El regreso de la Argentina al mundo del mercado de crédito internacional puso nuevamente en debate los niveles de endeudamiento que el Gobierno de Mauricio Macri está contrayendo desde que asumió como Presidente el 10 de diciembre último.

Como información acerca de la deuda pública del estado nacional podemos sintetizar que hoy es de US$250.000 millones (según el último informe de deuda del Ministerio de Hacienda y Finanzas Públicas de la Nación) lo que representa prácticamente la mitad del producto bruto interno de la Argentina. A esta cifra hay que adicionarle además las últimas colocaciones de bonos por un total de US$2.800 millones (los que corresponden al regreso luego de 15 años al mercado de deuda en Euros por un total de 2.500 millones) y otros $76.000 millones (unos US$4.200 millones) licitados en pesos y a tasa fija.

Ambos importes engrosaron las reservas del Banco Central haciéndolas rozar los US$40.000 millones. Mientras que nuestra relación Deuda /PBI ronda el 50%, en otros países la situación es algo diferente Japón tiene una relación Deuda / PBI de 250%, Italia del 130%, Estados Unidos del 110%, España del 100% y Alemania del 80%. En cuanto a los países de la región Brasil tiene una relación Deuda / PBI del 70%, México del 35%, Chile del 17% y Paraguay del 17%. La deuda promedio en relación al PBI de América Latina fue del 35% para finales del 2015.

Si bien solo son números y en tal caso el análisis dependerá de cada país en particular, lo cierto es que en términos prácticos, la Argentina tiene aún margen para seguir endeudándose sin demasiados inconvenientes si bien en la crisis del 2001 la deuda en relación al PBI oscilaba en porcentajes similares a los actuales (54% por aquel año) la realidad muestra que la Argentina comenzó una senda bajista en las tasas de interés que consigue por sus colocaciones de deuda, lo que presupone que el crédito en el corto plazo no será un problema para el país.

Independientemente de números y porcentajes, lo cierto es que las crisis por las que ha atravesado la Argentina en los últimos 50 años han sido siempre consecuencia de brutales niveles de endeudamiento devenidos de insostenibles déficit fiscales que llevaron cíclicamente al país a crisis sistemáticas acompañadas generalmente por cese en los pagos de la deuda, generando devaluación, emisión monetaria, pobreza, pérdida de riqueza y claramente niveles de inflación descontrolados.

La pregunta que el común de la gente se hace es si el endeudamiento es realmente nocivo y si lo podemos responsabilizar de todos los males económicos de nuestra historia. La respuesta es clara y contundente de ninguna manera. En tal caso lo negativo son las razones del porqué debemos endeudarnos o los fines para los que se utilice el crédito público, lo que nos lleva a concluir siempre en la misma respuesta el déficit fiscal. Gastamos más de lo que tenemos. No existe un plan económico sostenible en el largo plazo si éste no incluye la eliminación del déficit fiscal. El endeudamiento que se utiliza solo a los fines de solventar nuestros desequilibrios fiscales termina en una crisis severa con las consecuencias que ya todos conocemos.

El endeudamiento debe ser parte de los proyectos a largo plazo del país como lo son la inversión en infraestructura, siempre en la búsqueda de mejorar la competitividad Argentina en relación al mundo, que nos permita desarrollar nuestro potencial comercial y nos de paso al crecimiento real, sostenible y que sea generador de riqueza que conlleve a una mejora sustancial en el PBI per cápita, acompañándolo también por grandes niveles de inversión en educación y tecnología, que permita tener los mejores talentos y las mejores competencias, teniendo la productividad que el mundo requiere para recompensarnos con un futuro mejor.