El último gol de Maradona: el potrero Padre Bachi en Villa Palito
La primera cancha de las 10 del 10, última campaña solidaria del Diego, ya es una realidad y un sueño cumplido para el barrio. Mientras los pibes corrían atrás de la pelota, los vecinos le contaron a Diagonales la historia entre la Palito y el barrilete cósmico. Una muestra más del amor de Diego por su pueblo
¿Cuándo se transformó Maradona en el máximo ídolo de la Argentina? ¿En qué momento selló su paso a la inmortalidad? ¿Fueron los goles a Inglaterra, la copa del '86, su irreverencia desafiante frente al poder, el nunca haberse olvidado de su origen y siempre reivindicarlo? ¿Habrán sido las miles de veces en las que, con un gesto, un regalo, una atención le cambió para siempre la vida a alguien? ¿Dónde vive con más fuerza el 10 hoy, a un año de su partida? Todas estas preguntas encuentran respuesta en una cancha de fútbol, emplazada en el corazón de La Matanza, en el barrio Villa Palito.
La última gran jugada solidaria del Diego fue la idea, entre 2019 y 2020, de elegir diez potreros de diez barrios populares del país y recaudar fondos a través de la subasta de camisetas autografiadas y donaciones a la Cruz Roja para ponerlos en mejores condiciones. Una manera de cuidar y venerar esas cunas humildes del fútbol que vieron nacer a tantas figuras por estas tierras, con él como máximo referente. De los diez barrios, el primero que eligió Maradona fue Villa Palito, y en su cumpleaños número 60, a poco menos de un mes de su muerte, la movida tuvo su inauguración oficial con un acto en Palito, mientras los propios vecinos trabajaban a sol y lluvia en la construcción de su cancha. Sería la única de las diez elegidas por el 10 que llegaron a inaugurarse con él aún en vida, y desde entonces el barrio siguió trabajando por mejorarla y soñando cada vez más lejos con lo que el estadio puede llegar a ser. Hoy la cancha es una realidad, un escenario testigo de caños, goles y gambetas todas las noches, con epicentro en los clásicos y partidos que se juegan cada fin de semana.
El potrero Padre Bachi de Villa Palito condensa toda la grandeza y la inmortalidad de Maradona. Es un último gesto de irreverencia para con los poderosos, a quienes no les dedicó ni uno solo de sus días finales, y de amor por el pueblo al que siempre buscó darle todo. Es una última firma suya como el villero que siempre fue, una última reivindicación del origen humilde del que jamás renegó y que siempre llevó como su principal bandera. Y es un último abrazo con el fútbol allí donde tiene sus raíces más puras, un mensaje para cuidarlo y proteger su esencia popular y rebelde, alejada del todo el sistema que lo mercantiliza transformándolo sólo en un producto más. Hoy Maradona sigue vivo en los recuerdos y sentimientos de millones de argentinos. Pero como en ningún otro lugar el corazón del Diego late con fuerza en el de los cientos de vecinos de Palito que se juntan a disfrutar en el potrero, su grito de aliento perdura en las gargantas que fin de semana tras fin de semana empujan a sus equipos de barrio a ganar partidos en esa cancha, la magia de su fútbol renace en las gambetas, los goles y las embarradas de cada pibe que entrena allí todas las tardes, soñando con ser un Messi o el mismísimo Pelusa.
En esos sueños y en esa felicidad popular está forjada a fuego la inmortalidad de Maradona, que se cimentó en sus grandes gestas deportivas pero cuya marca más distintiva es y será siempre su devoción por el pueblo y su ocupación permanente por llevarle alegría. El Diego popular y su fútbol viven y arden con fuerza en un potrero de Villa Palito, y esta es su historia.
EL SUEÑO DE UN BARRIO: LA GESTA DEL POTRERO EN LA PALITO
La actualidad de Villa Palito hay que contarla en décadas de organización, lucha y trabajo colectivo. Alberto Balestrini y Néstor Kirchner tienen reservados lugares de privilegio en la historia, por haber acercado desde la política todas las herramientas y recursos necesarios para que los propios vecinos construyeran el barrio que hoy es su orgullo y su dignidad. Pero cuando una comunidad se encuentra en la fuerza de la unidad y el esfuerzo por el bien común, los sueños no tienen límites porque empiezan a sentirse posibles. Hoy la urbanización del 90% de las 80 manzanas que componen el barrio en el que viven unas 1350 familias y nueve mil personas ya es una conquista y un ejemplo para el país, pero la visión de los vecinos va más allá.
