Una marcha ciudadana que se desarrolló, durante su extensa mayoría, en términos más que pacíficos, terminó por la represión de la Policía y la provocación libertaria en, otra vez, incidentes en las inmediaciones del Congreso. Horas después de la ratificación del veto a la Ley de Financiamiento Universitario en Diputados y cuando gran parte de los manifestantes habían desconcentrado el sitio de convocatoria, las fuerzas de seguridad protagonizaron una furiosa cacería con gases, golpes y patadas a los presentes, incluyendo a los periodistas que cubrían el evento.

La derogación de la medida de actualización presupuestaria para las casas de estudio nacionales se votó minutos después de las 15. Media hora después, la desconcentración en el centro porteño ya había limpiado varias de las calles que fueron colmadas horas antes por estudiantes, docentes, no docentes e investigadores. Sin embargo, la tensión escaló de un momento a otro con la insólita provocación de un streamer libertario que luego fue custodiado por más de 50 efectivos en un llamativo despliegue policial. Pero no acabó allí.

De un instante a otro, los agentes que no estaban ocupados en ese inusitado operativo se acordonaron y empezaron a avanzar contra los manifestantes. No solo detuvieron a varios, sino que lanzaron gases lacrimógenos para dispersar una escena que ya estaba prácticamente vacía; y, además, agredieron especialmente a los periodistas, entre ellos a un reportero de Radio Con Vos y a un trabajador de prensa de CrónicaTV al que golpearon y tiraron al piso, para luego patear su cámara.

El momento en el que las fuerzas de seguridad golpean y patean a los periodistas que cubrían la marcha.

Las fuertes escenas terminaron de manchar una jornada de protesta pacíica por un reclamo justo como el de la defensa de la educación pública y la protección de las 62 universidades nacionales, que mañana irán a paro total como consecuencia de la ratificación del veto. No obstante, como lo quiso el Gobierno, la causa quedó reducida a las agresiones y la cámara de reverberancia de las redes sociales no hizo más que expandir la versión libertaria sobre un día lamentable.