Reforma Electoral un avance en modernidad y transparencia democrática resistida por minorías temerosas de perder poder
Columna de opinión por Alejandro Echegaray
Este año se cumplieron cien años de la elección de Hipólito Yrigoyen, el primer presidente de la Argentina en ser electo por el voto universal, secreto y obligatorio. Antes de 1916, la UCR dio una lucha histórica para lograr que los ciudadanos pudiesen votar de forma democrática.
Cien años después, se nos presenta un nuevo desafío nuestro sistema de sufragio además de ser antiguo y obsoleto, propicia el fraude, el clientelismo y regímenes casi feudales. ¿No es hora de modificarlo en pos de la transparencia? Desde la UCR creemos que sí, y por eso estuvimos dispuestos a debatir el proyecto de Reforma Política que propuso el gobierno nacional, un plan muy ambicioso que tiende a adecuar metodologías y prácticas a la cultura democrática actual.
El 19 de octubre en la Cámara de Diputados, luego de meses de trabajo, dimos media sanción a la primera parte de esta Reforma, que comprendía eliminación de listas colectoras y candidaturas múltiples, posibilidad de votar a diferentes frentes electorales en las PASO, paridad de género en las listas, e implementación de la Boleta Única Electrónica.
La iniciativa fue aprobada con 152 votos a favor, 3 abstenciones y 75 en contra. Todo el bloque del peronismo representado en el FpV rechazó el proyecto. El debate debió continuar el en Senado, pero el bloque mayoritario del peronismo se negó de plano, dejando a la sociedad sin siquiera dar el debate. ¿Por qué? Por su negativa a la utilización de la Boleta Única Electrónica (aunque al caer el proyecto también cayó la paridad de género en las listas, por ejemplo).
La BUE (que no se debe confundir con Voto electrónico, en donde todo el proceso se da de forma digital) pone a la democracia argentina a la altura del Siglo XXI. A la mirada de la UCR, constituye modernización, pero por sobre todas las cosas, transparencia. Porque el sistema electrónico evita prácticas clientelares y el robo de boletas, picardías argentinas que afrontamos todas las elecciones (basta ver el año pasado las experiencias de Tucumán y Buenos Aires, por sólo nombrar algunas). Este sistema implica la impresión del sufragio que luego va a la urna. Lo que sigue primando es el voto en papel, pero con garantías electrónicas y más observadores del proceso de conteo por parte de la justicia.
¿Quién podría estar en contra de eso? Sólo basta ver quiénes fueron los impulsores del rechazo a este proyecto para conocer sus motivos gobernadores eternizados en el poder, como Gildo Insfrán, que se apoyan en un inmenso aparato clientelar para garantizar su victoria. Tal vez estas garantías democráticas los volvieron temerosos de perder sus privilegios y sus prácticas feudales, casi violatorias de la Ley Saénz Peña, que tanto nos costó conseguir.
La UCR no renuncia al debate. Con todas las herramientas que nos garantiza el Parlamento de la Nación, seguiremos llevando este tema como bandera de una nueva lucha que debemos dar en la historia argentina, la misma que desde el radicalismo hemos dado siempre la defensa irrestricta de la democracia.