“Cuando arranqué con todo esto tenía 24 años y sólo soñaba con tener un terreno. Cuando dibujábamos los planos de las casas le poníamos balcón, que era el sueño de mi hija, y muchos se nos cagaban de risa porque vivíamos bajo techo de chapa y hacinados. Hoy tengo el orgullo de ver todo esto que pudimos lograr con una comunidad organizada y un Estado presente, hoy nuestros hijos también tienen su vivienda, tenemos asfalto, jardín de infantes, escuelas, clubes de barrio, tenemos de todo. Hoy mi sueño es ver terminado el estadio que proyectamos acá” cuenta Cacho Farías, uno de los referentes históricos del barrio que recibió a Diagonales para contarle la historia del potrero. Las palabras se le dibujan en sonrisa esperanzada y le cargan los ojos de emoción, mientras sus pies patean la tierra la tierra de la cancha sobre la que caminamos.
La Palito es una comunidad que se define por su orgullo, y la tarde que comienza deja ver los trazos de esa dignidad desde el inicio. Ni bien pusimos un pie en la cancha, acompañados por Soledad, los vecinos empezaron a brotar de los alrededores y acercarse a la escena para formar parte. La gran mayoría de ellos llevaba la remera de la cooperativa, con la icónica foto de Néstor Kirchner inmerso en una marea humana en su primera visita al barrio allá por 2004 estampada en la espalda, y una frase insignia que marca la identidad del barrio: “Un día vino a proponernos un sueño, que cambiaría nuestra historia”.
Los vecinos cuentan que le propusieron la idea del potrero primero al Padre Bachi, referente espiritual y social del barrio que falleció de Covid el año pasado y cuya impronta es la más fuerte de todas las que componen la identidad comunitaria de Palito. Pero con tanto por hacer, ese sueño había quedado en un segundo plano frente a necesidades más urgentes del proceso de urbanización. Darío, que participó de toda la obra de la cancha, se suma a la charla y cuenta una anécdota que pinta cómo estaban las cosas antes de la intervención de Maradona: “un día unos pibes estaban jugando y le pegaron un pelotazo al arco que se quebró y se cayó. Después tuvimos que sacar el otro porque era un peligro de que alguien se lastimara.
Mientras charlamos el potrero se va llenando también de un enjambre de pibitos que corren alrededor y anárquicamente atrás de una pelota maltrecha ya de tantos partidos sobre el suelo de tierra. Y el que llega unos minutos después es Juan Enriquez, a quien todo el barrio reconoce como su referente y su conductor, y quien encabezó desde el inicio todo el proceso de urbanización que hoy lo lleva a contar esa experiencia a distintos puntos del país como un ejemplo de lo que se puede conseguir con una comunidad organizada y respuestas desde la política. Es la segunda vez que nos encontramos, y sus dos llegadas fueron iguales y los pintan a perfección: saludo uno por uno a todos los vecinos, entre los sigue caminando hoy en día como uno más, conduciendo desde el ejemplo, la cercanía y la humildad. Juan fue el eslabón que llevó a la conexión con Maradona. Una de sus recorridas por la Argentina para predicar el ejemplo de la Palito en otros barrios populares lo llevó a San Luis, donde conoció al Diputado Nicolás Rodríguez Saá que quedó fascinado con la historia del barrio. Tiempo después, Rodríguez Saá sería quien le recomendaría al Diego Villa Palito como el primer punto para iniciar las 10 del 10. La pasión con la que Juan Enriquez lleva la experiencia de la Palito a todos lados siembra, y la llegada a Maradona fue uno de sus tantos frutos.
