El sindicalismo argentino en una encrucijada opositora
Por Paula Andrea Lenguita. El realineamiento opositor del sindicalismo quedó plasmado en la primera huelga general convocada por el conjunto de las centrales obreras, llevada adelante el 6 de abril de este año
El 29 de abril se cumple un año de la primera demostración conjunta de poder sindical frente al gobierno de la Alianza Cambiemos. Ante esta conmemoración, las centrales sindicales argentinas vuelven a unirse para ratificar el rumbo opositor, ensayado a sólo cuatro meses de inicio del nuevo gobierno.
Quizás en el cambio de escenario elegido ésta vez esté la clave de una definición más urgente. Mientras la manifestación de abril del 2016 fue en el simbólico Monumento al Trabajo, el 7 de abril de este año ese lugar lo ocupó el Ministerio de Producción de la Nación. El ritmo de las definiciones parece acelerarse, al tiempo que se amplía el pliego reinvidicativo en torno a los despidos, la reconversión productiva y la caída del salario real. En ese contexto, la central cegetista abandona la tregua en la que se había instalado tras la unificación de sus estructuras el 22 de agosto del año pasado.
El realineamiento opositor del sindicalismo quedó plasmado en la primera huelga general convocada por el conjunto de las centrales obreras, llevada adelante el 6 de abril de este año. Ahora bien, es necesario comprender cuáles son las claves de esa orientación política y en qué encrucijada pone al sindicalismo hoy.
Queda clara la gravitación coyuntural de la unidad de la CTAs, orientada por un conflicto docente que marca el ritmo y la intensidad de la protesta gremial en la actualidad. No sólo porque consiguió traccionar hacia un paro general conjunto, aunque sin movilización como pretendían las bases de los gremios industriales. Sino, también, porque sus resultados determinan los márgenes paritarios de otros sectores más allá del docente. Ahora bien, esa misma lectura hace el gobierno nacional, al disciplinar al gremio desatendiendo el principio legal que impone un tope salarial e incluso desplegando medidas represivas para controlar a los huelguistas y los manifestantes, como sucedió el pasado 9 de abril en la Plaza Congreso.
Por lo dicho, la encrucijada política del sindicalismo hoy está en manos de la vertiente cegetista. Que no puede refugiarse en principios negociadores sin desalentar a sus bases industriales. Ni desatender la política antisindical y represiva que desnuda el gobierno nacional en este conflicto docente. Sin embargo, tiene enfrente una posición firme del gobierno nacional. Es evidente que el gobierno seguirá intentando profundizar los desencuentros internos en el gremialismo argentino. Y, por ende, los signos de estos tiempos urgentes dejan a la central cegetista en una disyuntiva, continuar la tregua perdiendo base gremial o adoptar un programa opositor para ampliar su influencia política.