Hay dos hechos que sueltos no parecen expresar mucho, pero que unidos arrojan un saldo positivo para un histórico sector negociador de la CGT, que en los últimos meses se vio condicionada por el apoyo que el presidente Javier Milei mantiene en los sondeos de opinión pública.

El “portazo” de Pablo Moyano como secretario general de la central obrera y el fracaso para alcanzar el cuórum en la Cámara de Diputados para tratar el proyecto de reforma sindical son dos porotos que se anotan los popes dialoguistas en su cruzada contra las posiciones más beligerantes dentro del movimiento obrero.

Por ahora son lo que, discursivamente, tienen más para ofrecer, desde su óptica, a las distintas entidades sindicales del país, en un primer año de gestión que golpeó incluso a los bolsillos de los trabajadores formales del sector privado, siempre los de mayor estabilidad. Los trabajadores estatales e informales desde el minuto 0 de la administración de La Libertad Avanza saben que están en el fondo de la tabla por lejos.  

Los sectores más “contestatarios” dentro de la CGT y este reducto, cada vez menos reducido, de referentes del colaboracionismo con el Gobierno coinciden en que el ancla salarial es uno de los ejes centrales que explican la estrategia desinficionaría de Milei y su ministro de Economía Luis “Toto” Caputo.

Lo repiten cada vez que tienen la oportunidad. Pero la diferencia sobre la táctica que deben tomar es algo que parte aguas con referentes como el camionero Pablo Moyano; Pablo Biro, de los aeronáuticos; el líder de La Bancaria Sergio Palazzo o el secretario general de la UOM Abel Furlán.

Agua, ladrillo y Estado: los Tres Mosqueteros sindicales de Milei que “no son casta”

Y en esas aguas partidas, se impone la charla permanente de algunas cabezas “independientes” que se han mantenido inconmovibles a la negociación con los poderes políticos de turno en casi los últimos 40 años. Milei y su batalla cultural contra “la casta” exhibe en el capítulo sindical otra de sus sentencias inamovibles: se es más o menos “casta” de acuerdo a la distancia que se mantenga con la figura presidencial.

Este mantra les viene como anillo al dedo a algunos líderes conciliadores. Mientras el propio Pablo Moyano o Biro son los apuntados con el dedo “libertario” como integrantes de la “mafia sindical”, otros, que se perciben igual de peronistas que los recién mencionados, son bien recibidos para el secreto pero permanente dialogo con las autoridades nacionales. Esos son los “Gordos”, los que no comparten la iniciativa de un paro con movilización para el 5 de diciembre.  

Son los que se golpean el pecho, en tiempos donde la representación sindical tiene mala reputación en las encuestas, y Milei tiene una estimación positiva estable. Se trata de una cúpula cegetista que comparte de forma mayoritaria la decisión de evitar nuevas medidas de fuerza, como sí había sucedido ni bien asumió La Libertad Avanza el poder y “aguantar” la tormenta con los mejores resultados posibles, de acuerdo a una situación que los pone a la defensiva.

En ese contexto, plantean que su papel en las negociaciones que hace semanas mantienen por las limitaciones de las cuotas solidarias o las sanciones contra los bloqueos a las empresas rinde sus frutos, evitando nuevas medidas “antiobreras”. La falta de apoyo del martes en la Cámara baja al proyecto de “democracia sindical” del radical Martín Tetaz parece haber ido en esa misma dirección.

Todo, en medio del panorama desolador para los bolsillos, y los puestos de trabajo que se destruyen cada día que avanza el Gobierno con su plan económico.

Agua, ladrillo y Estado: los Tres Mosqueteros sindicales de Milei que “no son casta”

Además de las posturas más conciliadoras de parte del triunviro y pope del gremio de Sanidad Héctor Daer, de parte de líder del sindicato de Comercio Armando Cavallieri y de Roberto Fernández, titular de la UTA, hay tres figuras fundamentales que son los que mantienen las conversaciones habituales con el asesor sin cargo Santiago Caputo, el jefe de Gabinete Guillermo Francos y el secretario de Trabajo, exabogado a tiempo completo de Techint, Julio Cordero.

Son los que encabezan el ala “moderada” y remarcan que la salida del hijo de Hugo Moyano de la conducción de la CGT no generó ninguna crisis interna, argumentando que el Sindicato de Camioneros seguirá en la central obrera, con un reemplazo que está por anunciarse: el actual secretario adjunto de la Federación Nacional de Camioneros, Jorge Taboada.

MÁS CLARO, ECHALE “CLORO”

Uno de los pilares de la moderación es el titular del gremio de Agua y Saneamientos Argentinos S.A (AySA),  José Luis Lingeri, que entró a Obras Sanitarias hace 55 años y dirige el sindicato desde 1990.

Se pliega al mandamiento privatizador del Gobierno: es un activo colaborador en las auditorías selectivas que realiza la empresa para realizar su plan reprivatizador.

Es el actual secretario de Acción Social de la CGT y fue el que encabezó los pedidos por los fondos de las obras sociales, luego del primer momento de paros y movilización durante el verano.

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EL “PUENTE” CON EL GOBIERNO

Otro de los referentes del diálogo con el oficialismo es el secretario general de la Unión Obrera de la Construcción  de la República Argentina (UOCRA), Gerardo Martínez, que el año que viene cumplirá 35 años al frente del sindicato. 

El actual secretario de Relaciones Internacionales de la CGT e integrante del Consejo de Administración por los trabajadores en la OIT es una referencia ineludible para el Gobierno. La UOCRA es el sindicato con más cesanteados por el parate de la obra pública y el más golpeado por la estrepitosa caída de la actividad.

Martínez se ganó el reconocimiento de la primera plana de la administración “libertaria” incluso antes de ganar el balotaje: querían conocer a fondo el antecedente de la UOCRA giró la creación del fondo de cese de desempleo optativo, por convenio y actividad.

CUESTIÓN DE “ESTADO”

Andrés Rodríguez está al frente de la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN), igual que en el caso de Martínez, desde 1990. El también secretario adjunto de la CGT ahora se metió en el barro de la interna peronista.

Durante la inauguración del sanatorio Anchorena Zárate del gremio de los estatales, mostró su apoyo al gobernador bonaerense Axel Kicillof,  en su contienda con el sector que encabeza la expresidenta y titular del PJ Cristina Kirchner. Pero cada vez que puede repite su insistente línea negociadora con el Gobierno.

El “Centauro”, como lo conocen por su suntuosa colección de caballos de carrera, con los que practica en el Club Hípico Argentino, no convocó a medidas de fuerza pese a que la motosierra de Milei impactó de lleno en la cantidad de empleados públicos, que fueron los que mayor sufrieron los efectos de la licuadora en sus ingresos.

Martínez, Rodríguez y Lingeri son un “ejemplo” a emular, el Gobierno no los considera parte de la “casta”.