“No podía dormir, te lo juro. Le mandé los mensajes a otros vecinos porque no sabés si era el Diego o quién el que escribía, pero por la forma de hablar tenía que ser él” cuenta, y Soledad reafirma la historia y la interpretación. La referencia es a una conversación por Instagram que Juan exhibe orgulloso en capturas de pantalla, y en la que el 10 confirmaba lo que Rodríguez Saá le había dicho un poco antes: Villa Palito había sido elegida por el Diego como punto de partida de las 10 del 10. “En serio, no podía dormir” insiste Juan, que para graficar su nivel de maradonismo cuenta que su hijo se llama Diego Armando. Cacho también se suma con su anécdota del momento en el que se enteró de la noticia: “me abrí una cerveza y me senté a festejar emocionado. Diego nos eligió, ¿qué más se puede pedir?”.
Los mensajes de la conversación pintan de cuerpo entero tanto a Juan Enriquez y el espíritu de la Palito como a Maradona. “Gracias Diego por toda la alegría que generás en el pueblo, no te imaginás el orgullo que tenemos porque nos hayas elegido! Nosotros pudimos hacer las viviendas a las 1350 familias de mi Villa Palito, las hicimos con la propia mano de obra de hombres, mujeres y jóvenes de la villa, Dios quiera que se puedan urbanizar todas las villas y asentamientos. La CLAVE es la decisión política, la organización barrial y tener un equipo interdisciplinario. Dignidad para los barrios más humildes!” le escribió el referente barrial al astro mundial. Y la respuesta llevó el ADN indiscutible del Maradona villero, popular, luchador y triunfador: “Y huevos. Te olvidaste de los huevos que tiene gente como vos, para hacer lo que hacen por los demás. Muchas gracias a vos Juan”. Cómo pegar un ojo después de semejante caricia al alma es una respuesta que Enriquez no pudo darnos, y se entiende.
Después de elegirlos el 10 se interesó mucho por el barrio y Juan cuenta como, a través de Matías Morla, permanentemente les pedía información para conocer a fondo su historia de dignidad y orgullo villero y comunitario. Tristemente quedó pendiente su visita a Palito y el encuentro con Juan Enriquez en la casa de Diego, que no puedo ser por el difícil momento de la pandemia que se vivía en octubre del año pasado y el complicado estado de salud del genio del fútbol mundial, que se iría a descansar para siempre tan solo un mes después.
“¿Por qué pensás que eligió a la Palito para empezar su campaña?” preguntó Diagonales y la respuesta de Juan Enriquez volvió a sintetizar esa esencia política, rebelde y comprometida con los humildes que marcó a Maradona, a la par o incluso quizás más que su genialidad futbolística: “porque entendió la fuerza de nuestro ejemplo, porque tomó conciencia de que todas las villas podían transformarse, no solo recibir planes o algunas obras sueltas como tirar caños de agua o asfaltar alguna calle, transformarse en serio para que los vecinos tengan una vida digna. Ese fue su mensaje al elegirnos”.
LOS TRABAJOS, LAS ANÉCDOTAS, EL POTRERO HOY
Con la confirmación de la banca del 10, la cooperativa puso la máquina a todo vapor para transformar lo que era casi un descampado con unos arcos en una verdadera cancha de fútbol, digna como todo el resto del barrio. Hubo que elevar el nivel suele 1,70 metros, para lo cual se necesitaron más de 60 camiones de tierra. Los vecinos trabajaron a sol y sombra, bajo la lluvia pero con orgullo de estar levantando algo para ellos y también en honor a Maradona. En su visión, todavía con mucho camino por recorrer, el estadio contaría con tribunas, vestuarios y un elemento que ya pudieron concretar. “Queríamos poner un mástil, así en cada clásico podíamos izar la bandera y cantar el himno” cuenta Cacho. Hoy el mástil ya está emplazado en unos de los laterales de la cancha, pero su historia también refleja el ingenio, la creatividad y el empuje de los vecinos para llevar adelante la obra con las oportunidades que tenían: “queríamos el mástil, pero había otras prioridades para ir comprando con los pocos recursos que teníamos. Entonces un día un vecino chocó con un poste de luz acá cerca y lo tumbó. Y ahí llegó nuestro mástil” cuenta divertido señalando al poste al costado de la cancha.
