Vivimos en el Siglo XXI, el Siglo de la Imagen . Inevitablemente, nuestra apariencia exterior es lo único inmediatamente obvio para los demás. Somos vistos antes de ser escuchados y todas las personas tenemos y proyectamos una imagen más allá de que la cuidemos (o nos interese) o no.

Comparto con ustedes que cuando comencé a trabajar como Asesora de Imagen, escuché muchas veces lo siguiente - ¡Qué superficial lo tuyo! Lo que importa es lo de adentro, no como nos vestimos& Frente a esto, indagué mucho y también me cuestioné a mí misma si mi profesión era así de superficial.

Y concluí rotundamente que no. No lo es en absoluto. ¿Por qué? Porque el 93% de lo que comunicamos es No Verbal -es decir, nuestros gestos, la vestimenta, como entonamos al hablar, la prolijidad y pulcritud personal- (Albert Meharabian, Departamento de Psicología de la UCLA, EE.UU.), y en tan sólo 7 segundos el otro se formó una primera impresión (juicios sobre cómo soy, a qué me dedico, cuán confiable soy, cuán eficiente o creativo soy, etc.) sobre mi persona, la cual en el 68% de los casos no se modifica.

Decía Don Quijote No andes, Sancho, desceñido y flojo; que el vestido descompuesto da indicios de ánimo desmazalado . Por ende, la elegancia, sobriedad, versatilidad, proactividad y profesionalismo de una persona, se verá sin dudas reforzada siempre en su indumentaria. No obstante, y siempre lo aclaro, la indumentaria será sólo un complemento que deberá ser utilizado como un plus, sin que reste importancia a las capacidades y actitud de quien los porta. Es necesario lograr un equilibrio estratégico entre mi cuerpo, mi personalidad y mis competencias profesionales porque, nobleza obliga aclarar, que hasta el vestuario más exclusivo no tiene sentido si la actitud de quien lo porta no proyecta liderazgo y personalidad.

Lograr la mejor versión de uno mismo implica

1.       Tener en claro quién soy y qué quiero mostrarle al mundo.

2.       Esclarecer qué aspectos actitudinales y profesionales quiero resaltar.

3.       Conocer el contexto en el que me desenvuelvo o desenvolveré.

4.       Identificar mi estilo de personalidad y de vestimenta, y lograr coherencia entre ambos.

5.       Descubrir cuáles son las prendas y colores que realmente le favorecen y aquellas que no lo hacen.

6.       Armar conjuntos exitosos (que me representen y me otorguen seguridad) en base a los puntos anteriores.

Además, cuidar los detalles caspa, mal aliento, oler desagradable, medias rotas, cabello grasoso, zapatos sin bolear, son algunos aspectos que pueden restarle puntos a tu imagen personal muy rápidamente.

Ser auténtico/a nada es más importante que mostrarme tal cual soy.

Estamos en un punto de la historia en el que nos estamos animando a decir basta al uniforme social , y abrazamos la posibilidad de expresar nuestra única y personalísima forma de ser. Los/as invito a avanzar en esta dirección en base a un método propio que hasta el momento, siempre me ha dado resultado Conocéte - Aceptate - Potenciate . No hay otro camino para lograr tu mejor versión.