La batalla real
Columna de opinión por Manuel Adorni
Seguramente el año 2017 será un año con grandes definiciones políticas y económicas. Desde el plano político (como ocurre cada dos años en la Argentina) ocurrirá que el ajedrez político tomará forma, se reacomoden algunas piezas y nuevamente se delinee el camino para los próximos tiempos. Sea cual fuese el resultado de las elecciones legislativas, éstas marcarán seguramente un cimbronazo en el armado político de cara a las elecciones presidenciales del 2019 y con él un sinnúmero de definiciones.
Sin dudas éstas cuestiones políticas deberían dar paso a las reformas económicas profundas que la Argentina requiere y necesita. Reformas éstas que por diferentes razones aún no han podido materializarse en la realidad. Las mismas tuvieron su base en cuestiones políticas, sociales y hasta temporales no siempre un año de gestión son sinónimo de tiempo suficiente. Menos aún en la Argentina actual.
Una de las batallas más descarnadas que sin duda tendrá que enfrentar el Gobierno en los tiempos que vienen será en relación al abultado déficit fiscal cientos de miles de millones de pesos que se gastan por encima de los ingresos de los que disponen las arcas públicas.
El déficit fiscal conlleva entre todos los problemas conocidos, algunos que son más relevantes que otros. En lo que respecta a cuestiones políticas y sociales, cada una de las propuestas (algunas muy descabelladas por cierto) que se mediatizan, resultan inviables con este desempeño fiscal la creación de un millón de puestos de trabajo, bonos para compensar la pérdida del salario real de los trabajadores durante este 2016 y hasta la eliminación del impuesto a las ganancias para los trabajadores (que incluso ésta última medida afectaría fiscalmente a las provincias, ya que se trata de un impuesto coparticipable). Todas medidas que profundizarían el agujero fiscal interminable en el que se encuentra hoy la Argentina. Agujero fiscal que tiene como gran responsable al descomunal aumento del gasto público ocurrido en los últimos años, sin que se hayan generado ingresos reales que lo fueran contrarrestando.
Financieramente, el rojo fiscal tiene dos formas bien elementales de sobrellevarse o bien utilizando el recurso de la emisión monetaria o bien recurriendo a la emisión de deuda. El camino elegido hasta aquí por el Gobierno ha sido el segundo. Y como la forma de financiar el agujero fiscal ha sido y es el endeudamiento, naturalmente el fin del déficit fiscal (aunque indeterminado en el tiempo) debe ser un hecho en la mente del equipo económico.
Todas las crisis de las últimas décadas han tenido origen en los abultados déficit fiscales que culminaron o con hiperinflación (cuando se cubría el déficit con emisión monetaria) o con una crisis de deuda devenida en cesación de pagos (cuando se usaba como contrapeso la emisión de deuda sin límite). Estos datos no resultan novedosos para nadie, tampoco para el equipo económico, por lo que se presume sería razonable que comenzaran a llegar las respuestas a las inquietudes fiscales luego de las elecciones del año entrante, con medidas de mayor impacto de las que hemos visto hasta aquí. Y si bien el camino es largo, el mercado va a estar dispuesto a financiar este trayecto de no modificarse entre medio la situación financiera mundial de manera categórica, riesgo que el Gobierno está dispuesto a correr.
Y por último otra de las cuestiones que como consecuencia trae aparejado el déficit fiscal es el atraso cambiario. Sin entrar en la discusión de si efectivamente estamos ante una situación tal, la realidad es que ante emisión de deuda para cubrir el déficit fiscal, esto genera el ingreso dólares y con ello, la apreciación del peso. Apreciación ésta que de no tomarse las medidas adecuadas puede converger con el paso del tiempo en inconvenientes de índole cambiaria, golpeando aún más la ya castigada competitividad argentina y promoviendo la fuga de divisas y la especulación financiera.
Sin dudas que luego de un año de normalización deberá venir uno de cambios, cambios profundos que logren que la Argentina tenga alguna vez en su historia, futuro posible.