La mística del potrero Padre Bachi tiene todos los colores en su repertorio. La primera parte de la donación conseguida por Maradona y la Cruz Roja fueron los postes y el alambrado para cercar la cancha, junto con una dotación de insumos para enfrentar ese momento de la pandemia como alcohol en gel, barbijos y lavandina. El destino quiso que esos postes y el alambrado llegaran al barrio exactamente el 25 de noviembre del año pasado, poco después del mediodía en el que se conoció la peor de las noticias. “Vimos llegar el camión, nos acercamos enseguida y lo primero que vimos fueron los ojos llenos de lágrimas del chofer. Acaban de dar la noticia de que se murió el Diego, nos dijo, y nos queríamos morir. No sabíamos nada, estábamos trabajando en el potrero y no habíamos escuchado nada. Pero ahí nomás la primera reacción fue meterle el doble de fuerza y de compromiso, más se nos caían las lágrimas y con más ganas descargábamos el camión” recuerda Cacho. Darío también estaba en ese momento, y un video registró para siempre su reacción. Parado sobre el camión, descargando los postes, lanzó un grito a la eternidad: “aguante Dieguito, de corazón, toda la Villa Palito te queremos mucho loco, gracias por todo”.
Con esas vueltas raras que da el destino, el mismo camión que llevó las primeras donaciones de Diego al barrio llevó también la noticia de su fallecimiento. Como si de alguna manera el espíritu del 10 luego de dejar su cuerpo se hubiera encarnado en esos postes y ese alambrado que protegerían desde entonces el fútbol y los sueños de los pibes del barrio para siempre. “Fue lo mismo que nos pasó cuando nos enteramos de la muerte de Néstor. Estábamos haciendo el censo en 2010 justo en la casa de una vecina que nos recibió llorando con la noticia y recién lo supimos ahí. Y todos los compañeros transformamos ese dolor del momento en más fuerza, más compromiso, más militancia. Recuerdo decirles a los compañeros que teníamos que seguir más convencidos casa por casa con la tarea que estábamos haciendo, y eso fue lo que hicimos. Esa es la militancia de Villa Palito” recuerda Cacho emocionado. Y la vida, quizás sin querer, quizás dejando conexiones para todos los corazones sensibles dispuestos a encontrarlas, sigue tejiendo con los mismos hilos las historias de los gigantes que llevaron felicidad a sus pueblos.
Hoy la cancha es una realidad, y los vecinos de Palito no tienen que pedir permiso al cercano club Liniers para tener un lugar donde entrenar. “Faltan muchas cosas en la visión que tenemos del estadio que queremos, pero lo que ya hicimos es como si fuera un casa que ya tiene la base y el contrapiso hechos” explica Cacho. Todas las tardes de lunes a jueves uno 45 chicos de entre 8 y 12 años entrenan en el predio y ya fueron varios los partidos que organizaron con otros barrios y equipos. “Hace unos meses hasta trajimos a jugar a la categoría 2010 de Boca” dice orgulloso el joven que entrena a los chicos. “Los adultos son más difíciles, cuesta que se junten a entrenar, pero acá a partir de las 8 de la noche tenés partidos todos los días. Y los fines de semana se arman campeonatos, vienen equipos de otros barrios, todos quieren venir a conocer la cancha que apadrinó el Diego” remata. En el barrio también hay fútbol femenino, y la nueva cancha es un espacio más para que las mujeres sigan conquistando lo que tanto tiempo les fue negado. Los clásicos Boca-River que se juegan suelen tener versiones en distintas categorías, desde los +40 hasta las mujeres, pasando por los niños y los “libres”, una especie de selección de cada equipo.
