguna vez existió). Kopar pertenece al empresario Pablo Gustavo Aparo, de fuertes vínculos con el Pro: su abogado hasta 2009, Octavio Calderón, fue legislador porteño de ese partido y es el actual CEO de la Corporación Puerto Madero. Calderón también fue asesor del ex vicejefe de gabinete Fernando de Andreis durante su paso por la Legislatura porteña.
LAS VIVIENDAS QUE NO FUERON
También hubo otra obra que se proyectó, pero nunca se concretó. Se trata de la construcción de 152 viviendas de las que hubieran sido beneficiarias unas 150 familias. Fueron dos convenios, firmados durante el último tramo de la gobernación de Daniel Scioli, y que nunca llegaron a concretarse por decisión de Vidal y Molina.
Las obras, según el plan inicial, debían estar concluidas en 42 meses, a mediados de 2019. Como quedaron a medio hacer, hubo vecinos desesperados que se lanzaron a tomarlas, pese a que solo se trataba de la estructura precaria del inicio de la obra.
A inicios del año pasado, de hecho, la provincia inició gestiones ante el banco mundial para conseguir fondos para avanzar en la urbanización, intentando imitar el proceso que encaró Horacio Rodríguez Larreta en la Ciudad. De hecho, Vidal creó una secretaría a espejo de la de su par porteño, pero las elecciones la dejaron afuera de la gobernación y el proceso quedó estancado por el coronavirus.
“Faltó decisión política”, dijeron desde dentro del proceso encarado entonces respecto de Villa Azul. “Estamos esperando que podamos iniciar el proceso, que va a ser largo, pero si hay decisión política, se puede urbanizar”, aseguraron en relación a las reuniones que esta semana mantuvieron el presidente Alberto Fernández, el gobernador Axel Kicillof y la intendenta Mayra Mendoza para iniciar las obras a futuro y que los vecinos del barrio tengan condiciones básicas de vida garantizadas.