Hay un evento anual que describe a la perfección lo que significa el potrero Padre Bachi para la comunidad de Palito. Por ubicación geográfica, el barrio tiene una fuerte pertenencia tanto a Almirante Brown como a Nueva Chicago. Y desde hace casi medio siglo, la tradición es que cada 31 de diciembre se juega el clásico entre ambos equipos, conformados por vecinos que se identifican con las dos camisetas. Lo curioso del caso es que las hinchadas de ambos equipos, que mantienen una fuerte rivalidad, concurren al evento en total armonía y coexistencia, sin la necesidad de un solo policía que custodie la situación. Al encuentro lo llaman “jornada contra la violencia”, y es una verdadera fiesta popular que derriba todos los mitos y prejuicios sobre la violencia y la barbarie del mundo del fútbol y las villas. El año pasado, primera vez con el potrero Padre Bachi inaugurado, unas tres mil personas se congregaron para ver el empate 1 a 1 y la posterior victoria de Chicago por penales. “Hoy usamos ese video cada vez que viene un político, para mostrarle la potencialidad del espacio que tenemos, y fundamentalmente porque cuando ven la cantidad de gente amontonada al costado de la cancha, esa es nuestra carta para hacerles ver por qué necesitamos tribunas” dice Cacho sonriendo con una picardía y una forma de interpelar al poder maradonianas.
La idea original de los vecinos era nombrar al potrero Diego Armando Maradona. Pero el 10, en uno de sus infinitos destellos de humildad y comprensión del sentir popular, al enterarse de la muerte del Padre Bachi a fines de agosto del 2020 y conociendo lo que significaba para el barrio, pidió explícitamente que la cancha fuera bautizada con su nombre. El próximo 12 de diciembre los restos físicos del Padre Bachi volverán a Palito por decisión del mismísimo Papa Francisco, para descansar para siempre en la parroquia desde la que tanto hizo por su comunidad, y como un mensaje de lo que la fe y la organización popular pueden conseguir cuando quienes las encarnan sólo buscan el bien común.
Los chicos que juegan en la canchita reciben también una copa de leche o una merienda cada tarde en los cimientos de lo que serán los vestuarios en el futuro. “Antes que ser vestuarios, cuando estén construidos van a ser el lugar para el merendero” dice Cacho, pintando la conexión entre el deporte y la acción social comunitaria que define todo el proyecto del potrero. La partida de Diego significó un fuerte golpe para proyecto, pero la voluntad de Villa Palito es a prueba todo: “teníamos la esperanza de que Diego y la Cruz Roja nos siguieran ayudando para avanzar en todo lo que soñamos para el estadio, pero lamentablemente pasó lo que pasó. Ahora nosotros sabemos que depende sólo de nosotros, y no vamos a parar hasta tener el estadio y las instalaciones que soñamos” sentencia Juan Enriquez, y remata “el otro día le dije a todos los vecinos, por el año del fallecimiento de Diego, que el mejor homenaje que podíamos hacerle era cuidar el potrero y seguir peleando para mejorarlo”. Sus palabras son una síntesis perfecta del sentimiento y el espíritu de lucha y orgulloso que emparenta a la comunidad del barrio con el 10.
LA PALITO Y MARADONA
Caminar por Villa Palito es respirar peronismo, kirchnerismo y maradonismo. “Las paredes son la imprenta de los pueblos” escribió hace tiempo Rodolfo Walsh, y la palito parece una editorial maradoniana. Impactantes murales del gol a los ingleses, de la mano de D10S y de Diego junto a Cristina alegran la vista de los vecinos. Y el sentimiento no está solo en las paredes, basta preguntar por Maradona para que cualquier se deshaga en palabras de admiración y cariño.
“Mi papá me puso Dalma, como la hija del Diego, imagínate lo que representa para mí” cuenta una joven que había acompañado en silencio la charla con el grupo de vecinos durante toda la tarde. “A mi viejo no lo vi llorar nunca en mi vida, hasta que se murió Diego” se suma otro. “Mi papá me contaba cómo jugaba y a mí me daban ganas de salir a jugar, me motivaba” agrega un tercero. Todos los sub 10 que correteaban incansables a nuestro alrededor y fueron abordados por la pregunta inquisidora, ¿Messi o Maradona?, no dudaron en elegir a Diego sin tener una sola explicación para respaldar su elección, quizás condicionados por la charla, quizás por verlo todos los días en las paredes de su barrio, tal vez sólo porque se trata del más grande de todos los tiempos y no habrá recambio generacional ni mercado del fútbol que pueda con eso.
“El Diego demostró que nunca se olvidó de dónde salió, y nos enseñó a siempre enfrentarse a los poderosos, no entre nosotros” dice Cacho explicando su amor por el 10. Juan Enriquez lo complementa: “Villa Palito siente por el Diego lo que sienten todas las villas por él. No juzgamos su vida, pero rescatamos su palabra de que a la droga no hay que probarla, y ese es un mensaje que transmitimos s nuestros pibes. Y sobre todo lo sentimos uno de nosotros, porque él pudo elegir estar con el poder y sin embargo eligió el sentir de la villa”.
Una anécdota retrata a la perfección el profundo sentir maradoniano de la Palito. “En 2017, mucho antes que surgiera esto de las 10 del 10, nos juntamos con el muralista que hizo muchos de los murales del barrio y yo le decía que quería uno del gol del Diego a los ingleses. Ya teníamos de Ballestrini, de Néstor, de Cristina, de Perón, de Evita, y yo quería el de ese gol” cuenta Juan Enriquez. “El pibe no sabía mucho del Diego, y tuve que explicarle ese gol, le conté cómo mi tío Antonio rompió una mesa del manotazo que le pegó en el festejo, y fuimos repasando punto por punto la jugada. Así nació el mural que tenemos hoy”. La obra es conocida como una de los mejores morales dedicados al 10, y es todo un orgullo en el barrio. Pero Juan va todavía más a fondo: “yo digo que ese gol del Diego y Villa Palito tiene mucho en común, por cómo el Diego avanzó entre tantos ingleses, enfrentando las adversidades que se lo oponían en el camino para terminar logrando una obra maestra, algo como lo que tuvimos que hacer y enfrentar acá para llegar a tener el barrio que tenemos hoy. Pero fundamentalmente también porque son dos casos únicos, irrepetibles. Nunca va a volver a haber un gol como ese del Diego, no sólo por la jugada, sino por todo lo que implicaba en ese momento, el recuerdo reciente de Malvinas, el camino hacia la copa del mundo. Y tampoco va a volver a haber un caso como el Palito, porque ya no está Ballestrini, no está Néstor, no está Maradona, no está el Padre Bachi... sí está Cristina, pero que un solo barrio tenga tanto apoyo y cariño de tantas personalidades tan impresionantes es algo irrepetible”. Y no hay más nada que agregar a sus palabras.
Villa Palito es un ejemplo de orgullo y dignidad del pueblo humilde, ese del cual el Diego siempre se sintió parte, al que siempre defendió y que quiso hacer feliz. Y como la dignidad empodera, los sueños del barrio crecen y evolucionan. “Yo quiero llegar al día que la cancha tenga césped sintético, para que los pibes puedan entrenar en las mismas condiciones que cualquiera y puedan salir muchos jugadores de acá” imagina Juan Enriquez. El deseo y las aspiración es compartida por todo el barrio, y desde os más jóvenes a los más veteranos le compartieron esa visión de futuro a Diagonales. Quieren otro goleador, como el Indio Bazán Vera, emblema del barrio. Quieren que varios de los suyos puedan salir a mostrar al mundo el orgullo de la Palito, quizás en el festejo de algún gol, tal vez en alguna declaración en los medios, posiblemente en acciones solidarias como las del Diego. El barrio sigue con los pies en el barro, pero ya conquistó una base material que lo hace sentir digno y entonces se piensa más allá. Por eso la Palito cautivó a Maradona, que desde donde está debe sentirse muy orgulloso y feliz en cada gambeta que un pibe o una piba dibuje en el potrero Padre Bachi.
El Diego es inmortal en esas canchas, en esa humildad cargada de orgullo y dignidad, en esos sueños de todo un barrio para que sus pibes sean como el Pelusa. El más grande futbolista de todos los tiempos fue, es y será, además el mayor emblema popular de quienes pelean la vida día a día en estas tierras. Por cosas como los goles a Inglaterra, pero fundamentalmente por no haber entregado nunca sus raíces y por haberlas seguido cultivando hasta sus últimos días, como lo hizo con las 10 del 10. Los pibes de Villa Palito hoy juegan a la pelota con otro espíritu. Saben que en el cielo un par de gigantes los miran y sonríen, desde una tribuna como las que más temprano que tarde tendrá el potrero Padre Bachi, el último golazo de Maradona.